domingo, 25 de enero de 2015

CAMBIEMOS EL CHIP, por ENEKO MARTIN

¿Cuántas veces te has preguntado qué estás haciendo con tu vida? Ese momento en el que te paras a pensar en lo que has conseguido y, si eso era realmente lo que te habías propuesto, y te das cuenta muchas veces de que no, de que la vida que estás llevando no es la que habías planeado, de que hay algo en tu interior que te está faltando, simplemente por haberte acomodado, por no haberte permitido salir de tu zona de confort, ya sea por pereza, porque realmente no estás tan mal, o simplemente y lo que me parece aún peor, por no decepcionar a los demás por un cambio radical en tu vida del que no tienes certeza alguna de que vaya a salirte bien… y es, en ese preciso momento, cuando te das cuenta de que tienes algo que cumplir…algo que llamamos sueños.

Sueños, deseos de conseguir algo en nuestra vida, algo que desde pequeños está presente en nuestra cabeza y que a medida que van pasando los años van desapareciendo, pero… ¿Por qué lo hacen? A veces le echamos la culpa a nuestro entorno de no conseguir nuestros propios sueños, pero ¿Realmente son los demás culpables de que no los consigamos?

El primer paso para tener un sueño y cumplirlo es atreverse a soñar, estar motivados, dar forma de alguna manera a aquello que queremos lograr, pero el problema viene después, cuando en algún momento fracasamos, nos caemos, tropezamos intentando realizar nuestro sueño, llegando incluso a tener que escuchar frases del tipo… “es demasiado para ti”, “no vales para esto…” y es aquí donde verdaderamente radica el problema. 

Muchas veces hacemos caso a personas que no saben lo que es luchar por algo o que han luchado y cuando fracasan se quedan estancados en sus vidas y piensan… ¿Para qué volverlo a intentar si ya me ha salido mal una vez?, o que simplemente lo hacen para desmotivarte, esa “gente tóxica” que permanentemente evalúan lo que hacemos y decimos, personas que potencian nuestras debilidades haciendo que nos frustremos.

Si hacemos caso a este tipo de personas “tóxicas” nuestra automotivación y optimismo se ven mermados y por consiguiente nuestra autoconfianza, haciendo que nos estanquemos y dejemos de luchar por lo que realmente queremos, nuestras metas. ¡No permitamos que nadie boicotee nuestros sueños!

Para cumplir nuestros sueños tenemos que tener las ideas muy claras, saber que vamos a tener que salir de nuestra zona de confort, que nos vamos a encontrar con obstáculos (nadie dijo que fuera fácil) y que debemos cambiar el chip, es decir, debemos renunciar a nuestra situación actual, aceptar que podemos equivocarnos y que no por ello está todo perdido, y además debemos de tener en cuenta que hay algo a nuestro favor, y es que sólo nosotros vamos a decidir quiénes nos acompañarán en la lucha por conseguir nuestros sueños. No demos importancia a esa voz que lo único que quiere es vernos caer, debemos mantener nuestra motivación y autoconfianza por encima de todo para llegar a dónde queremos.

Debemos decir “NO” cuando creamos que es necesario, y tenemos que aprender a no decir “SI” solamente por el hecho de complacer a alguien, por miedo a sus represalias hacia nosotros. El “NO” es necesario y está permitido. Cuando no sabemos decir no, es porque probablemente no sabemos hacia donde encaminar nuestra vida, nuestros sueños. William Ury decía en su libro El poder de un no positivo: "Decir “no” significa, ante todo, decirse “si” a uno mismo y proteger aquello que uno valora".

Está permitido caer todas las veces que sean necesarias, pero nunca dejéis de hacer lo que de verdad os llena, lo que realmente es la esencia de las personas, esa la lucha por conseguir vuestros sueños, porque hoy es posible, pero mañana…

Además no quiero perder la oportunidad de dejaros un video que demuestra que teniendo claro a dónde queremos llegar y que teniendo plena confianza en nosotros mismos podemos conseguir todo aquello que nos propongamos…


ESTAR, HACER…..SER, por LAURA BLANCO TAZÓN

Que estar en el trabajo y estar trabajando no es lo mismo, parece una obviedad. Sin embargo el fenómeno del presentismo se incrementa en tiempos de crisis; el trabajador alarga más de lo necesario su jornada laboral para hacer notar su presencia por miedo a perder su empleo.

