lunes, 21 de diciembre de 2020

Igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres: educación y conciencia social; por Ana María Monge.

 

    La desigualdad entre mujeres y hombres en el ámbito laboral es una realidad, lo muestran los datos que refieren que las mujeres presentan los porcentajes más altos de precariedad laboral, temporalidad, desigualdad salarial, dificultades para acceder a determinados empleos, ocupar puestos directivos y la conciliación entre la vida profesional y familiar.

Todos estos fenómenos ocurren por varias razones y están relacionados entre sí en un sistema socio-cultural complejo y dinámico.

En este post se realiza un breve análisis de cuatro aspectos clave de la problemática que marcan las diferencias centrales entre hombres y mujeres.

1). Segregación ocupacional por género y diferencias en la elección de estudios superiores.

2). Brecha salarial.

3). Techo de cristal.

4). Conciliación familiar. 

El punto de partida comienza en la infancia, momento en el que empezamos a adquirir los roles de género a través de la socialización, proceso de aprendizaje por el que se transmiten creencias, valores y comportamientos dominantes de una determinada sociedad. Los agentes socializadores como la familia, la escuela, los medios de comunicación y la sociedad en general, perpetúan los estereotipos de género fomentando distintas actividades para niños y niñas, por ejemplo, a las niñas se las relaciona con actividades de cuidados y atención a los demás, mientras que a los niños se les incentiva actividades de acción, competición, estrategia y mayor control del medio externo.

De esta forma se crean unas tendencias específicas que se mantienen en la edad adulta haciendo que, por un lado, las mujeres prefieran realizar unos trabajos determinados y a su vez la sociedad espere eso mismo de ellas. Una retroalimentación que perpetúa la orientación laboral de las mujeres en puestos de atención y servicio a los demás y al cuidado del hogar; y al hombre en sectores de industria, agricultura, construcción y ocupaciones en la esfera pública.

Se produce así una división sexual de trabajo tanto en empleos no cualificados como en puestos que requieren estudios superiores. Si observamos los datos del Ministerio de Educación vemos como en los grados relacionados con profesiones de ayuda y enseñanza como enfermería, pedagogía o psicología el porcentaje de mujeres llega hasta el 80%. Sin embargo, cuando se trata de carreras técnicas como ingeniería, industria o construcción el número de mujeres presentes desciende a un 24,7%.

 

En cuanto al tema salarial según el Instituto Nacional de Estadística, en el año 2018, el salario anual más frecuente en las mujeres (15.484,4 euros) representó el 83,8% del salario más frecuente en los hombres (18.470,8 euros).

Para ver las diferencias salariales, hay que tener en cuenta el salario por hora y distinguir el tipo de jornada, dado que las mujeres suelen presentar mayor tasa de trabajos a tiempo parcial. En el trabajo a tiempo completo, el salario por hora de las mujeres (11,9 euros) en el año 2018 alcanzaba el 93,3% del salario por hora de los hombres (12,8 euros). Al considerar la jornada a tiempo parcial, el porcentaje anterior alcanza un valor del 87,4%.

 


Otro fenómeno, que lleva describiéndose varias décadas, es el techo de cristal que se trata de una barrera invisible que impide a mujeres cualificadas alcanzar puestos directivos y de alta responsabilidad. Aunque actualmente el número de mujeres trabajadoras constituyen más de la mitad de la población ocupada, la presencia femenina disminuye drásticamente en determinados puestos como, por ejemplo, en la presidencia y consejo de administración de las empresas del IBEX-35 (presidentas: 2.86%; vicepresidentas: 2.44%; consejeras: 3.69%), en altos cargos del Banco de España (donde su presencia es nula), o en la presidencia de las cámaras oficiales de comercio, industria y navegación (2.35%).

Las causas de este fenómeno son variadas, y es un hecho que, aunque una mujer esté preparada para liderar un determinado puesto, los factores socio-culturales juegan en su contra teniendo que romper más barreras y prejuicios que los hombres para poder desarrollarse profesionalmente.

 

Uno de los factores con mayor peso que impide a la mujer evolucionar profesionalmente es la irreal conciliación familiar. Actualmente son muchas las mujeres que deben sacrificar sus logros profesionales por el cuidado familiar y aunque muchas veces parece una elección completamente voluntaria, hay una herencia patriarcal que arrastra tanto a hombres como a mujeres a responsabilizar ciertas tareas (como el cuidado de los hijos) a las mujeres, algo que solo puede combatirse con la educación y la transformación de la sociedad actual.

 

Como conclusión, cada vez hay más leyes que amparan la igualdad de oportunidades, pero no es suficiente: la no discriminación por género resulta sólo un criterio legal pero no un hecho plenamente conseguido. La conciliación no será real y no servirá de nada impulsar a las mujeres a la esfera pública, si no se educa a los hombres en responsabilidad compartida en la esfera privada. Debe haber un cambio integral en la sociedad: una educación con perspectiva de género que empodere a las mujeres y permita eliminar las barreras actuales, que se centre en las personas y en la explotación del talento sin diferencias de género, rompiendo los modelos clásicos de la masculinidad hegemónica.

