PASIÓN por FÉLIX ALBERTO SANZ

Tenía pendiente desde hace unos días la lectura de un reportaje (entrevista incluida) que el XLSemanal publicó apenas hace una semana sobre un personaje que, por lo complejo y singular, me resulta atractivo. José Mourinho. Es un reportaje que más allá de la persona en sí se centra en su rol como líder de equipos, de ahí que me interesara tanto el mismo.
Del conjunto del artículo me ha llamado especialmente la atención una parte que quiero compartir con vosotros.
Hay un apartado en el cual Fernando Ilharco, Profesor de la Universidad Católica Portuguesa y coautor del libro “Liderança, as lições de Mourinho” (Ed. Booknomics) –cuando sepa portugués o lo traduzcan al castellano prometo leerlo- resume en un decálogo lo que caracteriza a Mou como líder: Pasión por lo que hace; Actualización constante; Coherencia; Subrayar el espíritu de equipo (nadie por encima del mismo); Mucho trabajo; Comunicación y empatía; Adaptación a la situación; Carisma; Innovación y originalidad; Gestión del equipo de forma global, prestando especial atención a todos los detalles.
Supongo que nada es nuevo para ninguno de nosotros, pero quiero poner un acento especial en algo que no siempre valoramos en su justa medida y que, creo yo, marca la diferencia entre un buen “director” y un grandísimo líder. La pasión (punto primero del mencionado catálogo).

Mi abuela –una de las personas más sabias que conozco a pesar de que apenas sabe leer y escribir- repite mucho un dicho popular “los perros y los niños van dónde hay cariño”. Ese dicho hace referencia al más puro instinto, a la capacidad tangible que los animales y los niños tienen para captar emociones y que los adultos tenemos latente, escondida bajo la dictadura del raciocinio. Pero ojo, que esté la mayor parte del tiempo oculta no significa que la hayamos perdido. Por eso, cuando alguien tiene y transmite ese punto extra de pasión (y además, claro está, domina lo que hace) los demás lo seguimos. Por puro instinto.

Dice el entrenador portugués en la entrevista que él cree que esa capacidad para involucrarse por lo que haces, por apasionarte por lo que haces y transmitirlo a quienes te rodean es genética, que no es aprendida y no se puede mejorar.
No voy a entrar en ese debate (a no ser que alguno quiera) sobre si es genética o aprendida esa capacidad de apasionarse por lo que haces, pero sí es cierto que parece que hay personas que irradian energía positiva con las cosas con se involucran y otras que, siendo tremendamente competentes y eficaces en sus quehaceres, les falta ese punto de chispa que tienes la impresión de que jamás serán capaces de tener. ¿Será acaso la pasión ese punto de sal que les falta?

No me quiero enrollar mucho más, tan sólo quería hacer público un pensamiento/ sentimiento que tengo desde hace mucho y que este artículo me ha ayudado a expresar y compartir, que para poder liderar a los demás de esa manera que todos consideramos ideal, es fundamental tener un extra de pasión por lo que haces y por quienes lo haces, pues ese es, creo yo, el extra que determina que uno sea un auténtico LÍDER.