Un fenómeno que significa que los trabajadores perciben que deben estar más tiempo en el trabajo porque así serán mejor valorados, pero la realidad es que esta situación no traerá un beneficio a la empresa ya que la mayor presencia no indica un aumento del rendimiento

Pero precisamente en estos tiempos de crisis en los que las empresas necesitan mejorar su competitividad, el presentismo, ese “estar por estar”, choca más que nunca con los intereses de la empresa enfocados a mejorar su productividad. Por eso, qué mejor momento para comenzar o esforzarse en aplicar medidas que transmitan el mensaje de que lo importante es la eficiencia y la calidad del trabajo realizado.

Fijar unos objetivos es un punto de partida para que cada trabajador conozca las expectativas respecto a su labor, lo que les dará seguridad  y confianza de que se les valorará por el buen hacer, no por el estar.

Unos objetivos individuales que, al sumar esfuerzos, lograrán cumplir los objetivos de la sección o departamento y como no puede ser de otra manera los objetivos globales de la empresa, que al fin y al cabo es la razón de “ser”.

Desde luego fijar estos objetivos no es tarea fácil. En algunos casos puede estar muy claro cual es el objetivo a conseguir y como medirlo, pero es necesario poner en valor también otros aspectos, porque si se descuidan podrían impactar negativamente. En otros casos los objetivos son difíciles de cuantificar o no está claro el valor porque no se tiene una experiencia previa. 

En cualquier caso no se trata de pasar de la cultura presentista a trabajar exclusivamente por objetivos, algo difícilmente aplicable en mucha empresas por su propias características, sino de un cambio de actitud y de forma de entender el trabajo que ira en beneficios de todos, la empresa porque estará fomentando el aumento de la productividad y el trabajador que sentirá que el tiempo bien aprovechado juega a su favor.


sábado, 17 de enero de 2015

COMO IMPLANTAR EN LAS ORGANIZACIONES PROGRAMAS DE DESARROLLO Y NO MORIR EN EL INTENTO, por TERESA ANTÓN


Son muchas las cuestiones que se abren en torno al debate de qué competencias definen a un empleado eficiente. ¿Cuáles son los conocimientos, comportamientos, actitudes y valores necesarios para desempeñar con eficacia un trabajo?

Mejor no tener en cuenta la teoría de Lawrence Peter, el famoso pedagogo y catedrático de la Universidad del Sur de California que en 1969 formuló el "Principio de Peter", que viene a decir que las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas en las organizaciones a puestos de mayor responsabilidad, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia. De este modo, los ascensos acabarán por estancar a las personas competentes en puestos donde ya no podrán serlo.

A pesar de su origen satírico, el principio de incompetencia de Peter, es una realidad que puede afectar enormemente al rendimiento de un trabajador y, por ende, a los resultados de su compañía.

Es por esto que las empresas, para promocionar a un empleado, no deben tener en cuenta el buen desempeño en cargos inferiores, sino las competencias para realizar un cargo superior.

Por esto, los programas de desarrollo que se implanten, deben pivotar sobre tres dimensiones: La gestión de uno mismo, la gestión de los demás y la gestión técnica.

La gestión sobre uno mismo, tiene que ver con el autoconocimiento y el manejo de las emociones. El autoconocimiento es el primer paso para el crecimiento. Ya lo decía Aristóteles "Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría". Los mandos deben aprender a identificar e interpretar sus emociones y las de los demás. Trabajar sobre esto les va a llevar a mejorar en competencias como Capacidad de Adaptación, Tolerancia a la Frustración, Actitud Positiva y Autoconfianza.

Con respecto a la gestión sobre los demás, podemos destacar que el equipo y los pares pasan a ser los verdaderos protagonistas. Desarrollar competencias como Liderazgo, Comunicación y Gestión de Equipos es imprescindible para que los mandos consigan grupos más cohesionados, con un objetivo claro y que esto revierta en conseguir los resultados.

