jueves, 28 de mayo de 2015

¿HABLAMOS?, por MARTA SANCHO

Nos quejamos continuamente de que en nuestras organizaciones existe falta de comunicación. Paradójicamente vivimos en la era de la tecnología 2.0 pero somos incapaces de adaptarnos a ella en lo que a relaciones humanas se refiere.
¿Cuántas veces nos han cogido de improviso en medio de una conversación de whatsapp o entrando en nuestro Facebook mientras nos hablaban de algún tema al que deberíamos estar prestando atención?.
Lejos de ser una falta de respeto, no parece importarnos mucho. Pero cuando se trata de estar bien informados en nuestro puesto de trabajo, la cosa ya cambia considerablemente. 


El email, herramienta más utilizada por goleada para comunicarnos en las empresas, sirve además para dejar constancia de nuestros quehaceres, restándole puntos, por consiguiente, al objetivo real que debería de ponderar. ¿Por qué, a pesar de disponer de todos los medios que están a nuestro alcance, no sabemos comunicarnos? ¿Qué es lo que nos detiene a la hora de informar algo importante a nuestros colaboradores?
Tan sencillo como la falta de confianza.

No son los teléfonos, ni las aplicaciones de mensajería instantánea, ni las redes sociales. La culpa la tenemos nosotros y el miedo que tenemos a transmitir información por alguna fuerza interna, inexplicable e imposible de determinar.

Los trabajadores encuentran dificultades para expresar lo que realmente quieren porque se encuentran inmersos en una cultura totalmente jerárquica dentro de sus organizaciones. La información fluye de arriba abajo estableciéndose relaciones de autoridad entre los superiores y los subordinados, creando barreras que a veces son difíciles de derribar.

Recientemente he leído un artículo sobre un nuevo concepto de estructura empresarial: la REDARQUÍA. Fue creado por José Cabrera, muy conocido por sus grandes aportaciones sobre temas relacionados con la innovación y el liderazgo. 
Se trata de una nueva forma de organización basada en la participación, la apertura y la transparencia, donde fluyen las relaciones multidireccionales haciendo que todos aporten valor a su empresa. 

Sus miembros se sienten partícipes del proyecto, son “líderes desplegados en todos los ámbitos”, por lo que facilita la interacción cuando surgen problemas complejos. Refuerza su compromiso con los valores de la empresa y la idea de pertenencia. 

El orden en este sistema no radica en el poder, sino en la participación, lo que permite que la comunicación sea más ágil y flexible y, por ende, genere mayor interdependencia entre los departamentos. 

Todos están informados sobre todo. Todos ayudan a resolver un problema porque todos forman parte de la solución. Todos aprenden porque en definitiva, todos están alentados a conversar.

Os dejo este enlace por si queréis conocer más sobre la redarquía:
Ver enlace: La redarquía (Si te da problemas este enlace a abrirlo, al click sobre el mismo; se abrirá una nueva página en blanco, y para que cargue, hay que situar el ratón del ordenador sobre el enlace y dar a la tecla INTRO para que se abra la página).

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