jueves, 18 de noviembre de 2021

La importancia del equilibrio; por Sergio Arteta Madero.

         Hoy en día el saber manejar una empresa y a sus empleados es de lo más importante a la hora de evolucionar y alcanzar los resultados esperados.

Un buen jefe tiene que ser exigente con los empleados que tiene a su cargo con el objetivo de que mantengan esa disciplina y tensión necesaria para no relajarse y ser eficientes en su trabajo.

El problema de esto es que en ocasiones la línea entre ser estricto o exigente y ser déspota o prepotente es difícil de discernir para muchos líderes. Es por esto que la figura del jefe es vista con desprecio por sus empleados en muchas empresas.

El miedo de muchos líderes a que el hecho de parecer demasiado blando haga que el exceso de confianza les permita no cumplir con sus obligaciones hace que prefieran dar prioridad a los resultados y a conseguir los objetivos marcados que a fomentar las relaciones personales con sus respectivos trabajadores. El problema de este enfoque excesivamente autoritario llega cuando se encuentran dificultades que requieren una solución participativa y el directivo se apropia de toda la responsabilidad en la toma de decisiones, a menudo para evitar el contacto con cargos inferiores y demostrar jerarquía.

En esta época de cambio podemos ver como la forma organizativa de las empresas está cambiando de tendencia, cada vez más se promueve el trabajo en equipo. La organización vertical está desapareciendo, especialmente en términos de comunicación puesto que se espera una colaboración del equipo más orgánica y donde se tiene en cuenta las opiniones e ideas de los trabajadores por parte de los cargos superiores. Este cambio organizacional busca una mayor motivación del empleado al sentirse más importante y respetado dentro de la empresa.

El directivo tiene cada vez menos barreras con sus empleados y se muestra presente en los proyectos, estando más integrado y conociendo de primera mano la metodología de trabajo. 

Por otra parte, existe el problema a la inversa, y es que un jefe demasiado blando es igual de inconveniente para una empresa principalmente porque puede no estar preparado para conducir óptimamente a la organización y llegar a los resultados fijados. 

Un carácter excesivamente diplomático hace perder la credibilidad y la posición del jefe. El hecho de tener este enfoque ocasiona problemas en cuanto a la toma de decisiones, especialmente si son difíciles y pueden traer consecuencias. Priorizar quedar bien con los empleados y evitar decir que no en algunas situaciones para eludir enfrentamientos y no entrar en problemas siempre será negativo para la organización y para los propios empleados.

También reluce su incapacidad para delegar funciones y no excederse en dar carga de trabajo a los demás, esto provoca un notorio desorden en la estructura de la empresa, difícilmente se pueden completar los objetivos en el plazo estipulado con esta desidia. La poca acción por parte de un cargo superior puede causar desmotivación y un descontento general al no saber las tareas a seguir con claridad y viéndose a la deriva sin un líder que sepa dirigir con decisión y personalidad.

Aquí reside la dificultad de ser un buen líder, es importante contar con un buen equilibrio entre estos dos tipos de perspectivas para dirigir una empresa. No ser demasiado estricto ni distante, pero siendo consciente de cuál es el cargo que se ocupa para no quedar en evidencia y no verse sobrepasado.

 


A mi parecer es más habitual encontrarse con cargos superiores más autoritarios que con lo opuesto ya que son más resultadistas y al fin y al cabo pueden llegar a conseguir los objetivos en base al temor de los empleados de perder sus puestos de trabajo y tener que cumplir con sus funciones pese a todo. Un líder que no consigue alcanzar el equilibrio entre lo estricto y lo diplomático provoca una retroalimentación negativa para la empresa. Los empleados no se encuentran lo suficientemente motivados y con iniciativa para trabajar, y esto repercute a la propia empresa del jefe, estando lejos de una actividad óptima y sin remar todos en la misma dirección.

La clave está en saber cómo actuar según cada momento, y es que hay situaciones que requerirán más autoridad y mano dura y otras en las que será necesario ser empático y flexible, esto hará a un jefe ser un buen líder.

Y tú, ¿Qué opinas?


Sergio Arteta Madero

Alumno del Máster en Dirección y Gestión de RRHH 2021-2022
Escuela de Negocios de la Cámara de Valladolid

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