jueves, 23 de junio de 2016

SER COMPETITIVO, ¿VIRTUD O DEFECTO? por Lorena Alcalde



La sociedad en la que vivimos es muy competitiva. Ser competitivos es bueno, incluso podría decirse que es necesario en todos los aspectos de nuestra vida, porque nos motiva a ser mejores y a superarnos a nosotros mismos, sin embargo, los extremos nunca son buenos y lo mismo pasa con la competitividad, debemos serlo en su justa medida si no queremos salir perjudicados.

Es necesario aprender que no se puede ganar siempre, ni ser el mejor en todo, sencillamente porque es imposible. También que no hay necesidad de pisotear a los compañeros para alcanzar nuestras metas y que el fin no justifica los medios.

Medir nuestra valía en función de los resultados de los demás y obsesionarnos por demostrar continuamente que somos mejores que el resto, acaba influyendo muy negativamente en nuestra autoestima, estaremos expuestos a muchísima presión, nos sentiremos decepcionados en caso de no ganar y habremos perdido de vista el objetivo real de porqué nos estábamos esforzando.

Por eso no nos debemos comparar con nadie salvo con uno mismo y esforzarnos por hacerlo siempre mejor que la última vez.


Si en lugar de centrarnos en ser competitivos, buscamos ser competentes, lo que estamos haciendo es asumir que los errores no significan haber fracasado, y que se puede aprender de ellos. Igualmente nos estaremos exigiendo alcanzar los mejores resultados, pero en este caso vamos a valorarnos independientemente del resultado obtenido. Así nos sentiremos satisfechos y orgullosos con nosotros mismos al saber que nos hemos esforzado en dar lo mejor de nosotros. Y es que aunque finalmente no ganemos y las cosas no salgan como hubiésemos deseado, moralmente no nos sentiremos perdedores.

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