El número de personas con nacionalidad española que
residen en el extranjero, a fecha del 01/01/2020 alcanzó las 2.618.592 personas,
según los datos ofrecidos por el Padrón de Españoles Residentes en el
Extranjero (PERE), publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Pero… ¿ESTO A QUÉ ES DEBIDO Y CÓMO PODEMOS AFRONTAR
ESTA LLAMADA “FUGA DE CEREBROS”? A través de mi post es a lo que voy a
dedicar unos minutos a reflexionar.
Desde que el PERE recoge estos datos (año 2009)
hemos pasado de 1.471.691 personas residentes en el extranjero en el año
inicialmente estudiado, a estos más de 2 millones y medio de españoles que
abandonan su hogar, familia y amigos, para emprender una nueva vida fuera de
nuestras fronteras con la idea de que, allá donde vayan o bien “se les va a
valorar más” o bien “van a poder empezar su tan ansiada incursión en la vida
laboral”.
De toda la “fuga de cerebros” europea, los italianos y
los españoles somos los que más emprendemos ese viaje que, lejos de parecer
idílico, se antoja bastante arduo sobre todo en los principios.
En cuanto a la razón de este flujo migratorio.
No debemos olvidar que desde el siglo XIX hemos sufrido
un continuo crecimiento de salidas de personas, aunque se ha ido agudizando a
raíz de la crisis financiera que nos acechó entre los años 2007-2017. En esa
época más de 87.000 españoles con titulaciones superiores (universitaria o de
formación profesional), se fueron a otros países, en especial europeos. Pero
hay un problema, y es que casi la mitad de los titulados acaban cogiendo las
maletas.
En cuanto a las razones de por qué nos vamos, destaco 3: Aprendizaje
de un nuevo idioma, la falta de oportunidades laborales, y la mejora de la
situación actual, y sus mejoras laborales y/o económicas.
Sin embargo, ¿Cómo desde las empresas y, más en
concreto desde el departamento de RR.HH. podemos afrontarlo?
Bajo mi punto de vista, este potencial humano es y debe
ser un gran activo para las empresas. Al fin y al cabo, quien ha salido de su
“zona de confort” está más que preparado a los cambios que las empresas
indudablemente sufren.
Desde el departamento de RR.HH, a lo largo de la
selección del personal deberíamos valorar este potencial tanto profesional como
personal. Bajo esta posición, debemos hacernos una pregunta, y es: ¿Qué
queremos? Personas jóvenes y/o con un bagaje profesional increíble, o bien
personas con una trayectoria humana en la que aparte de aportar conocimientos teóricos
a las empresas, otorguen a estas valores y entidad.
Creo firmemente que desde el departamento de RR.HH
deberíamos valorar muy en positivo a estos “luchadores” que han estado
ejerciendo profesiones muy distintas a las que demandamos, puesto que todo contribuye
a la entidad de marca.
Una vez que tengamos claro qué puesto queremos cubrir,
tenemos que saber qué competencias y/o valores nos ofrece la persona a la que
tenemos delante. Y eso, es a lo que debemos enfocar nuestros esfuerzos.
Hay algo fundamental a la hora de contratar o valorar a
un candidato es: LOS VALORES.
Con esto me refiero, a la ejemplaridad que puede otorgar
a la empresa. La “resiliencia” (capacidad para ver lo bueno de lo que ocurre,
incluso en los momentos malos) es algo que las personas que han vivido fuera
conocen, y conocen muy bien. Al fin y al cabo, estos valores vienen inherentes
a la persona, y solo ella puede dar ese punto importante a su puesto y al día a
día en su trabajo. Los valores no se aprenden y claramente cuando valoramos
candidaturas, lo único que no conocemos de las personas que tenemos enfrente es
“cómo son”. No hay que olvidar que la empresa es un conjunto de personas, y eso
hay que tenerlo muy en cuenta ya que pasará muchas horas de su vida en el
puesto junto a otros. Compartir valores y aportar valores nuevos es algo que,
bajo mi punto de vista, debería suponer más de la mitad de la valoración final
de la candidatura.
La adaptabilidad a nuevos cambios, creatividad,
autorrealización, supervivencia, constancia… no lo enseñan los libros, sino las
experiencias de estas personas a lo largo de su vida.
Muy de acuerdo María. Unida a la capacidad de resiliencia, hay otras capacidades difíciles de detectar en una primera candidatura; pero que cómo bien has resaltado son fundamentales, ya que pasaremos horas de trabajo compartiendo ideas enriquecidas por experiencias vitales. ¡Enhorabuena!!
ResponderEliminarComparto tu opinión María. Los valores que puede aportar una persona que ha decidido emprender un nuevo destino, con todo lo que ello supone,son valores que los diferencian del resto de candidatos, pues cada persona ha vivido experiencias diversas que le han aportado distinos valores y estos pueden ser beneficiosos para el resto de compañeros de trabajo como bien dices. Por ultimo coincido que desde el departamento de RRHH debemos potenciar la selección de estos perfiles.¡Un post excelente!
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