jueves, 6 de febrero de 2014

EL CONFLICTO ENTRE TRABAJO Y FAMILIA, por LUIS POVEDA.

Existen numerosos ejemplos que demuestran que el conflicto entre trabajo y familia, además de afectar a la persona, tiene consecuencias negativas para la empresa. Cuadros de estrés, insatisfacción laboral, menor compromiso y rendimiento con los objetivos de la empresa, costes crecientes en mala calidad, baja productividad, peor calidad de vida y pérdidas de profesionales cualificadas.

Una actitud proactiva por parte de las PYMES respecto a la conciliación puede ser de gran ayuda para la sostenibilidad económica futura, teniendo en cuenta que no se trata sólo de la implementación de ciertas políticas que ayuden a mejorar este conflicto, sino del desarrollo de una nueva cultura organizacional.

Si los programas que implanta la empresa para remediar la situación se dirigen exclusivamente a las mujeres, el coste adicional de tales programas hará que las empresas sigan viendo más caro contratar a una mujer que a un hombre.

Muchas empresas siguen considerando que el conflicto entre trabajo y vida familiar no es de su responsabilidad, dejando en manos de la Administración la solución al problema. Afortunadamente esta tendencia está cambiando y cada vez más empresas están empezando a abordar acciones para ayudar a las personas miembros de sus plantillas a conciliar trabajo y familia.

Las políticas de conciliación entre la vida profesional y la familiar están conformadas por un conjunto de disposiciones heterogéneas que tienen el denominador común de arbitrar medidas de integración entre la esfera productiva y la familiar, procurando tiempo a madres y padres para que puedan dedicarse de manera intensiva al cuidado de niños y niñas durante la etapa en que más lo necesitan, entre otras acciones.

Pero el retraso en cuestiones de management empresarial se hace evidente cuando se examina detenidamente el estilo de dirección de grandes y pequeñas empresas que priman el corto frente al largo plazo y que no parecen, de ninguna manera, sentirse amenazadas por las numerosas razones que hacen esperar que el conflicto trabajo/familia sea cada vez un problema más intenso.

El volumen de paro existente permite una percepción de la realidad donde el puesto de trabajo constituye el bien más preciado de la persona que lo ocupa, mientras la creciente consolidación del fenómeno del paro  permite el recambio en sectores donde la necesidad de mano de obra podría ser más acuciante. ¿Por qué preocuparse entonces?

Viejos paradigmas como la cultura del trabajo presencial y las largas jornadas laborales, según los cuales la productividad suele asociarse al tiempo que un empleado o empleada pasa en el lugar de trabajo, obstaculizan la consecución del equilibrio entre vida y trabajo que permita a las personas trabajadoras alcanzar un estadio de bienestar personal y laboral.

Un tratamiento inadecuado, por parte de dirección de la empresa, ante estas demandas llevaría a trabajadores y trabajadoras a experimentar niveles de estrés directamente relacionados con problemas de salud y absentismo laboral, con el consiguiente descenso de la productividad en la empresa. Por no mencionar el elevado índice de abandonos del mercado del trabajo, por parte de muchas personas, que incapaces de compaginar el trabajo en la empresa y sus obligaciones familiares, hacen una opción de vida alejada del mundo laboral.

Esta “fuga” de trabajadores y trabajadoras es especialmente gravosa para la PYME, dado que entraña la pérdida de las destrezas que poseen y la de la inversión realizada en formación, lo que redunda en mayores costes.

Por el contrario, los empleados y empleadas que logran alcanzar este equilibrio suelen mostrarse más satisfechos y dispuestos a comprometerse más ampliamente a favor de su empresa, al tiempo que sus niveles de productividad crecen a medida que la empresa se muestra más receptiva a sus expectativas y necesidades.

Debe tenerse en cuenta que una estrategia comprometida en materia de conciliación vida y trabajo sitúa a la empresa en un plano de cumplimiento de la legislación vigente que puede ser beneficioso a la larga en sus relaciones con otras organizaciones, la administración y la clientela. La imagen pública de la empresa como agente económico progresista y socialmente responsable viene siendo cada vez más uno de los objetivos fundamentales para las PYMES.

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