Si no entendemos que la historia y los grandes hitos se cuentan desde un punto de vista androcéntrico y que eso modela nuestras creencias, aspiraciones y expectativas; si no entendemos que la educación es la base del cambio, las leyes por sí solas sólo cambiarán la forma, pero el trasfondo del imaginario colectivo seguirá siendo el mismo: hace falta un cambio de pensamiento transformacional y cultural.

 

¿Y tú qué opinas? ¿Has podido observar estas desigualdades en tu entorno laboral?  

¿Te has preguntado alguna vez por qué profesiones tradicionalmente femeninas, como costurera o cocinera, cobran prestigio de la mano de los hombres saltando a la esfera pública como diseñadores y chefs? ¿Consideras que la educación actual se imparte con perspectiva de género? ¿La próxima vez que te vuelvan a poner a Rafa Nadal como ejemplo de superación, recordarás que Margaret Court, Serena Williams y Steffi Graf le superan en número de Grand Slam?




Los riesgos psicosociales en las empresas; por Raquel López Rubio.

 

La salud mental o el bienestar psicólogo, suelen ser vistos como factores a tratar en contextos médicos o psicológicos exclusivamente, lo que hace que en el resto de contextos de los seres humanos se vean como irrelevantes, pero la importancia de éstos atañe más allá. Se estima que, alrededor de un 30% de las bajas laborales tienen su raíz en riesgos psicosociales, tales como el estrés, ansiedad, fatiga, bajo estado de ánimo, etc. Además un 22.5% de los trabajadores consideran que el trabajo afecta a su salud, tanto física como mental. Debemos entonces preguntarnos si hay que darle la importancia que merece el bienestar psicológico dentro de la empresa o, por el contrario, podemos seguir haciendo con que no es relevante ni ocupa lugar dentro del contexto labora de cada individuo.

¿Qué son? Antes de seguir analizando su importancia dentro de las empresas; los riesgos psicosociales son “aquellas condiciones que se encuentran presentes en una situación laboral y que están directamente relacionadas con la organización, el contenido del trabajo y la realización de la tarea, y que tienen capacidad para afectar tanto al bienestar o a la salud (física, psíquica o social) del trabajador como al desarrollo del trabajo” (INSHT, 1997). Son los patrones de interacción entre el individuo y su entorno que hacen que aumenten las posibilidades de un deterioro en el bienestar psicológico de las personas, así como en la cantidad y calidad de su trabajo. Los riesgos psicosociales pueden causar trastornos del sueño, mala gestión de las emociones (ira más frecuentemente), trastornos psicosomáticos, ataques de pánico, etc., pero sin duda el más frecuente es el estrés sostenido.

El estrés sostenido, denominado patológico, es el inicio del deterioro completo de un trabajador. Puede causar, por ejemplo, inseguridad a la hora de tomar una decisión lo que provocará pérdidas en la producción, causa también insomnio el cual se ve reflejado en la productividad y esfuerzo del trabajador. Otra causa del estrés es la procrastinación; el aplazamiento de lo que uno debe hacer para dedicarse a otras actividades más triviales o apetecibles las cuales no causen miedo o estrés, efecto que también tiene consecuencias negativas en el puesto del trabajador poniendo en duda su autoridad.



¿Cómo evitarlos? Lo primero a tener en cuenta es que, las empresas que saben atajar estos riesgos psicosociales son aquellas que resultan más flexibles y dinámicas, además de ser más creativas que las que no lo hacen.  Entre los pasos a seguir en una empresa para evitarlos, destacan:

  • -       Considerar necesario e indispensable conectar de manera empática con los trabajadores y liderar evitando dar órdenes de manera exclusiva, es importante que prevalezca la bidireccionalidad.
  • -       Tener en cuenta el contexto, las habilidades y recursos de cada persona y la percepción de las exigencias del entorno desde la empresa, para poder dar respuesta a las necesidades de las personas y la empresa. Lo recomendable es realizar un diagnóstico de la situación centrado en la entidad formada por trabajador-organización, como algo vivo, en movimiento y cambiante.
  • -        Favorecer la comunicación entre todas las personas que forman parte de la empresa, utilizar la negociación como una herramienta útil y apoyar la participación de los trabajadores en la toma de decisiones, sobre todo cuando dichas decisiones les afectan directamente, ya que si no participan es difícil garantizar que se cumplas las medidas propuestas con eficacia.
  • -        Adecuar el puesto de trabajo a la persona, así como el ritmo de trabajo, la responsabilidad de este  y el contenido de cada tarea.
  • -        Organizar, planificar y programar la formación para que responda a las necesidades de la empresa y satisfaga las expectativas de los trabajadores.
  • -        Establecer sistemas de información adecuados que impliquen al  trabajador en la organización. Estos sistemas deben referirse  a los resultados del trabajo esperado, las metas, los objetivos, los métodos del trabajo, así como a los riesgos y medidas preventivas.
  • -        Implantar sistemas de resolución de conflictos para fortalecer y mejorar las relaciones personales, ya que son necesarias para realizar adecuadamente el trabajo diario.

