jueves, 25 de febrero de 2016

SALTAR AL VACIO, por LORENA ALCALDE

Steve Jobs dijo: “Cada día me miro en el espejo y me pregunto: Si hoy fuese el último día de mi vida, ¿querría hacer lo que voy a hacer hoy? Si la respuesta es “no” durante demasiados días seguidos, sé que necesito cambiar algo.”

Cuando levantarte cada mañana para ir a trabajar se convierte en una fuente de frustración e insatisfacción personal, tal vez sea hora de dar el siguiente paso y dejarlo.

Tendrás que asegurarte de que tomas la decisión libre de cualquier emoción negativa. No es extraño querer escapar como consecuencia puntual del estrés. Pero cuando esa idea que ronda tu cabeza, se vuelve recurrente en tus pensamientos, es que algo ha comenzado a tambalearse y deberías tomarlo en serio y profundizar en ello.

Pueden ser muchas las causas de tu descontento: que tus objetivos profesionales ya no coincidan con los de la organización, desavenencias con el jefe o con los compañeros que no te hacen sentir cómodo, que no veas oportunidades de promoción, o simplemente que tus prioridades hayan cambiado...

Ocho horas diarias, de lunes a viernes, ¿durante cuántos años más? Si la única razón que encuentras para conservar tu trabajo es puramente económica, tú solo te estás poniendo techo. Las personas tendemos a habituarnos, por algo somos animales de costumbres. A habituarnos y a resignarnos. Porque confiamos a pies juntillas en aquello de mejor malo conocido que bueno por conocer. Somos testarudos y nos resistimos a cambiar. Te diré una cosa, tener miedo es normal, tomar las riendas de tu propia vida, tu responsabilidad.

Existe una zona psicológica en la que nos encontramos seguros, cómodos, que conocemos a la perfección y donde nada se escapa a nuestro control. La llamada zona de confort. En este caso, no veo acertado ese nombre. Permanecer en un puesto de trabajo que no te satisface, no debería responder  a esa definición. Es inseguridad, es miedo a lo desconocido, una excusa para no arriesgarse a vivir la vida que deseas, para no hacer nada. Las apariencias engañan y esa zona que durante tantos años te había parecido ideal para quedarte a vivir deja de serlo. Porque desde luego, eso no es confort.

Que existe una relación entre salud mental y trabajo está claro. Satisfacción laboral y felicidad percibida correlacionan. De hecho, existe un estudio acerca de la influencia que tiene la situación laboral sobre la salud mental y para ello se sirve de una comparación con las vitaminas en el organismo. Para el bienestar psicológico, el entorno debe proporcionarnos “vitaminas”. Un déficit de cualquiera de ellas conlleva consecuencias negativas para nuestra salud mental. Según su autor, el trabajo actúa como fuente vitamínica, capaz de proporcionarnos todas ellas. Ni que decir tiene, que un nivel de ingresos adecuado no es la única fuente vitamínica.

Por supuesto que no será fácil, pero todo cambio entraña aspectos positivos y si las sabes buscar, oportunidades de superación. Por eso recuerda, “todo lo bueno en la vida nace de un salto al vacío”.  

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