jueves, 21 de noviembre de 2013

MOTIVACIÓN, CARICIAS ...Y SU HAMBRE por JOSÉ HERRADOR

Todavía estoy impresionado por las muestras de afecto y amistad de muchos de vosotros. Las agradezco vivamente. Me han llenado de energía para continuar con los círculos que estoy abriendo. Voy a aprovechar esta circunstancia para hablar de lo importante que son los reconocimientos y “caricias” en nuestras vidas (también en lo laboral y especialmente ahora). Las ideas  las he tomado del Análisis Transaccional (Eric Berne y otros), enfoque que hemos utilizado hace muchos años en las acciones formativas y que hoy hemos recuperado en las sesiones de coaching.

Las personas tienen necesidad de ser queridas y  reconocidas por otras. Estas son necesidades biológicas y psicológicas que pueden ser denominadas “hambres de caricias”.

Las hambres de caricias pueden ser apaciguadas por medio de expresiones y acciones que impliquen el reconocimiento del otro. Las caricias pueden ser dadas  físicamente o por medio de algún gesto de reconocimiento como una mirada, una palabra o cualquier manifestación que signifique: “Sé que estás ahí”.

Las personas necesitan caricias para sobrevivir. Los bebés no crecerán normalmente sin el contacto de otros. Entre los analistas transaccionales hay un dicho: “Si el niño no es acariciado, su médula espinal se consume”. Los bebés que son desatendidos, dejados de lado o que por alguna razón no experimentan suficiente contacto físico sufren un deterioro físico y mental que puede llevarlos incluso hasta la muerte.

A medida que el niño crece, el hambre primaria de contacto físico real se modifica y se convierte en hambre de reconocimiento. Una sonrisa, una señal afirmativa, una palabra, en ceño fruncido, un gesto comienzan a reemplazar a algunas caricias físicas. Como el contacto, estas formas de reconocimiento, sean positivas o negativas, estimulan el cerebro de quien las recibe y le sirven para que compruebe el hecho de que está ahí, y vivo. Las caricias de reconocimiento también impiden que su sistema nervioso se “consuma”.

Las caricias pueden ser positivas o negativas, condicionales o incondicionales. Se precisan especialmente las caricias positivas para que las personas se desarrollen emocionalmente sanas con la sensación de estar bien. La falta de suficientes caricias tiene siempre un efecto perjudicial sobre las personas.

Las caricias positivas abarcan desde la presencia mínima del “hola” hasta el encuentro profundo de la intimidad. Si la caricia es genuina, concuerda francamente con los hechos y no es exagerada, sustenta a la persona.

Las caricias positivas dejan a la persona sintiéndose bien, viva, alerta y trascendente. A un nivel más profundo, aumentan la sensación de bienestar de la persona, confirman su inteligencia y, con frecuencia, son placenteras. Los sentimientos que subyacen a las caricias positivas son de buena voluntad y comunican la postura existencial “Yo estoy bien, tú estás bien”. Las caricias positivas se dan desde esta posición existencial.

No hace mucho cayó en mis manos un libro titulado “La sorprendente verdad sobre lo que nos motiva” del autor Daniel H. Pink, (edit. Granica) el cual fue un bestseller en el año de su publicación (2009). El autor cita en su libro las experiencias de Sam Glucksberg y Karl Duncker sobre “el problema de la vela”  para entender el comportamiento de las personas en relación a los incentivos. Esta experiencia se puede encontrar también en internet a través de los autores. Podéis ensayarla en vuestras organizaciones.

Sam dividió a los participantes en dos grupos distintos, los cuales deberían resolver el problema de la vela (pegar en la pared una vela sin derramar cera sobre la mesa, una vez encendida, con los materiales siguientes: una caja pequeñita con chinchetas, una vela y unos fósforos). A los integrantes del primer grupo les dijo que les cronometraría para establecer métricas y estadísticas de estudio y a los segundos que les cronometraría para poder recompensarles. El resultado fue sorprendente. El segundo grupo tardó tres minutos y medio más que el primero. ¿Por qué? Porque la expectativa de la recompensa económica les restó capacidad de concentración y les impidió pensar creativamente.

Pink lo describe en su libro y a continuación concluye que muchos empresarios y directivos toman el paradigma del incentivo económico como la panacea para la motivación y clima en las organizaciones. Muchas veces el dinero mata la creatividad y la disponibilidad de los propios empleados, a la vez que genera conflicto.

Los líderes y responsables de personas, si se precian de tales, conviene que trabajen y activen mucho más los reconocimientos y caricias que estimulen las competencias emocionales. Éstas son la gran fuente de motivación de las personas, que además cuestan poco dinero, aunque necesitan más imaginación y creencia en el valor de las personas como tales.

Vuestro reconocimiento me ha llegado gracias a que estáis básicamente bien. Por esto os regalo con una pequeña historia que alguien me envió a mi ordenador, y que espero os sirva para confirmar que estáis bien:

“Un profesor en su clase de Filosofía, sin decir palabra, cogió un frasco grande lo llenó con pelotas de golf. Luego preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos estuvieron de acuerdo en decir que si. De nuevo, sin decir nada, el profesor cogió una caja llena de canicas y la vació dentro del frasco. Las canicas llenaron los espacios vacíos entre las pelotas de golf. El profesor volvió a preguntar a los estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que sí. Luego...el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto, la arena llenó todos los espacios vacíos, y el profesor preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes respondieron con un 'si' unánime. El profesor enseguida agregó 2 tazas de café al contenido del frasco y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes reían en esta ocasión. Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo:
'Quiero que se den cuenta que este frasco representa la vida'.
Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos,... Son cosas que, aún si todo lo demás lo perdiéramos y sólo éstas quedaran, nuestras vidas aún estarían llenas. 
Las canicas son las otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el coche, etc.
La arena es todo lo demás… las pequeñas cosas.
'Si ponemos primero la arena en el frasco, no habría espacio para las canicas ni para las pelotas de golf.
Lo mismo ocurre con la vida'. Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes. Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, dedica tiempo a revisar tu salud, ve con tu pareja a cenar, practica tu deporte o afición favoritos. Ocúpate de las pelotas de golf primero, de las cosas que realmente importan. Establece tus prioridades. El resto es sólo arena.  
Uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó qué representaba el café.El profesor sonrió y dijo:
'Qué bien que me hagas esta pregunta… Sólo es para demostraros, que no importa cuán ocupada tu vida pueda parecer, siempre hay lugar para un par de tazas de café con un amigo."

¡Todos vosotros sois mis amigos!