jueves, 30 de marzo de 2017

Asignatura pendiente, por Marta Trilleros

En una época más acorde con el empleo y no en la que actualmente nos encontramos, con un desempleo por encima del 20% de la población activa, cualquier oferta de trabajo publicada en los diferentes medios busca personal con una titulación, idiomas, etc., exigiendo un nivel de “conocimientos” para la ocupación de un determinado puesto de trabajo, pero ¿qué valora una persona para decantarse por una u otra oferta? Las empresas se preguntan, ¿qué es lo que quieren los trabajadores para poder inclinarse por una u otra opción a la hora de iniciar una actividad laboral?

Pienso que la solución puede venir dada por una sencilla comprensión de la palabra ESCUCHAR, en un sentido amplio, englobando lo que entraña tanto en sentirse oído y a la vez comprendido, valorando de manera más positiva lo que representa el  factor humano como recurso imprescindible en nuestra sociedad y pudiendo dejar en un segundo plano otras condiciones que estiman de mayor importancia…
 
 
Creo que la buena dirección para que una empresa cualquiera pueda mirar hacia un futuro sin ninguna preocupación depende de varios factores a tener en cuenta, pero primordialmente debiéramos centrar como objetivo fundamental los recursos humanos, contemplando en su amplio abanico un sinfín de adjetivos fáciles de enumerar y, a su vez, muy difíciles de llevar a la práctica, como la comprensión, la cercanía, la escucha, el apoyo, etc.

En cualquier empresa nos encontramos maquinaria, material de oficina, personas,… Y todo ello está inventariado con un número. Y es que tanto la mesa como un ordenador, forman parte del mobiliario y como tal, son bienes inventariables, pero el expediente número 128 (correspondiente a Pepito Pérez) es una persona con preocupaciones, necesidades, objetivos, sentimientos,…, no un bien inmueble más.

A esta persona, como a cada trabajador de la empresa, se le pide diariamente un compromiso, una obtención de resultados, etc., en suma un rendimiento adecuado a la función que desarrolla en su ocupación, que sería más fácil de conseguir con un clima laboral que haga sentirse a la persona como parte de una organización más participativa y en la que las ideas  de los diferentes empleados que conforman el colectivo humano se tuviesen más en consideración y se valorasen de una forma más adecuada.

Creo que el trato personal es una asignatura pendiente en muchas empresas y que se debería empezar a trabajar más en esta línea, para dar un mayor valor a la condición personal y humana de la sociedad de la que formamos parte.

jueves, 23 de marzo de 2017

¡GREAT PLACE TO WORK! Usando la Intiligencia Emocional para facilitar el pensamiento, por Ana Arranz

 
 
Bienvenidos a Google, una empresa en la que hasta Chloe con sólo 7 años ya quiere trabajar, y es que en esta compañía la diversión y el descanso no están reñidos con la productividad. Al contrario, en esta empresa tienen muy claro qué ayuda a alcanzar un óptimo rendimiento entre sus empleados. Tanto es así que el 97% de los trabajadores dicen que su empresa es genial, y el 96% refieren que se sienten orgullosos cuando les dicen a otros dónde trabajan. (Great Place to Work Review, Septiembre 2016)
 
¿Cómo lo consiguen? Si por algo puede caracterizarse es por su novedoso concepto de oficina, en las que priman los espacios abiertos, los vistosos colores corporativos y dinámicos, las zonas lúdicas, de ocio y de descanso. ¿Por qué no bajar a la cafetería en tobogán o desconectar siendo una estrella de rock con el “guitar hero”? Además, los trabajadores tienen plena disponibilidad para gestionar su tiempo, eligen el lugar en el que trabajar (“mmm… hoy me llevo el portátil a la hamaca”) y deciden qué horas trabajan desde la oficina y qué horas pueden trabajar desde casa como medida de conciliación.

Venga, reconócelo, ¡crees que estos de Google están “flipados”! Si nos ponemos un poco más teóricos quizá cambies de idea. ¿Sabías que las emociones están relacionadas con nuestro pensamiento? Pues la respuesta es sí y es que el modelo teórico sobre la inteligencia emocional que cuenta con mayor apoyo empírico actualmente así lo dice: la Inteligencia Emocional es la habilidad percibir y valorar con exactitud la emoción;  acceder y/o generar sentimientos cuando éstos facilitan el pensamiento; comprender la emoción y el conocimiento emocional y regular las emociones (Mayer y Salovey, 1997).

