jueves, 18 de octubre de 2012

LA PASIÓN ME PARECE UN EXCESO por JESÚS ALCALDE

Confieso que he vivido apasionado, que he cometido locuras, que he tomado decisiones arriesgadas, puede que valientes, que he seguido modas y nuevas tendencias, que he vivido muchos cambios de función, de contexto y de lugares, que he disfrutado de la amistad de muchos y sufrido algunas antipatías que yo aprecio interesadas. ¡Siempre con pasión!
Y que me ha ido bien,  al menos en los logros aparentes  y en la autoestima.
En el curso de certificación de coaching me di cuenta que la pasión remansada, siempre pendiente, es ser mejor persona, sacar lo mejor de mí mismo, incrementar la capacidad de vivir y estar a gusto contigo mismo y con los demás. Incluso he aceptado que con algunos, el sistema en general y varios directivos y políticos (en cualquier caso,  incluyendo los que están en el poder), tengo cada vez más serias diferencias.
Os voy a contar algunas historias personales, relacionadas con mi hacer en los Recursos Humanos.
Entrados  los 70, fui militante de la participación de los trabajadores, de la democratización de los mandos, de los círculos de calidad, de la comunicación de los huevos fritos (qué desayunos nos ponía el mesón,  en los cursos), del análisis transaccional y ¡del cambio!. ¡Qué jornadas en el Montico, filosofando en equipo sobre la reglas de oro del cambio, la libertad  de experimentación, aplicando al abastecimiento de la cadena y a la reducción de stocks, a la calidad creada y percibida! De esto del cambio no me he podido bajar nunca y cada cierto tiempo, nos achuchan olas de presión de que hay que seguir haciendo esfuerzos o sacrificios, que es lo mismo. Hoy vivimos un tsunami.
En los 80, fuimos muchos los que nos hicimos forofos de la calidad total y de la excelencia, que luego se apropiaron los de la EFQM y aquí lo convirtieron en club (detrás de lo bueno, siempre hay negocio). Levantamos banderas con los grupos semiautónomos, la teoría Y y el sistema de trabajo en equipo. Empezamos a medir  la calidad de vida laboral de los trabajadores, enseñábamos el liderazgo de Blake and Mouton, de Reddin, de Hersey y Blanchard, luego de Blanchard solo.
Los 90 fueron años de gestión y  responsabilidad sobre resultados y esos  se alcanzan con pasión y a veces, con presión. El internet irrumpió en nuestras vidas y lo que no estaba en la burbuja no existía. La burbuja explotó y se llevó algunos ahorros con moviline. Pero nos convertimos a la inteligencia emocional, porque sin pasión no se puede vivir.
El cambio de siglo nos trajo ilusiones sostenidas. Hemos puesto rostros felices a la pasión, nombre a las emociones, coto al estrés con los spa. Hasta que la realidad se ha impuesto, por la tele y en un día de mayo de 2009.
 Y todo lo hemos hecho con efectividad, sinceros y convencidos, con pasión.
Muchos de nosotros hemos pasado de la teoría a la práctica, de los seminarios participativos a los talleres outdoors, de la excelencia al lean production y al 6 sigma, de los puestos a las competencias, de la administración a la gestión de los RRHH y de la gestión al liderazgo, de la formación al coaching ejecutivo, del presencial al online y videoconferencia,…
Y todo lo hemos hecho, yo al menos, con pasión, como quien persigue y descubre algo totalmente nuevo y distinto, que es la respuesta, la alternativa, algo que necesariamente  hay que aplicar.
Ya llevamos más de tres  años en barrena, cayendo en la cuenta que la realidad es otra y que esto es como un pozo sin fondo, que cuanto más cavas más agua sale y te ahoga.
Y descubres (descubro, a mis años) que la pasión es un exceso: que la novedad en muchos casos es una moda interesada, que mi pasión la gobiernan otros (los mercados), que el cambio no ha salido de mi ni lo necesito tanto, que me lo han creado. Que la innovación no siempre acierta, porque lo nuevo y distinto no necesariamente aporta calidad. Que el Smartphone no me hace más inteligente, aunque me tiene prisionero del internet, del twitter y del whatsapp las 24 h del día. Que las redes son virtuales, pero no reales y que “customizan”  intereses latentes muchas veces. Que ante tanta información en internet, el negocio es cuál es la buena y para qué vale, qué significado tiene.
Que con la crisis y recesión que llevamos, los líderes no están acertando a encontrar la salida y estamos ajustando la pasión que teníamos en aguantar el chaparrón, en reajustar el sistema, en pergeñar realidades de excesos políticos.
Y en el campo del trabajo estamos de poda de los excesos conseguidos. La pasión está cambiando de signo. Cada vez hay más cabreados por lo que nos quitan y por lo que consideramos justo y no podemos  alcanzar.
Hoy necesitamos datos fiables, transparencia, reflexión, serenidad, refundar y actualizar principios y normas de convivencia, la visión común de trabajo y de nuestra sociedad. Otra realidad es necesaria.
La pasión me parece un exceso, porque la realidad hoy es como un choque de trenes, cruce de líneas que nunca se encuentran,  pasiones que siguen sus raíles fijos, que nunca se hablan. ¿Qué tenemos que hacer para liberar los deseos de intereses espurios? ¿Qué tenemos que hacer para convencer al dinero que  alimente buenas emociones, y que siga el trabajo y la vida? ¡Otra realidad es posible! Estoy focalizando la pasión en un nuevo mundo, porque no se puede vivir sin ella, pero me doy cuenta que en muchos casos es un exceso.