En cuanto la gestión técnica, es la indiscutible estrella en las organizaciones donde lo que importa son los resultados. Para ilustrar esta dimensión me gusta recordar la historia que Tom Peters cuenta de un curso sobre productividad donde los ejecutivos que participaron sólo tuvieron que escribir en un papel una frase: "¡Anota cada día 3 cosas importantes y HAZLAS!".

Estaríamos hablando del desarrollo de competencias imprescindibles para un buen mando como son la Gestión del Tiempo,  la Planificación y Organización  y la Toma de Decisiones.

En definitiva, es  necesario que las empresas trabajen sus programas de desarrollo de personas desde esta triple perspectiva, ya que ignorar o desatender alguna sin el desarrollo y la formación exigida, producirá un mando o directivo incompleto. Y es imprescindible abrir la puerta a la conquista de las emociones como elemento exponencial que contribuye al crecimiento personal y profesional.

NUESTRO TALÓN DE AQUILES, por DAVID CALVO CEBRIÁN

Se encuentran un inglés, un alemán y un español en un restaurante. De repente el inglés le dice a los otros: - Oye, ese de ahí de en frente es Jesucristo. - Bah, que va a ser Jesucristo... Le contestan. Que sí, que sí. Pero si es igualito. Ese de ahí es Jesucristo seguro. Se levanta el inglés, se dirige hacia el hombre de la mesa y le dice: “oye tu eres Jesucristo”, - “Mira tío, Siiiiii, soy Jesucristo, pero cállate ya, que quiero cenar tranquilo,… Y el inglés loco de alegría le dice: “Tengo una lesión en la rodilla que me hice de pequeño haciendo deporte. Por favor, cúrame”. Jesucristo le dice; “VALE, pero no digas nada a tus compañeros, que luego vendrá todo el mundo a pedirme milagritos, y ya estoy harto... -”De acuerdo, te lo prometo”. Jesucristo, aburrido, le pone la mano sobre la rodilla y le cura. Al segundo, se acerca el alemán. - “Oye, que me ha dicho mi amigo inglés, que tú eres Jesucristo. Mira, tengo un ojo de cristal, por favor cúrame”. Jesucristo, le pone la mano en el ojo y se lo cura. El alemán se va a su mesa y se lo cuenta a sus amigos. Entonces Jesucristo empieza a pensar que en breves instantes aparecerá por allí el español queriendo, como todos, que le cure, pero el tiempo pasa y el español no se mueve. Entonces Jesucristo, ya mosqueado y picado por la curiosidad, se levanta y se va hacia la mesa donde están los tres y poniéndole una mano en el hombro, al español, le pregunta: Oye, ¿tú por qué no has ...? Y el español salta de la silla y apartándose violentamente le dice: ¡EHHHHH! ¡SIN TOCAR QUE ESTOY DE BAJA! 

El absentismo laboral se ha convertido en el talón de Aquiles de la gran mayoría de las empresas de nuestro país que ven cómo, por este motivo, parte de lo que deberían ser sus beneficios, se esfuman de manera imprevisible y sin que puedan hacer demasiado para evitarlo. Esta es la causa por la cual, los Comités de Dirección de las medianas y grandes empresas españolas, lo consideran un problema prioritario dentro de los planes estratégicos futuros de sus organizaciones. De este modo, es habitual, y más ahora que comienza un nuevo año, encargar a los Departamentos de RRHH que inviertan gran parte de sus esfuerzos y horas de trabajo en “inventar” medidas de prevención, planes de contención o acciones correctoras originales y eficaces que traten de paliar los innumerables efectos negativos a todos los niveles y especialmente económicos, que suponen para nuestras compañías los elevados indicadores de absentismo que sufrimos en nuestro país. 

Para muchos de los dirigentes de nuestras empresas, se trata sin duda, de una inexplicable pandemia que roza en un elevado porcentaje, la consideración de estafa pública y para la cual no existe una vacuna eficaz y “legal” que evite lo que para ellos es un claro despilfarro económico y un deterioro constante para las compañías españolas. 

