jueves, 16 de enero de 2014

ABRAZANDO EL CAMBIO, por NACHO CRUZADO.

CONTEXTO.

Durante 2013 disfruté de una experiencia laboral que siempre es enriquecedora: el cambio.

Comencé el año siendo responsable de un numeroso equipo de desarrollo, y teletrabajando. Pero durante la primavera, la compañía en la que colaboraba decidió una reorganización por la que mi rol de mando intermedio ya no debía mantenerse y decidió reubicarme... en un nuevo grupo de trabajo, pero ya no como mando, sino como un técnico más.

El cambio era únicamente funcional, ya que en este caso no había afectación salarial (como sucede en este tipo de reorganizaciones).


Me considero "agilista". Los agilistas somos desarrolladores que creemos en los principios del Manifiesto Agile, en el que entre otras cosas se indica que "valoramos más responder –adecuadamente - a los cambios frente al estricto cumplimiento de las planificaciones -previas-".


CAMBIO.

Ante un cambio, nuestro cerebro reptiliano lo primero que hace es lanzar señales para activar mecanismos nocivos de estrés conducente al miedo. Y reconozco que lo primero que tuve que hacer fue luchar contra ese cockatil neuro-químico auto-infligido. Para ello me centré en la práctica del running,  una de las recetas para ello, bien conocida y, cada vez más difundida. Ya se sabe: “mens sana in corpore sano”.

Una vez que había logrado un entorno ecológico en mi cabeza, tocaba readaptar a mi entorno:
  • Facilitando a mi nuevo Líder (y hasta el momento subordinado funcional mío) su tarea: fomentando su confianza en mí, como colaborador. Este cambio debe estar en las pesadillas de muchos (i-r)responsables que no tratan adecuadamente a su gente, pero yo venía con los deberes hechos y una relación constructiva con todo mi equipo.
  • Ayudando al equipo a adaptarse al nuevo liderazgo, dejando paso y reconociendo su carisma y señalándolo para el resto de los compañeros o redirigiéndolos cuando me buscaban para un tema que ya no era de mi competencia para que asumiesen el cambio.
  • Condescendiendo ante los aspectos que me desagradasen del nuevo estilo organizacional, y entendiendo que son parte inherente del cambio, que en su globalidad debía mejorar nuestra organización.
  • Demostrando y optimizando mi productividad; porque, aunque no suela ser políticamente correcto reconocerlo, lo cierto es que se tiende a dudar de las capacidades de nuestros líderes, ¿será en el entorno latino?
  • Buscando formas de aportar ‘valor añadido’ a mi nuevo puesto, aprovechando mi experiencia laboral y todos mis conocimientos vitales. En este sentido debo decir que durante el año he debido utilizar, y he encontrado, múltiples valores en mí que no tenía detectados, como la tenacidad, la perseverancia, o la disciplina, precisamente gracias a salir de mi zona de confort.

CONCLUSIONES.

Los resultados están ahí: el equipo reconfigurado logró un 20% más de facturación para el producto que desarrollábamos en el último trimestre, el número de clientes incorporados a la plataforma excedió los retos planteados desde la dirección, y la plataforma estaba lista para los retos venideros.

La vida es cambio continuo; debemos aprender a darles la bienvenida y adaptarnos, como único camino para nuestra propia felicidad.

Comienzo el 2014 con nuevo contexto; cambio de cliente para el que trabajar, de formato de trabajo, de país de producción…  Seguro que da para un futuro post en el que compartir este nuevo cambio (a abrazar, nuevamente) y que afronto con la necesaria ilusión.

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