A modo de conclusión destacar la importancia que tienen estos riesgos psicosociales en una empresa y, más concretamente, desde el departamento de RRHH donde el trato con los trabajadores y las personas de una empresa es más directo e importante.  Imprescindible es hacer una reflexión sobre la importancia de la salud de todos ellos, puesto que si nuestros empleados no se encuentran en disposición de realizar sus tareas adecuadamente la empresa tampoco podrá lograr sus objetivos. Una empresa necesita a sus trabajadores, y como tal, debe cuidarlos como la pieza fundamental e indispensable que son. Como se ha visto, no es tan difícil hacer que una empresa funcione bien con unos trabajadores sanos y felices, además de que es la mejor manera de conseguir que la empresa alcance sus metas.

¿Y tú, qué piensas?

 

domingo, 13 de diciembre de 2020

RRHH; El antes y el ahora; por Sofía de Santiago

 

Los Recursos Humanos en las organizaciones están en constante cambio, igual que el mundo en el que vivimos. Y han evolucionado de tal forma que son claves para el presente y el futuro del factor humano en las empresas.

 

Dando un paseo por la evolución de las funciones de recursos humanos en las organizaciones, nos remontamos a la Revolución industrial donde por primera vez se constituyeron los “departamentos de bienestar”. Fueron formados porque en las grandes empresas se mecanizaron muchas tareas y esto incómodo seriamente al empleado. Su misión era intentar solucionar problemas a dicho empleado en cuestiones como vivienda, familia, etc... pero todo esto para un mejor rendimiento, claro.

 

A finales del s. XIX Frederic Wilson Taylor, un trabajador norteamericano, dividió el sistema de fabricación en pequeños pasos para que los empleados no tuviesen que poseer tantas habilidades y así tuviesen más productividad. Pero no tuvo éxito porque no tenía en cuenta las necesidades de los trabajadores.

 

Al comienzo del s. XX se empezaron a considerar los factores psicológicos y sociales del trabajador. Por fin se plantea que cada trabajador es diferente y que el factor económico no es lo único importante.

 

¿Y en la actualidad? ¿Qué papel juegan los Recursos Humanos?

 

 Hay muchas empresas que actualmente se han quedado con el concepto de que los RRHH en las organizaciones sólo tienen que ver con las contrataciones, las nóminas y con la gestión de horarios...  Es verdad que el trabajo administrativo es de vital importancia y que gestionarlo conlleva mucho tiempo y esfuerzo por parte del equipo, pero bajo mi punto de vista hay un trabajo aún más fundamental que es LA GESTIÓN DE LAS PERSONAS.

 

 Este nuevo enfoque más vinculado a las relaciones interpersonales, a la participación y a crear compromiso tiene algunos puntos clave que debemos tener en muy en cuenta a la hora de dicha gestión:

 

     -  Atracción de talento: procesos de selección bien definidos para elegir a los candidatos que cumplan con las expectativas y necesidades de la empresa, y al mismo tiempo que dichos candidatos quieran trabajar en nuestra empresa y no en la competencia (crear atracción).

 

  - Entornos de trabajo excelente: conciliación entre la vida laboral y la personal. Comunicación directa, clara y asertiva. Motivación de los empleados.

 

     - Desarrollo y formación de los empleados: los trabajadores no buscan estancamiento sino evolución y desarrollo, para ello hay que tener una buena formación continua y planes de desarrollo adecuados, además de dar importancia a la movilidad interna.

 

  - Remuneraciones personalizadas: para motivar a los empleados es necesario tener en cuenta que las compensaciones o incentivos no siempre tienen que ser monetarias, dependiendo de cada trabajador podemos incentivar de un modo u otro, hay personas que valoran más el tiempo que el salario, se puede compensar como horas extras, días libres, ayudas familiares y de estudios o incluso relacionadas con la salud.

 

  - La digitalización, punto clave para aumentar la eficiencia a través de la automatización de procesos vinculados a RRHH, que permitirán centrarse en actividades con mayor valor añadido. Además de generar información de calidad sobre las personas, de modo que podrá ser compartida y analizada a través de plataformas tecnológicas adaptadas.

 

 Como vemos, ha habido una gran transformación del departamento de RRHH a través de los años donde los objetivos de la empresa y del empleado AHORA van de la mano, donde se cuida su bienestar y su satisfacción personal y donde su función es mucho más estratégica.



El trabajo en equipo es fundamental y para ello nuestro departamento es el nexo de unión entre empleados y directivos, debemos trabajar de forma conjunta para que nuestra organización consiga las metas establecidas dentro de un marco estratégico común.

 

 “Si conseguimos que los empleados y los objetivos de la organización estén en la misma línea, y que además estén motivados y comprometidos, habremos hecho una buena gestión”.

 

 

¿Qué pensáis que puede traer el futuro?

 

Seguramente esto no pare aquí y la evolución sea cada vez mayor. Algunos conceptos que ya estamos escuchando (gamificación, teletrabajo, innovación, transformación digital...) y otros muchos que aprenderemos con el tiempo...

 

¿Y vosotros, que opináis?

Compromiso laboral; por Ionut Alexandru

 El compromiso es la vinculación laboral a nivel racional emocional y transcendente, con una búsqueda del beneficio mutuo empleado-organización mediante una actitud proactiva por ambas partes para mantener la calidad de este vinculo a largo plazo.

