jueves, 13 de enero de 2022

La Formación en la Empresa, ¿Inversión o Perdida?; por Carmen Rubio García.

        Como bien sabemos, en la actualidad la formación tiene un papel muy importante en la búsqueda de empleo. Pero ¿qué papel tiene la formación una vez has encontrado el empleo de tus sueños? Pues bien, sigue siendo igual o incluso más importante que en el proceso inicial.

Hoy en día, la competencia entre los diferentes candidatos que opositan para un puesto es muy elevada, pues el acceso a diferentes cursos, ponencias, charlas, y demás acciones formativas es relativamente fácil para todo el mundo. De esta forma, aquellos que resultan seleccionados para el empleo es probable que tengan gran capacidad para seguir aprendiendo. 

La elevada formación del entorno laboral actual es algo que todas las empresas deben aprovechar y ofrecer a sus empleados la posibilidad de seguir aprendiendo cosas nuevas y reforzar aquellas sobre las que ya tienen conocimiento, dándoles la oportunidad de adaptarse a un entorno en continuo cambio, para que de este modo las ideas y la realización de los proyectos de las empresas sean fructíferos. 

Existen numerosas definiciones sobre lo qué es la formación en las empresas, pero creo que la más acertada es la siguiente: “La formación en la empresa se podría definir como un proceso de reflexión amplio, que implica, una actividad progresiva, sistemática, planificada y permanente; cuyo propósito es preparar, desarrollar en integrar a los empleados en la organización, mediante la transferencia de conocimientos, desarrollo de habilidades y actitudes necesarias, para el mejor desempeño de los trabajadores, en sus actuales y futuros puestos, adaptándolos a las exigencias de un entorno cambiante.” (Jiménez, p.279).

 


Por ello, aquellas empresas cuya formación continua este más desarrollada, serán propensas a aumentar la productividad de sus acciones, así como lograr una mayor motivación en sus empleados, pudiendo mejorar así el clima laborar y las relaciones laborales de todos ellos. 

Así, podemos considerar a la formación como una inversión, que puede mostrarnos resultados tanto a medio como a largo plazo, y no como una pérdida de tiempo en algo que debería “llevarse hecho de casa”. 

Los beneficios que esto aporta no deben centrarse únicamente en la empresa, sino que deben ampliarse al empleado y a las relaciones humanas.

Así, entre los beneficios que la formación continua puede desarrollar en la empresa encontramos:

Una mejora del conocimiento del puesto a todos los niveles

Ayuda al personal a identificarse con los objetivos de la empresa

Sirve de ayuda para la comprensión y la adopción de las políticas de la empresa

Promueve el desarrollo, ayudando a la promoción

Contribuye a formar nuevos líderes

Incrementa la productividad y calidad del trabajo

Del mismo modo, en los beneficios de esta formación para el empleado destacan los siguientes:

Ayuda a la toma de decisiones y la solución de problemas

Aumenta la confianza y el desarrollo personal

Permite la consecución de metas individuales

Elimina temores a la incompetencia o la ignorancia individual

Y, por último, y no menos importante, los beneficios más destacados en las relaciones humanas son:

Mejora la comunicación entre diversos grupos

Ayuda en la orientación de nuevos empleados

Proporciona una buena atmósfera para el aprendizaje

Convierte a la empresa en un mejor entorno para trabajar

Por todo lo que he comentado, en mi opinión, la formación en las empresas es casi obligatoria, ya que nos ofrece la oportunidad de reciclar nuestros conocimientos, adaptándolos a los continuos cambios que sufre el mundo, y haciéndonos capaces de desarrollar proyectos más ambiciosos e innovadores, además de permitir un mayor y mejor desarrollo para todos los grupos que forman una empresa. 


Y tú,  ¿qué opinas?

Carmen Rubio García
Alumna del Máster en Dirección y Gestión de RRHH 2021-2022
Escuela de Negocios de la Cámara de Valladolid

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