lunes, 30 de noviembre de 2020

Cultura organizativa en manos del departamento de recursos humanos por Delia Encinas Cano

 ¿Alguien se ha parado a pensar cual es el verdadero papel que juega los recursos humanos de una empresa en algún momento? Tras varios comentarios inapropiados que he tenido que escuchar sobre el desempeño de un departamento de recursos humanos, he llegado a la conclusión de que muchas personas tienen la idea muy equivocada, es más, me atrevería a decir “idea antigua” sobre los recursos humanos en pleno siglo XXI.

 
Para contextualizar: ¿Qué entendemos por cultura en las organizaciones? La cultura organizacional es un proceso muy importante a día de hoy en las entidades, aunque muchas personas fuera de nuestro ámbito lo desconozcan, dicho concepto hace alusión al conjunto de percepcionessentimientosactitudeshábitoscreenciasvalorestradiciones y formas de interacción entre los individuos dentro de las organizaciones. Es aquí donde las personas que conformamos el departamento de recursos humanos estamos estrechamente ligados con este concepto y debemos ser los primeros en hacer transmitir esos elementos, marcar el parámetro a seguir y lidiar porque siga perdurando en el tiempo. La cultura organizativa puede favorecer la implantación de la estrategia si existe una fuerte coherencia entre ambas o, por el contrario, puede impedir o retrasar su puesta en práctica. La cultura de la empresa se va generando de una manera informal y espontánea. Es por eso que nosotros como profesionales debemos guiar a todo el capital humano que pertenezca a nuestro lugar de trabajo, sin rangos categoriales hacía los mismos valores organizacionales.
 
Funciones que se reconocen a la cultura organizativa:
 
1.    Las culturas organizativas crean y deben fomentar sentimiento de pertenencia hacia una organización.
2.    Creación de cohesión organizativa.
3.    La socialización.
 
En una organización tenemos una cultura formal que es la ley, los derechos y deberes de las partes forzadas, es decir, la obligación de ir a un puesto de trabajo. Pero lo que no se refleja en la ley es cómo se tienen que relacionar los trabajadores entre ellos.
 
Las pequeñas y grandes empresas están siendo cada vez más conscientes de la vital importancia que tiene impactar en la vida de sus trabajadores, por lo que se esfuerzan en desarrollar elementos de mejora que favorezcan la cultura empresarial y esto se logra a través de la detección de mejores prácticas. Está claro que los empleados se convierten en embajadores y representantes de cualquier organización y en sus pilares hoy en día, ya que, a consecuencia de la globalización y tecnología actual, la conocida expresión de “el boca a boca” se queda corta y una mala o buena gestión de la compañía puede llegar a propagarse como la pólvora en cuestión de segundos.
 
El área de Recursos Humanos o Departamento de Personas y Comunicación (denominación actual) dejó de encargarse únicamente de aspectos administrativos hace mucho tiempo, ahora asume la responsabilidad de crear un ambiente de confianza para todos los miembros de la organización. Mismamente desde que en muchas empresas se pone en práctica el proceso de onboarding (concepto estrechamente ligado con la cultura organizacional) la satisfacción y fidelidad del trabajador por su lugar de trabajo se ha visto favorecida en el mundo empresarial. Nuestro cerebro está programado para llegar a una conclusión rápida, con muy poca información, por lo tanto, si una empresa posee una cultura enriquecida, hará mucho más atractivo al individuo formar parte de ella. Por lo que, a mi modo de ver, si una persona de recursos humanos puede llegar a “vivir los colores” de una empresa, podrá en mayor medida trasladar los sentimientos de la compañía allá donde vaya y por supuesto trasladárselos a toda aquella persona nueva que se incorpore a la organización, es por eso que bajo mi opinión una persona de recursos humanos es un valor añadido para la imagen de la empresa.
 
Según un artículo de Human Resources MBA sobre el onboarding; “Un buen programa de este tipo, ayuda a los nuevos empleados a sentirse bienvenidos en el trabajo y minimiza el tiempo que tardan las contrataciones recientes en volverse productivas en sus puestos. El objetivo final de este tipo de actividades es lograr mejores tasas de retención del talento, lo que limita los costos y la molestia de una alta rotación”.
 