Dando lugar a tres conductas para el éxito de la organización:

  •   Realización de esfuerzos extra por parte del empleado.
  •   Solida voluntad de permanencia a largo plazo en la organización.
  •   Apertura y apoyo a la transformación necesaria de la organización para seguir siendo competitiva, incluso cuando suponga realizar algún sacrificio personal.




De esta manera pasamos de elementos individuales a un componente colectivo y bidireccional con una conexión del empleado con la organización a tres niveles:

  • Racional: vinculado con las oportunidades de desarrollo, compensación, empleabilidad que ofrece la compañía. 
  • Emocional: vinculado con los valores corporativos.
  • Transcendente: realización de un trabajo con sentido.

El componente racional es la base del compromiso, pero debe ponerse especial énfasis en el componente trascendente y en el emocional.

Causas de la crisis actual de compromiso:

A)     Comunicación interna de baja implicación:
                           I.          Desconocimiento de la estrategia e impacto de su rol en éxito organizativo.
                          II.          Falta de involucración en el futuro organizativo.
B)     Gestión excesivamente cortoplacista:
                           I.          Visión demasiado financiera: personas como meros recursos.
                          II.          Se valora más el “que” que el “como”.
C)    Cultura empresarial y liderazgo que no fomentan el compromiso:
                           I.          Baja reciprocidad.
                          II.          Liderazgo jerárquico y poco creíble: empleados no se sienten identificados.
D)    Políticas de gestión de personas inadecuadas:
                           I.          Percepción de inquietud.
                          II.          Incertidumbre laboral permanente.
E)     Desprestigio social del compromiso:
                           I.          Insuficiente reconocimiento de las actitudes comprometidas a nivel educativo, profesional y social.
                          II.          Búsqueda del éxito fácil y con poco sacrificio.
 

Como medir el compromiso:

Existen múltiples modelos y encuestas para evaluar el compromiso. En general se suelen analizar a través de preguntas cerradas y algunas abiertas que permiten mayor libertad de “feedback” las siguientes variables: gestión del rendimiento, comunicación, cambio/innovación, diversidad, liderazgo/desarrollo, reconocimiento/compensación, jefe directo, puesto de trabajo, conciliación, trabajo en equipo y nivel global de efectividad y de compromiso.

Como mejorar el alto rendimiento:

 A)     Organización alineada:
                           I.          Orgullo de pertenecer: valores, misión y visión.
                          II.          Conexión con valores, tener claro el sentido del trabajo.

B)     Jefes creíbles:
                           I.          Credibilidad de lideres.
                          II.          Relación con el equipo.
C)    Equipo de alto rendimiento:
                           I.          Trabajo en equipo y calidad de los compañeros.
D)    Puesto estimulante:
                           I.          Puesto permite la autorrealización personal.
                          II.          Comprensión del impacto del puesto en la empresa.
                        III.          Oportunidades de desarrollo futuras.
                        IV.          Compensación total competitiva y reconocimiento.
                         V.          Autonomía de decisiones, entorno flexible y recursos suficientes.
                        VI.          Renovación periódica.
                      VII.          Repensar periódicamente políticas y funcionamiento corporativo para potenciar compromiso y alineación empleado/empresa.

 

Conclusión:

Como conclusión a todo esto, es importante destacar que entre la empresa y los trabajadores debe de haber una fuerte conexión en valores, misión y visión. Además, para conseguir que las personas se sientan comprometidas influyen tres factores:

·    En primer lugar, el factor racional se trata del desarrollo y la compensación.

·    En segundo lugar, el factor emocional hace referencia al hecho de que los valores tienen que coincidir.
·    En último lugar, el factor transcendente es el sentirse lleno con su trabajo.

En el momento en el que falta alguno de estos factores, el compromiso de los trabajadores puede desaparecer, y con ello también los esfuerzos extra, la permanencia a largo plazo en la organización, y el apoyo en la empresa.

Con todo esto, concluyo que el compromiso laboral es uno de los factores clave para el buen funcionamiento de una empresa, así como para lograr el éxito empresarial, tanto a nivel individual como colectivo. Haciendo hincapié en los factores que determinan el compromiso laboral creo que todos ellos son fundamentales, necesarios e igual de importantes, ya que sin la presencia de todos ellos el compromiso del trabajador no solo puede disminuir, si no que puede no llegar a aparecer, haciendo peligrar el éxito de las relaciones profesionales.

Por otro lado, no solo son los trabajadores los que tienen que lograr un compromiso laboral, si no que también la empresa debe propiciar esta situación a través de diversos mecanismos. Como punto final creo que el compromiso laboral es fundamental en una empresa, y es igual de importante fomentar el mismo como evitar las actitudes que llevan a una crisis del compromiso.

 ¿Y tú qué opinas?

martes, 8 de diciembre de 2020

La importancia de los planes de formación en las empresas, por Laura Zarzuelo

     El principal objetivo de la formación en una empresa es la capacitación y actualización permanente de competencias y conocimientos de su personal, para permitirle un mayor desarrollo profesional y un óptimo desempeño de las actividades encomendadas. Cada día son más las compañías que apuestan por invertir en formación, pero desafortunadamente, para muchas otras esto todavía supone un gasto de difícil justificación.

En este post me gustaría reflexionar acerca de la importancia hoy en día de contar con un plan de formación bien estructurado desde el departamento de Recursos Humanos. 