Se ha demostrado que las emociones facilitan el pensamiento al dirigir la atención a la información relevante, nos cambian la perspectiva de los problemas fomentando la consideración de múltiples puntos de vista y favorecen acercamientos específicos a distintas situaciones, por ejemplo, las emociones positivas facilitan el razonamiento inductivo y la  creatividad.

En un experimento realizado en la Universidad de Cornell (Ithaca, N.Y.) en los años 80, se observó que un humor alegre ayuda a la gente a encontrar soluciones más creativas ante los problemas. Se le pidió a un grupo de universitarios que resolvieran un problema sencillo. Para ello se realizaron 4 grupos: al primer grupo se le indujo un estado emocional positivo a través de una película cómica; el segundo grupo tuvo un estado emocional neutro tras ver una película sobre matemáticas; al tercer grupo no se le dio ningún tipo de estimulación y al cuarto se le dio material facilitador para poder resolver el problema. Los voluntarios que habían visto la película cómica tuvieron más éxito que los que habían visto la película neutra y los que no tuvieron ningún estímulo. La contemplación de la película positiva ayudó casi tanto como proporcionar información facilitadora. La inteligencia emocional, concretamente la capacidad de aprovechar ciertos estados emocionales, puede crear condiciones mentales que serán favorables para el desarrollo de determinadas tareas.
 
 

La inteligencia emocional está cada vez más presente en el mundo organizacional, y  ya sea con base teórica o de manera intuitiva, tenemos claro que si nuestros trabajadores se sienten bien en el trabajo, la empresa no sólo suma, sino que multiplica.

¡Por supuesto, a Chloe le respondió uno de los CEOs de Google! Os la transcribo, ¡no os quedéis con las ganas!

Dear Chloe,
Thank you so much for your letter. I’m glad that you like computers and robots, and hope that you will continue to learn about technology. I think if you keep working hard and following your dreams, you can accomplish everything you set your mind to- from working at Google to swimming in the Olympics. I look foward to receiving your job application when you are finished with school! :)
All the best to you and your family.

lunes, 13 de marzo de 2017

¿Comunicamos lo que somos o lo que queremos? ¡Nuestros gestos nos delatan!, por Ruth Vázquez

Albert Mehrabian, psicólogo alemán, en los años 80, descompuso en porcentaje el impacto de un mensaje: 7% comunicación verbal y 93% comunicación no verbal (38% voz y 55% lenguaje corporal)
 
Todos los días nos enfrentamos a situaciones cotidianas que nos generan unas ideas, pensamientos o sentimientos acerca de los demás. Ese momento en el que nos presentan a alguien por primera vez y, antes de darle la mano o dos besos, ya tenemos una idea preconcebida en nuestra mente que nos llevará a actuar de uno u otro modo. La ropa, el peinado, la altura, el atractivo físico, la manera de caminar, la actitud aparente…todos estos factores nos motivan a responder y comportarnos de una u otra forma. Pero, ¿debemos fiarnos únicamente de nuestra sensación a primera vista? Veamos un vídeo que da respuesta a esta pregunta:
 
 

Como bien nos muestra el vídeo, no debemos fiarnos al 100% de esa idea preconcebida a primera vista. Todo sucede en segundos o pocos minutos, ese apretón de manos se lleva a cabo, por nuestra cabeza ya han pasado ideas tales como: vaya pintas que tiene; no le queda nada bien esta ropa; tiene cara de pocos amigos; no nos vamos a llevar bien; parece que no se ha duchado en 5 días… aún así sacamos nuestra mejor sonrisa, estiramos la mano y somos, por un momento, la persona más simpática, agradable y educada del mundo. ¿Realmente esto es cierto? ¿Acaso nos hemos dado cuenta que delante de nosotros tenemos a otra persona que puede que esté descubriendo nuestros verdaderos pensamientos? Sin darnos cuenta, en ocasiones, estamos tan centrados en nosotros mismos y en proyectar lo que queremos ser que se nos escapa que tenemos una audiencia delante y nos puede estar “destapando”.