Por lo tanto, la forma de trabajar en RRHH ha evolucionado, la nueva forma de proceder de este departamento hace copartícipe a todo el capital humano de la empresa. En la actualidad el trabajo ya no es sólo un mero intercambio. Es un medio por el cual se busca la autorrealización, tanto profesional como personal, y bajo mi punto de vista los recursos humanos de la empresa tienen la responsabilidad de hacer posible esas demandas. Todo esto va a aumentar la implicación del nuevo empleado.
 
A modo de conclusión quiero aportar que no hay culturas buenas ni malas, cada organización crea su propia cultura, se nota, pero no se ve, es la parte intangible de una organización poderosa y creo que nuestro papel como recursos humanos es de vital importancia. Somos nosotros mismos el primer filtro que el individuo va a percibir de la empresa, y si desde una primera impresión el área de recursos humanos puede trasmitir todo ese valor añadido que la empresa tiene como único, especial y diferente al resto de las organizaciones, resultará mucho más atractivo y de mayor convencimiento el entrar a formar parte de la empresa y sentirse desde el principio parte de la compañía a la que pertenezcamos. Cuanto mayor sea nuestro arraigo con la entidad, mejor serán las prácticas de buen gobierno (rigiéndose esto por los principios de transparencia, veracidad y responsabilidad jurídica), mayor reputación corporativa y por consecuencia equipos de personas comprometidas con buen clima laboral, con visión y misión a la par de la compañía y con resultados estratégicos en la misma dirección de la empresa.
 
 
 
“No es el dónde, es con quién”
 
 
 
 

Los valores de la "fuga de cerebros" para las empresas por María Adrados Arregui

 

El número de personas con nacionalidad española que residen en el extranjero, a fecha del 01/01/2020 alcanzó las 2.618.592 personas, según los datos ofrecidos por el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Pero… ¿ESTO A QUÉ ES DEBIDO Y CÓMO PODEMOS AFRONTAR ESTA LLAMADA “FUGA DE CEREBROS”? A través de mi post es a lo que voy a dedicar unos minutos a reflexionar.

Desde que el PERE recoge estos datos (año 2009) hemos pasado de 1.471.691 personas residentes en el extranjero en el año inicialmente estudiado, a estos más de 2 millones y medio de españoles que abandonan su hogar, familia y amigos, para emprender una nueva vida fuera de nuestras fronteras con la idea de que, allá donde vayan o bien “se les va a valorar más” o bien “van a poder empezar su tan ansiada incursión en la vida laboral”.

De toda la “fuga de cerebros” europea, los italianos y los españoles somos los que más emprendemos ese viaje que, lejos de parecer idílico, se antoja bastante arduo sobre todo en los principios.

En cuanto a la razón de este flujo migratorio.

No debemos olvidar que desde el siglo XIX hemos sufrido un continuo crecimiento de salidas de personas, aunque se ha ido agudizando a raíz de la crisis financiera que nos acechó entre los años 2007-2017. En esa época más de 87.000 españoles con titulaciones superiores (universitaria o de formación profesional), se fueron a otros países, en especial europeos. Pero hay un problema, y es que casi la mitad de los titulados acaban cogiendo las maletas.

En cuanto a las razones de por qué nos vamos, destaco 3: Aprendizaje de un nuevo idioma, la falta de oportunidades laborales, y la mejora de la situación actual, y sus mejoras laborales y/o económicas.

Sin embargo, ¿Cómo desde las empresas y, más en concreto desde el departamento de RR.HH. podemos afrontarlo?

Bajo mi punto de vista, este potencial humano es y debe ser un gran activo para las empresas. Al fin y al cabo, quien ha salido de su “zona de confort” está más que preparado a los cambios que las empresas indudablemente sufren.

Desde el departamento de RR.HH, a lo largo de la selección del personal deberíamos valorar este potencial tanto profesional como personal. Bajo esta posición, debemos hacernos una pregunta, y es: ¿Qué queremos? Personas jóvenes y/o con un bagaje profesional increíble, o bien personas con una trayectoria humana en la que aparte de aportar conocimientos teóricos a las empresas, otorguen a estas valores y entidad.

Creo firmemente que desde el departamento de RR.HH deberíamos valorar muy en positivo a estos “luchadores” que han estado ejerciendo profesiones muy distintas a las que demandamos, puesto que todo contribuye a la entidad de marca.

Una vez que tengamos claro qué puesto queremos cubrir, tenemos que saber qué competencias y/o valores nos ofrece la persona a la que tenemos delante. Y eso, es a lo que debemos enfocar nuestros esfuerzos.