 


En primer lugar, desde la perspectiva del trabajador. ¿Nunca os ha sucedido que, al incorporaros a un nuevo puesto de trabajo os habéis sentido “solos ante el peligro”, porque no se os había proporcionado la información suficiente para desempeñar el cargo? Yo misma he vivido esta situación en varias ocasiones. Te seleccionan para el puesto, se fija la fecha y la hora para la incorporación, llega el momento y… Te encuentras con que tienes que arreglártelas por tu cuenta, sin nadie que te supervise o te guíe dándote las explicaciones pertinentes. Si bien es cierto que este tipo de experiencias te hacen más fuerte y te dotan de autonomía y una alta capacidad resolutiva, también puede ocurrir todo lo contrario: es posible que te frustres y abandones el puesto de manera prematura. En otros casos, la formación que te proporciona la empresa es un escueto curso online que consiste en leerte una serie de documentos con un cuestionario final para evaluar lo aprendido. Pero ¿realmente eso es suficiente? Sin mencionar el hecho de que, en numerosas ocasiones, dichos cursos de formación se llevan a cabo semanas o incluso meses después de la incorporación del trabajador a la plantilla. Seamos realistas: por mucha formación académica que lleves a tus espaldas o, aunque hayas desempeñado el mismo cargo en otra organización, cada empresa es un mundo, con procedimientos y protocolos distintos que es necesario que, como empleado, conozcas a la perfección antes de incorporarte a tu puesto de trabajo. Una formación mal gestionada o la falta de ella puede provocarte incertidumbre, desmotivación y falta de interés, además de un desempeño profesional por debajo del deseado.

Y por otro lado, desde nuestra perspectiva como profesionales de Recursos Humanos: debemos ver la formación como un instrumento de motivación que favorece la comunicación interna y mejora el grado de implicación de las personas en los proyectos de la empresa. Hay diversos factores que debemos tener en cuenta:

·       Los procesos de selección de personal no aseguran obtener trabajadores perfectamente preparados para el puesto.

·       Desde el mismo momento en el que se incorpora a la compañía, el empleado necesita entrenamiento, orientación y, en ocasiones, instrucción.

·       La formación ayuda a conseguir niveles homogéneos de conocimientos y capacidades en un equipo de trabajo.

·       Es imprescindible que los empleados conozcan la cultura de la empresa.

Y, por supuesto, no solamente es importante la formación inicial (onboarding), sino que también es conveniente llevar a cabo procesos de formación de perfeccionamiento y de reciclaje, ya que:

·       Los cambios en el puesto de trabajo requieren reajustes en las habilidades necesarias para desempeñarlos.

·       Los sistemas de promoción exigen la recualificación de quienes ascienden a un puesto superior.

 

Como conclusión simplemente me gustaría añadir que, aunque obviamente no todas las empresas cuentan con departamentos de Recursos Humanos cualificados ni con los medios necesarios para implantar planes de formación, sí es necesario invertir en ello en la medida de lo posible, ya que aporta numerosos beneficios tanto para la compañía como para el trabajador. De esta manera será mucho más fácil contar en nuestro equipo humano con personas preparadas, cualificadas, motivadas y con orgullo de pertenencia a la empresa. ¿y tú, qué opinas?

¿Cómo afecta a los RRHH el Real Decreto 902/2020, de 13 de octubre, de igualdad retributiva entre hombres y mujeres? Por Gonzalo Visiers

  

          El pasado 13 de octubre se aprobó el nuevo Real Decreto 209/2020, sobre igualdad retributiva entre hombres y mujeres, que entrará en vigor a partir del próximo mes de abril. Las empresas españolas dispondrán de hasta un máximo de tres años, dependiendo del número de trabajadores y trabajadoras del que disponga la entidad, para llevar a cabo un registro salarial de toda su plantilla, desde los puestos más operacionales hasta los altos cargos de la organización. Se pretende así reducir progresivamente las diferencias salariales entre ambos géneros, empleando nuevas herramientas para evitar estas situaciones de discriminación.

 

         El objeto del RD es implantar en las empresas lo que se conoce como “principio de transparencia retributiva” y “la obligación de igual retribución por trabajo de igual valor”, para identificar de este modo las discriminaciones tanto directas como indirectas debidas a una incorrecta valoración de puestos de trabajo. Y se aplicará a las relaciones laborales reguladas en el ET; a todas las empresas independientemente del número de trabajadores; a todos los convenios y acuerdos colectivos; y a las administraciones públicas.

 

         Las empresas estarán obligadas por el RD a la transparencia retributiva a través de:

 

·        Registros retributivos: regulado en el ET y por el que todas las empresas estarán obligadas a llevar un registro retributivo de toda su plantilla.

 

·    Auditoría retributiva: consiste en recabar toda la información necesaria para comprobar que el sistema retributivo de la empresa, cumple con la aplicación efectiva del principio de igualdad entre hombres y mujeres en materia de retribución.

 

·         Sistema de valoración de puestos de trabajo

 

·         Derecho de información de los trabajadores

 

         Por último, se detalla que, en caso de ausencia de información por parte de la entidad, se llevarán a cabo acciones administrativas y judiciales, tanto individuales como colectivas, con su correspondiente procedimiento sancionador.

