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Mostré mi obra maestra a las personas mayores y les pregunté si mi dibujo les
asustaba.
Me contestaron: “¿Por qué habrá de
asustar un sombrero?”.
Mi dibujo no representaba un sombrero.
Representaba una serpiente boa que digería un elefante…
…Las personas mayores me aconsejaron
que dejara a un lado los dibujos de serpientes boas abiertas o cerradas y que
me interesara un poco más en la geografía, la historia, el cálculo y la
gramática.˃
Antoine de Saint-Exupéry. “El Principito”.
Seamos sinceros: todos tenemos
ideas preconcebidas. Sí, sí, eso que ahora llaman paradigmas, o cristales con
los que vemos el mundo.
El modo en que percibimos las
cosas y a las personas no es objetivo. Está totalmente condicionado por
nuestros prejuicios, miedos, experiencias pasadas y, en definitiva, de nuestra
forma de ser. Este “es que las cosas siempre han sido así” no nos hace ningún
bien. Al contrario; nos pone muros que no nos dejan mirar más allá. Ya lo decía
José Ortega y Gasset: “Nuestras convicciones más arraigadas, más indubitables,
son las más sospechosas. Ellas constituyen nuestro límite, nuestros confines,
nuestra prisión”.
Y es que, en cierta medida, el
paradigma nos ofrece un “techo de protección”, nos resguarda del riesgo de lo
nuevo, lo distinto, lo diferente. Que se lo digan si no a tantos y tantos
personajes que, a lo largo de la historia, han tenido que luchar contra las
convicciones del momento, temiendo incluso por su propia vida, y sólo por ver
más allá que el resto, por creer en sí mismos, por PENSAR DIFERENTE; Galileo
Galilei, Miguel Servet, Nelson Mandela, y tantos otros.
Hagamos algo por nosotros mismos:
PENSEMOS DIFERENTE; seamos inquietos. Yo propongo que empecemos por cosas
pequeñas de cada día, para ir entrenando a nuestra linda cabecita a ver más allá.
Ésto no es tarea fácil, pues en este mundo globalizado en el que ya casi
vestimos igual y comemos las mismas cosas, los adultos estamos perdiendo éso
que llaman imaginación, y que a los niños les sobra a raudales. Fíjemonos un
poco más en ellos. Hagámosles caso de vez en cuando; aprendamos a ver boas y
elefantes donde antes sólo veíamos sombreros.
Por eso yo, a veces, para
liberarme momentáneamente de mis paradigmas adquiridos de adulto, leo libros
pequeños. Sí, esos libros de letra amable y grande y con dibujos en color en
casi todas las páginas. Libros como El Principito….
Y si teneis un minuto y medio...
Me ha encantado tanto el tema como la forma de exponerlo. Te mereces, al menos, un plátano ¡cógelo!
ResponderEliminarGracias Arancha
Estoy totamente de acuerdo contigo Arancha...
ResponderEliminarTendemos a pensar que vemos las cosas como son, pero en realidad no es así, las vemos como queremos verlas y también como se nos ha "impuesto" que las veamos. Tienes razón, PENSEMOS DIFERENTE ! No nos resistamos a utilizar nuevos paradigmas ! Cambiar de paradigmas nos pude hacer ver el mundo de diferente manera.
Isabel Ceamanos
Muy interesante Arancha tanto el continente como el contenido. Estoy totalmente de acuerdo, pues muchas veces he querido volver a la niñez para recuperar la imaginación; tal vez por mi ignorancia científica relacionaba la debilidad imaginativa con la perdida progresiva de inocencia y tb desde un punto de vista más práctico, al hecho de que a medida que vas adquiriendo madurez te vas cargando de responsabilidades, las cuales a veces te producen bloqueo mental.Por otro lado, nunca he creido en la objetividad absoluta, no creo que exista, pues cada uno de nosotros, somos nosotros y nuestras circunstancias, que inconscientemente van a influir en la percepción y valoración que yo tenga y haga de personas, situaciones, etc. Tendremos que sustituir nuestras mochilas de adultos por las de niños llenas de inoencia coloreada. Un abrazo.
ResponderEliminarQué razón tienes, Arancha. En muchas ocasiones nuestros presupuestos mentales fundamentales están tan tasados que nos cuesta pensar diferente, ser imaginativos, o simplemente encontrar una alternativa que está delante de nuestros ojos y que, por nuestra cerrazón mental, no vemos. Nuestro mundo es tan complejo que tenemos que buscar atajos perceptivos, nos hacen falta los paradigmas, pero muchas veces generamos estructuras inmutables llenas de óxido . Hace falta retroceder para tomar impulso: back to basics. Y creo que lo ilustras perfectamente al hablar de las "pequeñas cosas para niños". Nuestra imaginación y creatividad es innata, pero de alguna manera la perdemos por el camino cuando vamos creciendo. Si la maldita crisis tiene algún efecto positivo es sin duda el hecho de forzarnos a hacer contorsionismo mental y pensar diferente. Un abrazo.
ResponderEliminarArancha enhorabuena por exponer un tema tan abstracto de manera fácil, dinámica y divertida de entender, me he quedado con ganas de leer más :)
ResponderEliminarLos prejuicios hacen que veas las cosas desde un punto de vista subjetivo y ser incapaces de verlo desde lo objetivo.Es algo difícil de corregir, nos perjudica a la hora de estar dispuestos al cambio y sobre todo a pensar diferente.
Tu post me recuerda mucho a la película " El niño con el pijama de rayas", donde los protagonistas no entienden el por qué de las cosas que suceden a su alrededor, es decir un relato que intenta brindar una perspectiva única de los efectos de los prejuicios, el odio y la violencia en las personas inocentes, en particular en los niños en época de guerra.
Un abrazo , Yolanda.