jueves, 2 de mayo de 2019

Cambio, nadie dijo que fuera fácil, por Sara Rodríguez

Cuando nos planteamos hacer algún cambio en nuestra vida, nos ilusionamos, planeamos cómo podría ser si lo consiguiésemos, soñamos con sentirnos mejor, deseamos conseguir ese objetivo que nos persigue hace tiempo…pero de pronto algo en nuestro interior, grita: NO PUEDO. Entonces aparece el miedo, las veces que lo intentamos y no lo conseguimos, lo que nos dijeron que teníamos que hacer…

Cuando esto sucede…tenemos dos opciones; quedarnos donde estamos, por miedo a lo desconocido o podemos probar a hacer algo diferente. Cruzar el miedo, atravesar el vacío, convivir con la incertidumbre de lo que vendrá, si seremos capaces de afrontar los nuevos retos…. Si conseguimos vencerlos, quizás, sólo quizás, seremos libres poco a poco de todos los pensamientos que nos limitan, las experiencias que nos pesan, los peros que nos frenan. Libres de las cadenas que nos apresan.

“La fábula del elefante encadenado” de Jorge Bucay

“Un día el circo llego a mi pueblo, había equilibristas, malabaristas, payasos y animales, entre ellos el elefante. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales… Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.

La estaca era sólo un pequeño pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, era evidente que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.

Pero… ¿Qué lo sujeta entonces?  ¿Por qué no huye?

El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
 
 
                
El pequeño indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca, en aquel momento, empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.

Al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro… Hasta que, un día,  el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.

Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo. Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza…”

Todos somos un poco como el elefante del circo:

A veces, por las cosas que nos inculcan desde casa (cuando nuestros padres o abuelos eran jóvenes, no tenían la posibilidad de soñar o de aspirar a ser la profesión que realmente quieres ser, ya que en aquellos momentos solo se buscaba el poder llevar dinero a casa para poder subsistir y no había las posibilidades que por suerte hay ahora para poder desarrollarte y conseguir el fin que se persigue).

Todos hemos oído mil veces la expresión de “más vale pájaro en mano que ciento volando”, que hace que te limites a coger lo primero que viene, sin valorar si realmente es lo que quieres hacer.

Otras veces por el miedo al fracaso, o por el miedo a volver a vivir experiencias fallidas, no nos arriesgamos a volver a intentarlo, y nos encadenamos a seguir como hasta ahora, lo que puede llegar a generar frustraciones.

Y de lo que no nos damos cuenta, es que las experiencias son lo que nos hace tener un grado de conocimiento, que gracias a esas experiencias, te vas curtiendo tanto en lo personal como en lo profesional.

Por lo que la moraleja de este cuento, viene a ser, que el cambio nos da miedo, tenemos miedo a lo desconocido y a salir de nuestra zona de confort, pero esas cadenas que nosotros mismos nos ponemos, hace que no nos sintamos libres y que nos resuene en la cabeza los pensamientos de NO PUEDO.
 
¡¡ ¡ ¡¡ ROMPAMOS CON ESAS CADENAS Y DEMOS LA BIENVENIDA AL CAMBIO!!!!

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