 

         Una vez comprendido el nuevo Real Decreto, podemos determinar el impacto que va a suponer en los recursos humanos, sobre todo en las mujeres trabajadoras, dentro de las organizaciones.

 

         Se eliminará de manera progresiva la brecha salarial, que se sitúa según el INE en un 22,3%, gracias a los mecanismos que obligan a las empresas a realizar una valoración objetiva de los puestos de trabajo y regularán una misma retribución para puestos de igual valor.

 

         Reducciones de los techos de cristal, por ejemplo, por una baja de maternidad, ya que la puesta en marcha de iniciativas de igualdad facilitará en gran medida el equilibrio entre la conciliación familiar y las probabilidades de promoción interna.

 

         Garantizar un acceso equitativo a los puestos de mayor responsabilidad, ya que en nuestro país las mujeres representan el 34% de los puestos de alta dirección, y este RD ayudará a que los datos mejoren.

 

         Y, por último, lograr apoyo legal y el respaldo de la empresa a las mujeres en materia de igualdad. Ya que gracias al RD las empresas ampararán a aquellas trabajadoras que en el desempeño de su labor sufran discriminación por su género.

 

         En conclusión y desde mi punto de vista, la introducción en nuestro ordenamiento jurídico de este Real Decreto es un acierto, pues de no ser así estaríamos ante la vulneración de uno de los principios que priman en nuestro Estado de Derecho, que es el principio de igualdad, consagrado en el artículo 14 de la CE. Además, en atención al articulo 9.2 de la misma “corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud…” y la promulgación de este RD pone en practica esta afirmación, ya que pretende superar las diferencias por género en el ámbito laboral.

Independientemente de quién realice un mismo trabajo, ha de ser igual la valoración retributiva, mientras no exista una justificación válida. Por lo tanto, a mi parecer, es innegable la necesidad de poner fin a las desigualdades salariales, y emprender un camino común en la superación de la discriminación por razón de género. ¿y tú, qué opinas?

lunes, 30 de noviembre de 2020

Cultura organizativa en manos del departamento de recursos humanos por Delia Encinas Cano

 ¿Alguien se ha parado a pensar cual es el verdadero papel que juega los recursos humanos de una empresa en algún momento? Tras varios comentarios inapropiados que he tenido que escuchar sobre el desempeño de un departamento de recursos humanos, he llegado a la conclusión de que muchas personas tienen la idea muy equivocada, es más, me atrevería a decir “idea antigua” sobre los recursos humanos en pleno siglo XXI.

 
Para contextualizar: ¿Qué entendemos por cultura en las organizaciones? La cultura organizacional es un proceso muy importante a día de hoy en las entidades, aunque muchas personas fuera de nuestro ámbito lo desconozcan, dicho concepto hace alusión al conjunto de percepcionessentimientosactitudeshábitoscreenciasvalorestradiciones y formas de interacción entre los individuos dentro de las organizaciones. Es aquí donde las personas que conformamos el departamento de recursos humanos estamos estrechamente ligados con este concepto y debemos ser los primeros en hacer transmitir esos elementos, marcar el parámetro a seguir y lidiar porque siga perdurando en el tiempo. La cultura organizativa puede favorecer la implantación de la estrategia si existe una fuerte coherencia entre ambas o, por el contrario, puede impedir o retrasar su puesta en práctica. La cultura de la empresa se va generando de una manera informal y espontánea. Es por eso que nosotros como profesionales debemos guiar a todo el capital humano que pertenezca a nuestro lugar de trabajo, sin rangos categoriales hacía los mismos valores organizacionales.
 
Funciones que se reconocen a la cultura organizativa:
 
1.    Las culturas organizativas crean y deben fomentar sentimiento de pertenencia hacia una organización.
2.    Creación de cohesión organizativa.
3.    La socialización.
 
En una organización tenemos una cultura formal que es la ley, los derechos y deberes de las partes forzadas, es decir, la obligación de ir a un puesto de trabajo. Pero lo que no se refleja en la ley es cómo se tienen que relacionar los trabajadores entre ellos.
 
Las pequeñas y grandes empresas están siendo cada vez más conscientes de la vital importancia que tiene impactar en la vida de sus trabajadores, por lo que se esfuerzan en desarrollar elementos de mejora que favorezcan la cultura empresarial y esto se logra a través de la detección de mejores prácticas. Está claro que los empleados se convierten en embajadores y representantes de cualquier organización y en sus pilares hoy en día, ya que, a consecuencia de la globalización y tecnología actual, la conocida expresión de “el boca a boca” se queda corta y una mala o buena gestión de la compañía puede llegar a propagarse como la pólvora en cuestión de segundos.
 