El estudio de absentismo que ADECCO, en colaboración con otros importantes organismos e instituciones, presentó en 2013, coloca a España como uno de los países con mayor índice de absentismo laboral de toda la OCDE con 11,4 días “perdidos” por trabajador y año frente a EEUU con 4,9 días, como uno de los países con menos tasa de absentismo laboral. La diferencia es bastante evidente. Y eso que considera que los datos son más positivos si los comparamos con años anteriores, debido a que la crisis económica no invita a abusar de las bajas laborales como se hacía antes. Menos mal! 

Al igual que en el chiste con el que abría el post y que muchos de vosotros ya habréis escuchado en muchas ocasiones, algunos expertos y profesionales de la empresa y de RRHH consideran que la situación española en lo que se refiere al absentismo, se debe un tema puramente cultural.  Uno de los argumentos fundamentalmente antropológico que más utilizan algunos de éstos al tratar de explicar este fenómeno es, que  las sociedades católicas y principalmente latinas, se caracterizan por un menor sentido de la responsabilidad laboral al considerarse más permisivas y por lo tanto menos sancionadoras con este tipo de conductas abusivas de los derechos laborales, teniendo cabida en el sistema, comportamientos inadecuados y fundamentados en la picaresca, sin preocuparse de las consecuencias y anteponiendo el beneficio particular en detrimento del general. 
Otros por su parte, achacan este elevado índice de absentismo laboral a unas inferiores condiciones laborales en estos países, poniendo énfasis principalmente en aspectos como la seguridad y salud laboral, la falta de inversión de la empresa en formación o desarrollo profesional, la difícil conciliación de la vida laboral con la profesional, el sentimiento de pertenencia, la falta de vinculación del empleado con los objetivos de la empresa o determinadas prácticas abusivas del empresario en lo que se refiere al cumplimiento de los acuerdos laborales, entre otros. 

Lo cierto es, que los datos son los que son y que la fama, al menos en el caso de España, nos la tenemos ganada a pulso, de ahí que la preocupación por parte de nuestros empresarios y especialistas del Ministerio de Trabajo, esté absolutamente fundada.

Veamos ahora el problema desde otra perspectiva. A modo de reflexión y utilizando siempre la fuente del estudio de ADECCO, países con una cultura, política, religión, geografía y climatología muy diferente al nuestro como puedan ser Suiza, Finlandia o Dinamarca, cuentan con 10,9, 8,4 y 7 días perdidos por año trabajado respectivamente y por este orden y por citar algunos de los países de la lista, lo que a priori nos podría hacer pensar, que los argumentos anteriores están más relacionados con estereotipos populares y culturales que en otra cosa. En cualquier caso, los datos de España son siempre más elevados. 

El citado estudio pone encima de la mesa dos cuestiones muy importantes para dar sentido a esta elevada tasa de absentismo y no se trata precisamente de una cuestión geográfica o cultural. Por un lado plantea que aquellas empresas que cuentan con un mayor número de plantilla o que simplemente son “más grandes”, tienen mayores índices de absentismo que las pequeñas y medianas empresas. Por otro lado, aquellos países con mayores protecciones sociales en el ámbito laboral, también cuentan con mayores tasas de absentismo. De ahí que tenga una explicación bastante evidente, la diferencia sustancial que existe entre nuestros números y los de EEUU. ¿Se trata por tanto de un tema cultural o es simplemente una respuesta humana de carácter “natural” frente al uso y disfrute de derechos laborales?. ¿Acabar con el problema pasa por un cambio de mentalidad?, ¿un cambio legislativo?, ¿político?, ¿social?, ¿cultural?. ¿Dónde está el origen de tan costoso problema?, o mejor dicho; ¿cuál es la solución que tanto esfuerzo nos supone encontrar?. ¿Cuáles son las tasas asumibles y lógicas de absentismo laboral?. ¿Qué parte del indicador corresponde a un derecho laboral lógico y que parte se puede considerar picaresca o abusiva?. Cuánta pregunta,…