7 comentarios:

  1. Enhorabuena, Jesús. Me he sentido arrastrado por la nostalgia al leer tu artículo. Me parece muy bien escrito, agudo y razonable,... pero me queda una duda que crece a medida que me la planteo.
    Creo que es fundamental la razón para orientar el camino y trazar planes coherentes con las circunstancias, pero ¿podemos iniciar algo nuevo sin pasión?
    Es cierto que sin la guía de la razón, podemos dar en cualquier cosa, pero vuelvo a la cuestión planteada cada vez que considero lo que cuesta emprender un cambio.

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  2. También me sumo a las felicitaciones, Jesús. Gran aportación, llena de reflexiones acertadas.

    Me sumo a esa perplejidad de ver cómo lo nuevo es elevado a la categoría de bueno tan solo por ser nuevo. Muchas veces, como apuntas, por propio interés de quien obtiene beneficios con la renovación o con los cambios.

    He visto pasar ratios e indicadores financieros de los que nadie ya recuerda su nombre, pero que fueron inevitables hace unos años en cualquier documento. Y gurús que iban a cambiar el mundo con su llegada, que arrasaban lo establecido sólo porque permanece vigente muchos años, y teorías, y disciplinas, aplicaciones, programas, soluciones a problemas, ... en fin, modas.

    Separar el grano de la paja, es una buena labor, aunque muchas veces el simple viento (tiempo) hace la tarea. La paciencia es una virtud, aunque no sé si compatible con la pasión (ese es otro debate).

    Gracias, Jesús, por hacerme pensar. Saludos.


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    1. "...lo nuevo es elevado a la categoría de bueno tan solo por ser nuevo..." Qué razón tienes Luis. Totalmente de acuerdo.

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  3. Sólo puedo aplaudir con las orejas y envidiar a Jesús. Quizá poner una pizquita en el otro lado de la balanza:

    Nuestras decisiones son netamente emocionales. La racionalidad con las que las investimos es una decoración para no sentirnos 'impulsivos'.

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  4. Me han gustado muchísimo tus reflexiones sobre la pasión. Creo que la pasión remansada que tu citas es la que se consigue con la experiencia, la que identificamos en las personas equilibradas o en las personas que son capaces de potenciar a otros para que sean mejores. Nunca un exaltado o una persona que no domine su pasión consiguió que otros fueran mejor (creo). Las antiguas formulas siguen vigentes cuando la cruda realidad nos hace tocar suelo una vez más, como sucede en el momento que vivimos actualmente. Y creo que aunque el ser humano, como explorador que es, seguirá proponiendo fórmulas con la intención de facilitarnos la vida o de conseguir la excelencia y comprobaremos que a la hora de la verdad todo tiene que ver con unos pocos buenos principios de siempre, trabajo, dedicación, comunicación, ilusión y pasión remansada.

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  5. Gracias Jesús porque con tu aportación yo he ido recorriendo/recordando el mismo camino. Me identifico totalmente con lo que dices. Y tenemos que estar siempre abiertos a nuevos paradigmas y corrientes pero no magnificar ninguna. Todo pasa, todo cambia. Y como muy bien dices, el reto del siglo XXI es aprender a comvivir.

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  6. Los tiempos cambian, las personas también. Es una ley natural, si el entorno no cambia y somete a presión a sus criaturas estas no evolucionan y si no evolucionan la vida en sí misma corre peligro. Los entornos humanos no son ajenos a esta dinámica.

    En la gestión empresarial como en otros ámbitos , se ve mucho a los pavos reales vendedores de humo y menos a los eficientes que producen resultados. Los "gurús" que no han dirigido nunca nada realmente, charlatanes, embaucadores o hijos de papá sin experiencia en gestión o nómadas de la misma. Gestores de revista o auditorio ...... Siempre se ha dicho que la información es poder, pero la información sin criterio no sirve de nada.

    Que no decaiga la pasión y que no perdamos el criterio.



    un saludo


    Hijo Pródigo

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