jueves, 11 de octubre de 2012

MI NOMBRE ES PABLO Y SOY TRABAJÓLICO por PABLO VILLANUEVA

Esta frase, o alguna similar, podría ser pronunciada por alguno de nosotros en un plazo relativamente corto. El perfil de “workaholic” (adicto al trabajo) empieza a tener una presencia social considerable y la sentencia que titula este post, referencia popular en la acogida inicial de una reunión de Alcohólicos Anónimos, será escuchada muy pronto en empresas, grupos de autoayuda o consultas psicológicas.
Y es que, según un estudio compartido por la Universidad Politécnica de Valencia, la Universidad Jaime I de Castellón y la UPV-EHU, el porcentaje de adictos al trabajo en España podría triplicarse en un plazo de 3 años. Las cifras actuales están en torno al 4,6% y se estima que los “trabajólicos” en España puedan llegar a un 12% en diciembre de 2015.
El equipo de investigación, especializado en la prevención psicosocial en el ámbito laboral elaboró un cuestionario para medir y clasificar la población según su nivel de adicción. Fue respondido por 1.200 trabajadores de Valencia y País Vasco, con edades entre 16 y 69 años.
A continuación, expongo una breve síntesis con los principales e interesantes hallazgos del estudio.
1. IMPACTO EN LA SALUD – Graves efectos
El individuo es un equilibrio de diferentes actividades. Cuando se reduce esta variedad diaria, se genera un considerable impacto negativo, haciendo que la persona pase a conformar un abanico vital cada vez más pobre e insuficiente.
No es fácil detectar este problema que, a veces, se manifiesta a través de un estrés prologado, sobre todo en ciertas profesiones en las que la persona está muy dedicada al trabajo (emprendedores, ejecutivos, etc.).
Para algunas personas esta adicción puede ser una manera de huida del hogar, generando aislamiento: “me dedico a mis cosas y evito ocuparme de la familia, la casa y otras responsabilidades”.
También la falta de recursos económicos para cubrir actividades de tiempo libre puede llevar a alguna gente a utilizar el trabajo como válvula de escape: “como no tengo dinero para salir me voy a la oficina”
Algunos de los síntomas más claramente identificados son: ansiedad, irritabilidad, depresión, preocupación constante por el trabajo, insomnio, hipertensión, alejamiento social, incomunicación personal o negación del problema por parte del adicto.
2. VISIÓN SOCIAL – Una dificultad añadida
Es antinatural trabajar entre 10 y 14 horas diarias, pero la mayoría de la gente lo ve como positivo, como una actitud que demuestra la capacidad, la implicación y compromiso con el trabajo, equiparándolo al concepto de “buen profesional”.
Generalmente, el entorno de la persona adicta al trabajo no ve mal su comportamiento. La práctica de los juegos de azar, la adicción a drogas o el consumo desmedido de alcohol son conductas que se consideran reprobables, ante uno mismo y a nivel social. No obstante, trabajar muchas horas, incluso en fines de semana o renunciando a vacaciones, suele ser considerado respetable.
3. TECNOLOGÍA – Su mal uso favorece la adicción
Un inadecuado uso de las nuevas tecnologías favorece el desarrollo del problema. El uso de tablets, smartphones, equipos portátiles, etc. hacen que muchas personas no puedan desengancharse del trabajo en ningún momento. Pasan a estar siempre disponibles y amplían su jornada laboral, tanto en tiempo como en contextos (trenes, desplazamientos, casa, momentos de ocio).
En un reciente estudio, el servicio de empleo Experteer preguntó a más de 1.300 candidatos de alto nivel cuál es su relación con el trabajo durante sus días de descanso. Más del 49% de los ejecutivos españoles reconoce consultar su correo electrónico al menos una vez al día en fechas no laborables y sólo un 48,7% considera que es capaz de desconectar de sus responsabilidades durante las vacaciones.
 