El área de Recursos Humanos o Departamento de Personas y Comunicación (denominación actual) dejó de encargarse únicamente de aspectos administrativos hace mucho tiempo, ahora asume la responsabilidad de crear un ambiente de confianza para todos los miembros de la organización. Mismamente desde que en muchas empresas se pone en práctica el proceso de onboarding (concepto estrechamente ligado con la cultura organizacional) la satisfacción y fidelidad del trabajador por su lugar de trabajo se ha visto favorecida en el mundo empresarial. Nuestro cerebro está programado para llegar a una conclusión rápida, con muy poca información, por lo tanto, si una empresa posee una cultura enriquecida, hará mucho más atractivo al individuo formar parte de ella. Por lo que, a mi modo de ver, si una persona de recursos humanos puede llegar a “vivir los colores” de una empresa, podrá en mayor medida trasladar los sentimientos de la compañía allá donde vaya y por supuesto trasladárselos a toda aquella persona nueva que se incorpore a la organización, es por eso que bajo mi opinión una persona de recursos humanos es un valor añadido para la imagen de la empresa.
 
Según un artículo de Human Resources MBA sobre el onboarding; “Un buen programa de este tipo, ayuda a los nuevos empleados a sentirse bienvenidos en el trabajo y minimiza el tiempo que tardan las contrataciones recientes en volverse productivas en sus puestos. El objetivo final de este tipo de actividades es lograr mejores tasas de retención del talento, lo que limita los costos y la molestia de una alta rotación”.
 
Por lo tanto, la forma de trabajar en RRHH ha evolucionado, la nueva forma de proceder de este departamento hace copartícipe a todo el capital humano de la empresa. En la actualidad el trabajo ya no es sólo un mero intercambio. Es un medio por el cual se busca la autorrealización, tanto profesional como personal, y bajo mi punto de vista los recursos humanos de la empresa tienen la responsabilidad de hacer posible esas demandas. Todo esto va a aumentar la implicación del nuevo empleado.
 
A modo de conclusión quiero aportar que no hay culturas buenas ni malas, cada organización crea su propia cultura, se nota, pero no se ve, es la parte intangible de una organización poderosa y creo que nuestro papel como recursos humanos es de vital importancia. Somos nosotros mismos el primer filtro que el individuo va a percibir de la empresa, y si desde una primera impresión el área de recursos humanos puede trasmitir todo ese valor añadido que la empresa tiene como único, especial y diferente al resto de las organizaciones, resultará mucho más atractivo y de mayor convencimiento el entrar a formar parte de la empresa y sentirse desde el principio parte de la compañía a la que pertenezcamos. Cuanto mayor sea nuestro arraigo con la entidad, mejor serán las prácticas de buen gobierno (rigiéndose esto por los principios de transparencia, veracidad y responsabilidad jurídica), mayor reputación corporativa y por consecuencia equipos de personas comprometidas con buen clima laboral, con visión y misión a la par de la compañía y con resultados estratégicos en la misma dirección de la empresa.
 
 
 
“No es el dónde, es con quién”
 
 
 
 

Los valores de la "fuga de cerebros" para las empresas por María Adrados Arregui

 

El número de personas con nacionalidad española que residen en el extranjero, a fecha del 01/01/2020 alcanzó las 2.618.592 personas, según los datos ofrecidos por el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Pero… ¿ESTO A QUÉ ES DEBIDO Y CÓMO PODEMOS AFRONTAR ESTA LLAMADA “FUGA DE CEREBROS”? A través de mi post es a lo que voy a dedicar unos minutos a reflexionar.

Desde que el PERE recoge estos datos (año 2009) hemos pasado de 1.471.691 personas residentes en el extranjero en el año inicialmente estudiado, a estos más de 2 millones y medio de españoles que abandonan su hogar, familia y amigos, para emprender una nueva vida fuera de nuestras fronteras con la idea de que, allá donde vayan o bien “se les va a valorar más” o bien “van a poder empezar su tan ansiada incursión en la vida laboral”.

De toda la “fuga de cerebros” europea, los italianos y los españoles somos los que más emprendemos ese viaje que, lejos de parecer idílico, se antoja bastante arduo sobre todo en los principios.

En cuanto a la razón de este flujo migratorio.

No debemos olvidar que desde el siglo XIX hemos sufrido un continuo crecimiento de salidas de personas, aunque se ha ido agudizando a raíz de la crisis financiera que nos acechó entre los años 2007-2017. En esa época más de 87.000 españoles con titulaciones superiores (universitaria o de formación profesional), se fueron a otros países, en especial europeos. Pero hay un problema, y es que casi la mitad de los titulados acaban cogiendo las maletas.

En cuanto a las razones de por qué nos vamos, destaco 3: Aprendizaje de un nuevo idioma, la falta de oportunidades laborales, y la mejora de la situación actual, y sus mejoras laborales y/o económicas.

Sin embargo, ¿Cómo desde las empresas y, más en concreto desde el departamento de RR.HH. podemos afrontarlo?

Bajo mi punto de vista, este potencial humano es y debe ser un gran activo para las empresas. Al fin y al cabo, quien ha salido de su “zona de confort” está más que preparado a los cambios que las empresas indudablemente sufren.

Desde el departamento de RR.HH, a lo largo de la selección del personal deberíamos valorar este potencial tanto profesional como personal. Bajo esta posición, debemos hacernos una pregunta, y es: ¿Qué queremos? Personas jóvenes y/o con un bagaje profesional increíble, o bien personas con una trayectoria humana en la que aparte de aportar conocimientos teóricos a las empresas, otorguen a estas valores y entidad.

