jueves, 9 de abril de 2015

EDUCACIÓN PARA EL SIGLO XXI, por LAURA BLANCO TAZÓN

Algunos de los módulos de nuestro máster de RRHH me han dado la oportunidad de reflexionar sobre decisiones que he ido tomando y que han condicionado mi trayectoria personal. Algunas de ellas las tomé sin ser consciente del impacto que tendrían a largo plazo. En otros casos sabía que era una decisión importante pero como en casi todas te falta información y hay que arriesgar.

Las primeras elecciones se hacen en el colegio o instituto, con los consejos de la familia y/o algún profesor que observa que alguna asignatura se te da por alguna razón especialmente bien. No ayuda un modelo educativo en mi opinión demasiado rígido y que se preocupa mucho de asignaturas para adquirir conocimiento pero nada o muy poco de desarrollar otro tipo de competencias que de primeras no se escriben en un CV pero son fundamentales para el desarrollo personal y profesional. 

Y es que si tenemos en cuenta el tiempo de nuestra vida que dedicamos a formarnos, sería más que deseable que este esfuerzo se fuese realizando bien enfocado, aprendiendo a conocer nuestras fortalezas para sacarlas el máximo partido y nuestras debilidades para trabajar en ellas y que no nos supongan un obstáculo.

Es habitual escuchar en los medios de comunicación los malos resultados del sistema educativo con varios intentos de reforma pero aplicadas sobre las mismas bases. Sin embargo hace unos días he leído una noticia que trae aires nuevos y es que en algunos colegios en Cataluña  se ha hecho una apuesta valiente y ya han emprendido un camino nuevo rompiendo los esquemas del modelo tradicional.  Este nuevo modelo tiene como protagonista al alumno, para que haya verdadero trabajo en equipo, se enseñe a los estudiantes a reflexionar y descubran cual es su proyecto vital. 

La metodología potencia la curiosidad y creatividad del alumno. Se combina el trabajo individual y en grupo para lograr un mayor desarrollo de las inteligencias múltiples y la resolución de problemas. Aunque hay clases específicas gran parte del día se trabaja por proyectos, sin horarios, y los niños hablan y se mueven con libertad por el aula. Son aulas transparentes, con grandes ventanales, mesas con ruedas para poder agruparse, una zona común con sofás….¿no os recuerda a esas grandes empresas tecnológicas de Silicon Valley?

Las clases son de 60 alumnos con tres tutores multidisciplinares (científico, lingüista y humanista) que están al mismo tiempo en clase. Es un cambio radical pero 2 de cada 3 profesores (de 1500 en total) estuvieron de acuerdo, y el proyecto se quiere extender a los 13.000 alumnos que estudian en estos centros. Antes de implantar este modelo se han recogido 56.000 ideas de alumnos, padres, y profesores para mejorar la educación. 

Todo cambio lleva asociado una resistencia y hay voces críticas que ven un riesgo en este nuevo modelo, pero otras muchas a las que me uno piensan que es necesario una educación que se adapte a los cambios que vive la sociedad y no puede permanecer rígida y ajena a las necesidades de sus alumnos del siglo XXI. Los futuros profesionales de un mundo cada vez más global, en la que la innovación es la clave de la competitividad  y cada diez años se duplica el stock de conocimiento.  

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