Hay algo fundamental a la hora de contratar o valorar a un candidato es: LOS VALORES.

Con esto me refiero, a la ejemplaridad que puede otorgar a la empresa. La “resiliencia” (capacidad para ver lo bueno de lo que ocurre, incluso en los momentos malos) es algo que las personas que han vivido fuera conocen, y conocen muy bien. Al fin y al cabo, estos valores vienen inherentes a la persona, y solo ella puede dar ese punto importante a su puesto y al día a día en su trabajo. Los valores no se aprenden y claramente cuando valoramos candidaturas, lo único que no conocemos de las personas que tenemos enfrente es “cómo son”. No hay que olvidar que la empresa es un conjunto de personas, y eso hay que tenerlo muy en cuenta ya que pasará muchas horas de su vida en el puesto junto a otros. Compartir valores y aportar valores nuevos es algo que, bajo mi punto de vista, debería suponer más de la mitad de la valoración final de la candidatura.

La adaptabilidad a nuevos cambios, creatividad, autorrealización, supervivencia, constancia… no lo enseñan los libros, sino las experiencias de estas personas a lo largo de su vida.

martes, 24 de noviembre de 2020

¿Es la sobrecualificación una desventaja? por Nerea Fernández Cuesta

 

Actualmente el porcentaje de personas en España desempeñando un trabajo por debajo de su cualificación académica es de alrededor del 38%.
Desde el departamento de Recursos Humanos durante los procesos de selección de personal nos tenemos que enfrentar a esta situación, pero, ¿cómo debemos reaccionar ante candidatos sobrecualificados?, ¿debemos asumirlo como una ventaja o como un inconveniente?

Pues bien, este tema me parece muy interesante porque todo depende de cómo lo gestionemos, y desde qué punto de vista lo afrontemos.
Algunas personas pueden valorarlo como algo negativo a la hora de seleccionar personal, asumiendo que el puesto de trabajo no va a cumplir las expectativas laborales de la persona que lo solicita, y que va a afectar negativamente a su motivación, productividad e implicación laboral. Ante esta postura, muchos candidatos reducen su cualificación académica en los currículums para hacerlos más atractivos durante los procesos de selección a la hora de optar a puestos de menor cualificación. Esto es algo negativo tanto para el candidato, como para la empresa, ya que se produce una pérdida de conocimiento y oportunidades. Además, si finalmente el candidato es elegido para el puesto, va a partir desde la frustración e infravaloración.

¿Pero, y si lo tomamos como una ventaja? Desde el departamento de Recursos Humanos debemos ser capaces de explotar al máximo las cualidades positivas de las personas, y así conseguir un equipo diverso, motivado y feliz.

En el caso de las personas sobrecualificadas puede parecer más complicado, pero si lo gestionamos de forma correcta y tenemos en cuenta algunos puntos clave podemos aprovechar todos esos conocimientos y habilidades adicionales a favor.

En primer lugar, creo que es importante fijar expectativas honestas. Es decir, debemos ser capaces de transmitir cuales van a ser sus posibilidades reales dentro de la empresa. Esto evitará sensación de frustración y desanimo. Para esto es necesario contar con vías de comunicación eficaces y cercanas, que nos permitan conocer en qué situación se encuentran las personas, cuáles son sus preocupaciones y si se consideran valorados.

En segundo lugar, dotar de mayor autonomía, responsabilidad y confianza. Si favorecemos que las personas puedan utilizar sus conocimientos y habilidades a la hora de desarrollar su trabajo, ayudaremos a que sean conscientes de su responsabilidad sobre los resultados obtenidos, y evitaremos que aparezca esa sensación de insatisfacción que puede llevar a la desmotivación y el desinterés.  Contar con personas provenientes de diferentes ámbitos académicos y profesionales, puede ser una gran oportunidad para la empresa, ya que pueden aportar ideas innovadoras desde sus diferentes perspectivas.

Y, por último, algo que a veces podemos dar por sentado pero que no siempre tenemos en cuenta, es reconocer el trabajo bien hecho y valorar el esfuerzo realizado. Dar por hecho que las personas hacen su trabajo simplemente porque reciben una remuneración a cambio, me parece una lectura muy simplista de la situación.  Todos necesitamos que valoren nuestro esfuerzo, y recibir palabras de reconocimiento nos aporta esa motivación extra y esa confianza en nosotros mismos que muchas veces podemos necesitar.