Creo firmemente que desde el departamento de RR.HH deberíamos valorar muy en positivo a estos “luchadores” que han estado ejerciendo profesiones muy distintas a las que demandamos, puesto que todo contribuye a la entidad de marca.

Una vez que tengamos claro qué puesto queremos cubrir, tenemos que saber qué competencias y/o valores nos ofrece la persona a la que tenemos delante. Y eso, es a lo que debemos enfocar nuestros esfuerzos.

Hay algo fundamental a la hora de contratar o valorar a un candidato es: LOS VALORES.

Con esto me refiero, a la ejemplaridad que puede otorgar a la empresa. La “resiliencia” (capacidad para ver lo bueno de lo que ocurre, incluso en los momentos malos) es algo que las personas que han vivido fuera conocen, y conocen muy bien. Al fin y al cabo, estos valores vienen inherentes a la persona, y solo ella puede dar ese punto importante a su puesto y al día a día en su trabajo. Los valores no se aprenden y claramente cuando valoramos candidaturas, lo único que no conocemos de las personas que tenemos enfrente es “cómo son”. No hay que olvidar que la empresa es un conjunto de personas, y eso hay que tenerlo muy en cuenta ya que pasará muchas horas de su vida en el puesto junto a otros. Compartir valores y aportar valores nuevos es algo que, bajo mi punto de vista, debería suponer más de la mitad de la valoración final de la candidatura.

La adaptabilidad a nuevos cambios, creatividad, autorrealización, supervivencia, constancia… no lo enseñan los libros, sino las experiencias de estas personas a lo largo de su vida.

martes, 24 de noviembre de 2020

¿Es la sobrecualificación una desventaja? por Nerea Fernández Cuesta

 

Actualmente el porcentaje de personas en España desempeñando un trabajo por debajo de su cualificación académica es de alrededor del 38%.
Desde el departamento de Recursos Humanos durante los procesos de selección de personal nos tenemos que enfrentar a esta situación, pero, ¿cómo debemos reaccionar ante candidatos sobrecualificados?, ¿debemos asumirlo como una ventaja o como un inconveniente?

Pues bien, este tema me parece muy interesante porque todo depende de cómo lo gestionemos, y desde qué punto de vista lo afrontemos.
Algunas personas pueden valorarlo como algo negativo a la hora de seleccionar personal, asumiendo que el puesto de trabajo no va a cumplir las expectativas laborales de la persona que lo solicita, y que va a afectar negativamente a su motivación, productividad e implicación laboral. Ante esta postura, muchos candidatos reducen su cualificación académica en los currículums para hacerlos más atractivos durante los procesos de selección a la hora de optar a puestos de menor cualificación. Esto es algo negativo tanto para el candidato, como para la empresa, ya que se produce una pérdida de conocimiento y oportunidades. Además, si finalmente el candidato es elegido para el puesto, va a partir desde la frustración e infravaloración.

¿Pero, y si lo tomamos como una ventaja? Desde el departamento de Recursos Humanos debemos ser capaces de explotar al máximo las cualidades positivas de las personas, y así conseguir un equipo diverso, motivado y feliz.

En el caso de las personas sobrecualificadas puede parecer más complicado, pero si lo gestionamos de forma correcta y tenemos en cuenta algunos puntos clave podemos aprovechar todos esos conocimientos y habilidades adicionales a favor.

En primer lugar, creo que es importante fijar expectativas honestas. Es decir, debemos ser capaces de transmitir cuales van a ser sus posibilidades reales dentro de la empresa. Esto evitará sensación de frustración y desanimo. Para esto es necesario contar con vías de comunicación eficaces y cercanas, que nos permitan conocer en qué situación se encuentran las personas, cuáles son sus preocupaciones y si se consideran valorados.

En segundo lugar, dotar de mayor autonomía, responsabilidad y confianza. Si favorecemos que las personas puedan utilizar sus conocimientos y habilidades a la hora de desarrollar su trabajo, ayudaremos a que sean conscientes de su responsabilidad sobre los resultados obtenidos, y evitaremos que aparezca esa sensación de insatisfacción que puede llevar a la desmotivación y el desinterés.  Contar con personas provenientes de diferentes ámbitos académicos y profesionales, puede ser una gran oportunidad para la empresa, ya que pueden aportar ideas innovadoras desde sus diferentes perspectivas.

Y, por último, algo que a veces podemos dar por sentado pero que no siempre tenemos en cuenta, es reconocer el trabajo bien hecho y valorar el esfuerzo realizado. Dar por hecho que las personas hacen su trabajo simplemente porque reciben una remuneración a cambio, me parece una lectura muy simplista de la situación.  Todos necesitamos que valoren nuestro esfuerzo, y recibir palabras de reconocimiento nos aporta esa motivación extra y esa confianza en nosotros mismos que muchas veces podemos necesitar.

Como conclusión, creo la sobrecualificación actual del mercado laboral, no debe ser vista como algo negativo, sino como una oportunidad tanto para la empresa como para el empleado, de adquirir nuevos conocimientos y habilidades, y de construir un equipo de personas motivado y equilibrado. No obstante, la cualificación laboral y profesional de una persona no debe ser lo único importante a la hora de seleccionar a personal, sino que, en función del puesto de trabajo, y del perfil de la empresa solicitante, se deben tener en cuenta muchos otros factores.