El análisis de elementos como la expresión del rostro, la mirada, los movimientos de la cabeza, la postura, la distancia que tomamos con el contrario… son algunos de los elementos específicos de la comunicación no verbal. En una conversación podemos utilizarlos para analizar si realmente comunican lo que son o lo que quieren que creamos. De ese modo podremos crearnos una idea más próxima sobre la persona que tenemos delante y no tan superficial, como la que desarrollamos la primera vez que la vemos.
 
Por eso, algo que nos preocupa mucho es si el locutor nos miente durante su discurso, ¿cómo podemos saberlo? Existen diversos gestos que desenmascaran a un mentiroso, estos son algunos que Alan y Barbara Pease recogen en el libro: “El lenguaje del cuerpo”:

 1. Taparse la boca: subconscientemente el cerebro le ordena que intente eliminar las palabras de engaño que la persona está diciendo.
 2. Tocarse la nariz: cuando mentimos se liberan unas sustancias químicas que denominadas catecolaminas que provocan la inflamación del tejido interno de la nariz.
 3. Frotarse el ojo: intento por parte del cerebro de bloquear la visión de un engaño, de una duda o de algo desagradable, o, simplemente, de evitar tener que mirar a la cara a la persona que se le dice la mentira.
 4. Rascarse el cuello: es señal de duda o incertidumbre y es característico de la persona que quiere decir: “no estoy segura de si estoy de acuerdo con esto”
 5. Tirar del cuello de la camisa: el aumento de la presión sanguínea que provoca la mentira hace que el cuello sude cuando la persona que miente tiene la sensación de que su interlocutor sospecha que no está diciendo la verdad.
 6. Los dedos en la boca: intento inconsciente de volver a la seguridad del niño que se alimentaba del pecho de su madre y se produce cuando una persona se siente bajo presión.
 
No debemos olvidarnos que todos estos gestos se deben leer en conjunto con el contexto donde se muestran, ya que de forma aislada estos gestos se podrían interpretar de muchas otras formas y, como decía, Flora Davis: “Las palabras pueden ser lo que emplea el hombre cuando le falla todo lo demás”.
 
 
 

 

jueves, 9 de marzo de 2017

¡Algo pasa con nuestros directivos!, por Verónica Candanedo

Hace un par de semanas leí un titular que me llamó la atención: “EL 45% DE LOS DIRECTIVOS ESPAÑOLES NO ESTÁN PREPARADOS PARA SERLO” o, lo que es lo mismo, 4 de cada 10 directivos no están preparados para afrontar las responsabilidades y carecen de las habilidades propias de sus puestos.
Según el artículo el problema radica en que a las empresas de selección y headhunters les cuesta encontrar perfiles directivos con amplios conocimientos técnicos y desarrollo de competencias profesionales.

Estas son las competencias que se mencionan:
- Capacidad de negociación
- Toma de decisiones
- Trabajo en equipo
- Gestión del tiempo, conflicto y estrés en situaciones críticas
- Habilidad para liderar y motivar
- Coaching y mentoring

Seguro que os habéis quedado igual de impresionados que yo, ¡casi la mitad de los directivos españoles no están a la altura!

Cuando una empresa abre un proceso de selección para un puesto de mando intermedio o alta dirección buscará perfiles multidisciplinares con visión empresarial y conocimientos en diversos ámbitos de trabajo o en sectores específicos, si a esto le sumamos las competencias nombradas anteriormente, la búsqueda se complica.

Pero la empresa también puede apostar por la promoción interna, gran herramienta para reconocer y premiar el talento que tiene en su propia casa. En este caso la empresa juega con ventaja, conoce al candidato, habrá valorado previamente el desempeño de sus funciones, podrá realizar una valoración de sus competencias y lo más importante, el candidato ya está empapado de la esencia de la empresa, sus valores, su funcionamiento, su sector y otros factores que no conocerá el candidato externo. Todo esto hace pensar que su proceso de adaptación será mucho menor.