Como hemos visto, existen infinidad de teorías y razonamientos diferentes que podrían explicar las causas del elevado absentismo con el que cuentan unos países en comparación con otros y que lo que parece a priori justificado es, que debe de existir una importante influencia cultural que haga que esto sea de esta manera. En cualquier caso, los profesionales de RRHH que muchas veces caemos en el error de no considerarnos parte del proceso productivo y pecar en exceso de no ponernos las gafas del beneficio económico con las que ven el resto de los departamentos de la empresa, tenemos la gran oportunidad de demostrar que nuestro trabajo es, ya no solo necesario, sino productivo y rentable. Cuanto mayor sea el problema, mayor será la oportunidad y siempre será proporcional al éxito que obtendremos si finalmente logramos solucionarlo. Recordemos que no vamos a tener la varita mágica que proporcione todas las respuestas, pero el contexto laboral que nos proporciona la época que estamos viviendo, nos ofrece la oportunidad de encontrar solución a nuestro talón de Aquiles laboral y es responsabilidad nuestra

El cambio legislativo, político, social y cultural, comienza en el día a día y en nuestras empresas.  Uno de los gastos más importantes de cualquier empresa es la mano de obra. ¿Dedicamos el tiempo suficiente en encontrar soluciones que rentabilicen la eficiencia y productividad de esa mano de obra?. A tenor de los resultados que obtenemos en comparación con el resto de países, no lo hacemos. ¿Será entonces real el estereotipo?. ¿Se tratará entonces de un tema cultural?. 

Pongámonos manos a la obra y dejemos de ser el argumento de nuestros propios chistes.

jueves, 8 de enero de 2015

CUESTION DE ACTITUD, por MARIA PARRADO


Sin duda, todos necesitamos cuentos de hadas porque muchas veces la realidad es dura y los cuentos nos recuerdan que los finales felices aún son posibles. 

Hace poco leí esta frase: “Hay que inyectarse cada día de fantasía, para no morir de realidad” y pensé: ¡Qué gran verdad!. La imaginación, la ilusión, la motivación…son el combustible que enriquecen nuestras vidas, el secreto para seguir adelante.

Que nos mueva la ilusión. Como creamos que algo que hacemos no servirá finalmente de nada, nos desmotivaremos, acomodándonos en un estado improductivo, bloqueados y dejándonos llevar por las circunstancias.

En cambio, cuando tenemos ilusión y creemos en el éxito final, sorteamos los obstáculos que se nos presentan y buscamos siempre los mejores recursos para obtenerlo. 

Los sueños hacen que el esfuerzo que realizamos merezca la pena. Así que si tienes una ilusión, como dice Benedetti en su poema: “No te rindas, que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños…”.

Muchas veces no podemos cambiar situaciones o circunstancias dolorosas o problemáticas, es como si no tuviéramos libertad en relación con nuestro entorno Sin embargo, sí que tenemos libertad para elegir nuestra actitud para afrontarlas, para ser flexibles ante lo que nos encontremos por el camino, para gestionar mejor nuestras emociones y dependiendo de esa elección, transformaremos nuestra realidad. 

En resumen: actitud positiva, aceptación e inteligencia emocional. Siempre se pueden convertir los problemas en oportunidades para aprender, y este aprendizaje no es saber más, es observar mejor. Es algo sin límite que no termina nunca. La clave, por tanto está en la Actitud.

La vida es irónica y contradictoria, se necesita tristeza para conocer la felicidad, ausencia para apreciar la presencia e incluso enfermedad para valorar la salud. La incertidumbre, el miedo o los altibajos emocionales, forman parte de nuestra existencia, es el precio que tenemos que pagar para darnos cuenta precisamente de lo contrario.

La vida no es un camino de rosas, todos tenemos problemas y lo que es seguro es que los vamos a seguir teniendo. Muchas veces tendremos ganas de tirar la toalla, y cuando eso ocurra, cogedla, secaos el sudor con ella y seguid adelante. Cuanto antes lo asumamos antes empezaremos a ser felices. 

Así que llego a la conclusión: que siempre hay que comprometerse con lo que creemos, tomar las cosas de la forma más positiva posible, ser agradecido, rodearnos de la gente que nos quiere  y seguir adelante, sin temor a las dificultades

De hecho, dicen que todo es difícil antes de ser fácil y que las dificultades preparan a la gente normal para destinos extraordinarios.