4. IMPACTO ECONÓMICO – Pérdida de eficiencia
Todos sabemos que trabajar más nunca suele ser sinónimo de trabajar mejor. Carlos Alcover, profesor de Psicología del Trabajo y Organizaciones de la Universidad Rey Juan Carlos, incide en que la actividad laboral extrema tampoco es económicamente eficiente para las empresas. En este sentido, ha recordado que son muchas las medidas de ahorro y conciliación de ciertas compañías europeas donde, a determinada hora, se apagan las luces y cierran las instalaciones para evitar que algún trabajador permanezca en su puesto fuera de la jornada establecida.
5. COLECTIVOS DE RIESGO – Algunas tendencias
-          La relación entre el apego a la tarea y la competitividad es directamente proporcional a las posibilidades de desarrollar la adicción.
-          A nivel de entorno, se produce con más frecuencia en contextos exigentes en los que se ofrecen incentivos por una mayor productividad o por la consecución de objetivos (directivos, ejecutivos, etc.)
-          Perfil personal de riesgo: personas con elevada autoexigencia y competitividad.
-          En personas cuya tarea es vocacional y abierta (emprendedores, profesionales freelance, etc.) hay mayor riesgo desarrollar la adicción, que se confunde con el sentido positivo de productividad y la búsqueda de buenos resultados.
-          Se da más en hombres que en mujeres, sobre todo en clase media y hábitat urbano.
-          La probabilidad de generar la adicción es más acusada entre los 40 y 50 años.
Finalmente, del estudio se deriva la necesidad de poner en marcha medidas de cara a evitar el contagio de la que está considerada una de las psicopatologías sociales más peligrosas de este siglo. Del mismo modo, se aboga por promocionar una cultura empresarial que permita aumentar la capacidad de los trabajadores para sobreponerse a contextos de elevada carga emocional, mejorando sus recursos para afrontar dificultades, ciertos cambios o gestionar adecuadamente el miedo de poder perder el empleo.


7 comentarios:

  1. Vicente González del Pozo11 de octubre de 2012, 9:49

    Pablo:
    La verdad es que muy revelador. Yo creo que es algo que muchos percibimos a nuestro alrededor y que incluso en algunos casos nos vemos "tocados" por el problema.
    Me han encantado los datos que aportas...ponen "dimensión" al problema.


    Gracias

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  2. El Grupo te quiere Pablo

    Tener un equilibrio ( digamos budista ) entre todas las facetas de nuestra vida: trabajo, familia, relaciones sociales, economía, salud, apariencia física, crecimineto personal, etc. no sólo debe ser un estado deseado sino un trabajo y ocupación diarío.
    Pienso que sí se puede estar muy ocupado, incluso más de 24 horas al día, el problema es estar preocupado por todas ellas y además tener desequilibrios imporatantes en alguna de esas facetas.
    Muchas veces no es preguntarnos que voy ha hacer para tener menos trabajo, sino ¿qué cosas realizaré en las otras facetas de mi vida que ocupen mi tiempo?

    Gracias Pablo.

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  3. Gracias Pablo por tocar este tema en estos momentos que todos nos tachan de poco productivos. Podemos caer fácilmente en el extremo opuesto y sin embargo no sólo no resolver el problema sino agudizarlo. La "curva de Sheldon", médico estudioso de este tema allá por los años cincuenta, ya nos indicaba que trabajar más de ocho horas de modo habitual es "improductivo".

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  4. Efectivamente, trabajar más horas no significa ser más productivo. Sin embargo, se trata de una creencia muy extendida en empresas y trabajadores en nuestro país y, por ello, esa "adicción al trabajo" de la que hablas es más común de lo que creemos.
    Enhorabuena por el artículo, Pablo.
    Saludos.

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  5. Gracias Vicente, José, José y Teresa por vuestros comentarios.
    En la línea de lo comentado por José Mozo considero clave la priorización, en función de la importancia y urgencia, de las tareas que habitualmente hacemos. Antes de eso es importante preguntarnos "para qué" las hacemos y a partir de ahí sustituir las inútiles. En esa sustitución siempre es interesante introducir algunos aspectos que realmente deseamos hacer (por contraposición a los que "tenemos que" hacer).
    Saludos cordiales.

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  6. Arancha Rodríguez García7 de noviembre de 2012, 17:15

    Muy interesante esto que Pablo nos recuerda.
    En ocasiones nos acostumbramos tanto al flujo de adrenalina que se descarga ante los retos laborales que dependemos de ellos para sentirnos con entusiasmo y energía.

    Por otro lado, una regla no escrita espera de nosotros que estemos siempre ocupados, con exceso de trabajo, hasta tal punto que esta expectativa se ha convertido en un símbolo de nivel social: si estamos ocupados somos importantes.

    El hecho de estar ocupado nos da seguridad.

    Lamentablemente en muchos casos es sólo una excusa para no afrontar LO IMPORTANTE de la vida.

    Saludos

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  7. Interesante me ayudara mucho para una expocision que tengo en la Universidad gracias.

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