¿Y en quién se va a fijar la empresa? Como no, en el mejor, el que más conocimientos tiene, el más comprometido, el que tiene una trayectoria impecable y no se tiene en cuenta que el mejor en su área no tiene por qué ser un buen líder. Dirigir es algo muy distinto y las empresas no suelen preparar a sus empleados para este reto. Esta falta de preparación puede ocasionar que el empleado viva su ascenso no como una oportunidad laboral, sino como un motivo de infelicidad y fuente de estrés, algunos no saben afrontar el cambio y fracasan. Y los que no se rinden y siguen liderando ¿lo están haciendo bien? pues según este artículo un alto porcentaje no.



Desde este post hago un llamamiento a las empresas: cuando apostéis por una promoción interna y elijáis al candidato, que no dudo de que escogeréis al mejor, acompañadlo en el proceso de transición, ayudadle a asumir el nuevo rol dándole seguridad y confianza, y formadlo en liderazgo.

jueves, 2 de marzo de 2017

¿Hasta dónde estarías dispuesto a llegar?, por Patricia Gil

Como amante del cine, futura profesional de los RRHH, y con el módulo Reclutamiento y  Selección de personal tan reciente me pareció interesante  recomendar y hablaros sobre una película que considero obligatoria  si te interesa éste mundillo, “El método” de Marcelo Piñeyro, basada en la obra de teatro “El método Gronhold”, en dónde básicamente un grupo de personas son citadas por una empresa que realiza la selección para elegir a uno de ellos, y donde el sistema de selección es bastante peculiar.

"¿Hasta dónde estarías dispuesta a llegar?" fue la pregunta que me planteé al finalizar la película, en ella  los candidatos son encerrados en una sala y van superando pruebas eliminatorias bastante poco morales, y en ocasiones ridículas centradas en la argumentación por parte de los candidatos. Cada una de estas actividades pone a prueba a los participantes eliminando a los “débiles” y contando con los “más potentes”, hasta llegar al candidato deseado, el cual básicamente ha ido pisoteando al resto sin ningún tipo de escrúpulo  para quedarse con el puesto.  Todo el marco de la película esta contextualizado en un momento de crisis social y económica (la película muestra varias secuencias en donde se puede ver trabajadores manifestándose en contra del gobierno, alternadas con el proceso de selección en cuestión); lo cual resulta curioso ya que puede verse la contradicción  al mismo tiempo de como gente con trabajo sale a la calle para manifestarse y mejorar sus condiciones, y otros están dispuestos a todo, sin importar nada para conseguir el puesto al que optan.
 

Creo que cualquier persona que haya pasado por algún proceso de selección, ya sea grupal o individual, podría sentirse en algún momento identificado con alguno de los personajes o sucesos que acontecen en la película, ya que, aunque llevado al extremo, refleja muchas situaciones reales que podríamos vivir en una entrevista de trabajo del siglo 21 como la discriminación de sexos, la diferencia de edad, la importancia de saber idiomas, la mentira, la falta de lealtad, la frustración y ansiedad…

En mi caso por ejemplo aún recuerdo lo difíciles que fueron las primeras entrevistas al llegar a Londres, sin saber apenas inglés y con la presión de que o conseguía el trabajo o tendría que dormir debajo del London Bridge o algo parecido más pronto que tarde, porque allí el dinero vuela; o el acoso telefónico que sufrí durante meses por parte de uno de los entrevistadores de una oferta de trabajo en Madrid, sin olvidar situaciones un tanto ridículas como jugar al corro de la patata en dinámicas de grupo, o tener que poner buena cara ante preguntas incomodas que no venían a cuento.

Cada vez hay más gente preparada y menos puestos de trabajo, por lo que la competitividad entre candidatos es extrema incluso para optar a puestos en los que las condiciones dejan mucho que desear, y en las que el puesto dista bastante de lo que tenemos entendido como “el  trabajo de nuestros sueños”, y esto las empresas lo saben, y por tanto, muchas de ellas se aprovechan, y como en la película, en muchos casos hacen que saquemos el depredador, o en ocasiones el superviviente, que llevamos dentro, olvidando ideales y valores y dejando a un lado hasta nuestra propia dignidad con tal de ser los elegidos.

Os invito a ver la película y que al terminar de verla  reflexionéis hasta donde estaríais  vosotros dispuestos  a llegar.