Tenemos todo el derecho a ser felices, pero nos toca a nosotros ejercer ese derecho, así que… no te rindas!!!.

POR QUE ESCALAR MONTAÑAS, O EL RETO DE VIVIR, por NIEVES GONZALEZ

¿Por qué escalar montañas?. George Mallory, uno de los más grandes escaladores de principios del siglo pasado, dio una respuesta sencilla y acertada: “Porque están ahí”.

En cuanto las obligaciones familiares y profesionales nos lo permiten, nos ponemos las botas, metemos cuatro cosas en la mochila, y nos vamos a la montaña. No hacen falta grandes proyectos de aventura, ni grandes  expediciones, todos tenemos una  montaña más o menos cerca de casa.

Todo empieza con un ejercicio de sencillez y adaptación, cuando hemos de prescindir de lo accesorio, del móvil sin cobertura, alejarnos de nuestra zona de confort, y de todo aquello que pesa demasiado y lastra nuestro caminar. A la montaña hay que ir ligero de equipaje, lo superfluo se queda en casa.

Mientras caminamos, el reloj del tiempo se para, todo va a otro ritmo, el ritmo que marca el terreno y la condición física. Las dificultades, vistas de cerca, pueden ser vencidas, por ello la montaña modela el carácter. Aquí no hay ganadores, ni medallas, ni lisonjas, el reto es personal, y la victoria compartida con los compañeros de viaje.

Este esfuerzo individual obliga a la introspección, al autoconocimiento, a una revisión de tus actos, y de tus pensamientos. Los pies, uno tras otro, van solos, y durante ese esfuerzo, la mente está libre, alejada del devenir cotidiano de la ciudad, con sus urgencias y su tecnología, con sus deberes y obligaciones… y si es un esfuerzo compartido,  se forma el  entorno adecuado para conocer a las personas, para hacer amigos. Todos somos más auténticos y solidarios en el esfuerzo y en las dificultades.

Es necesaria disciplina, saber decir no en determinados momentos, a un paso arriesgado, o a unas condiciones meteorológicas adversas, y a medir las fuerzas conociendo las limitaciones físicas de nuestro cuerpo. El pensamiento estratégico y la capacidad organizativa han formar parte del equipaje.

Y en la inmensidad del paisaje que se contempla desde la cumbre, en la grandeza de esa naturaleza lejos de la civilización, nos sentimos como una ínfima partícula, parte integrante de la naturaleza, tan insignificantes, y al mismo tiempo, tan grandes por esa sensación de conquista, tan humana, que forma parte de nuestro ADN, desde nuestros primeros antepasados, movidos por la curiosidad de ver y conocer. 

La montaña es también una terapia ante las dificultades de la vida. Durante una ascensión, por pequeña que ésta sea, se pone en marcha nuestro hemisferio derecho del cerebro, especializado en sensaciones (la intuición, la creatividad y el pensamiento figurado), ponemos distancia al problema, y al poner un espacio real con la cotidianidad, nos permitimos abordar los problemas de forma más creativa, y en definitiva, encontrar una solución en la que a priori no habíamos pensado. Este proceso mental sirve también para tomar decisiones importantes, despojándonos  de lo accesorio. 

Es sabido que el logro personal mejora la autoestima, y, tras hacer cumbre y contemplar el paisaje, con las fuerzas mermadas, es necesario retornar al punto de partida, volver a las obligaciones diarias. Esa vuelta, forma parte también de la experiencia. 

No conozco montañeros pesimistas, ¡los pesimistas se quedan en casa!. La montaña, la naturaleza en general, transmiten pasión por la vida, y en ella, por alguna razón que trato de desentrañar, se genera confianza en uno mismo y se doman los sentimientos más destructivos.

Y al cabo de un tiempo, nos prometemos volver, otra ruta, otra montaña, y disfrutar,… sí, disfrutar del esfuerzo, de los retos conseguidos, y fundamentalmente, tomar conciencia del hecho de existir.

“¿Quién puede ascender, y callar luego?”
Arthur Schopenhauer