Como conclusión, creo la sobrecualificación actual del mercado laboral, no debe ser vista como algo negativo, sino como una oportunidad tanto para la empresa como para el empleado, de adquirir nuevos conocimientos y habilidades, y de construir un equipo de personas motivado y equilibrado. No obstante, la cualificación laboral y profesional de una persona no debe ser lo único importante a la hora de seleccionar a personal, sino que, en función del puesto de trabajo, y del perfil de la empresa solicitante, se deben tener en cuenta muchos otros factores.

Retos de los Recursos Humanos cuando se ha llevado a cabo un proceso de Merger & Acquisition (M&A), por Alejandra Guerra Luna

Creo que es importante que primero entendamos que es un proceso de M&A y para que se hacen las fusiones y adquisiciones de empresas, M&A, son un aspecto de la estrategia corporativa y se definen como consolidación de empresas.

El razonamiento detrás de las M&A generalmente es la necesidad de crecimiento y expansión, entendiendo que dos empresas separadas juntas crean más valor con el objetivo de ganar mayor cuota de mercado y favorecer su crecimiento de forma acelerada. Cambiar su tamaño y su posición competitiva.
Lo normal es que un proceso de tal envergadura sea planificado, pero ¿qué pasa si no es así? ¿Qué rol juega Recursos humanos? ¿qué retos debemos afrontar?


¿Se nos ocurre algo más? En definitiva, son muchos los retos y desafíos que tendremos que afrontar.
Tengamos en cuenta el Employee Journey Map, y la experiencia del trabajador dentro de la organización:

1. Lo primero es pensar en la dimensión de la nueva organización y los puestos existentes:

 ¿Qué perfiles necesitamos y cuáles tenemos?
 ¿Podemos adaptar los puestos a las personas que queremos enamorar para que crezcan en la organización?

2. ¿Cómo gestionamos el Onboarding? Debemos pensar en este proceso no solo para las personas que vamos a contratar ¿y las que ya tenemos? ¿Tenemos lideres listos que acompañen esta transición?
 Debemos trabajar en crear y dar a conocer la nueva identidad corporativa. En un
proceso de M&A se producirá siempre una mezcla de culturas empresariales:
identidades corporativas, misión, valores.
 Recursos Humanos puede ser la clave para encargarse de transmitir
adecuadamente dichos nuevos valores compartidos e impregnárselos a todos los
trabajadores.
 Identifiquemos y formemos a nuestros líderes de esta transición.
 Es de vital importancia que desde el primero en el organigrama hasta el último
estén cohesionados en la nueva identidad.

3. Trazar una estrategia de Comunicación en beneficio de los trabajadores.

No hay que olvidar que las M&A pueden llenar de incertidumbres e incógnitas a las personas de las organizaciones afectadas que debemos responder y explicar con franqueza y la máxima transparencia desde el primer momento en que saltan rumores y noticias.
Queremos que sepan qué les deparará el futuro.

4. Tener en cuenta su día a día y su futuro.

Nos corresponde pensar y trabajar para hacer que todas las personas que forman la nueva
organización formen parte activa y sumen a esta transición. Es momento de tener momentos de feedback y repasar los planes individuales:
 En estos momentos de acercamiento es más importante que nunca el repasar la pregunta
¿Qué esperas de mi como organización? Pueden surgir ideas para afinar o reinventar los
salarios emocionales.
 ¿Cómo te podemos ayudar a cumplir con los objetivos? Posiblemente se abran nuevas
rutas u oportunidades para ajustar los planes de carrera, necesidades de formación, etc.

5. Tener en cuenta que algunos dejaran de acompañarnos en este nuevo camino. Nuevamente es de vital importancia la comunicación y la sensibilización. Habrá personas que no quieran sumarse a este reto y otras que no puedan, sin embargo, es nuestro trabajo gestionar un Offboarding con la máxima transparencia y siempre pensando en qué más podemos hacer por aquellos que nos dejan. No olvidemos que un empleado siempre será el mejor embajador de marca que podemos tener.


 

Conclusiones:

De la buena gestión de los Recursos Humanos dependerá, en buena medida, evitar incurrir en sobrecostes humanos como desgaste, mal clima laboral, bajas, rotaciones, etc.

Perder el miedo al cambio en el entorno empresarial es una de las claves para la construcción de 
trabajadores polivalentes, y es ahí donde nosotros debemos estar presente, siempre optimizando las capacidades y talentos. Gestionar el cambio, como siempre, es un factor de éxito.