jueves, 6 de junio de 2013

¡QUÉ CAPACIDAD TENEMOS Y QUÉ MALAS DECISIONES TOMAMOS! EL PENSAMIENTO DE GRUPO por SUSANA AGUADO

¿Conocéis la sensación de estar imbuidos en un tema y que todo lo que todo lo que tenéis alrededor lo relacionáis con ello? Yo apenas me acabo de introducir en el mundo de la Psicología y ya me encuentro haciendo análisis de todo por ‘deformación’ profesional (lo sé: ¡qué peligro!).
Quería compartir con vosotros una reflexión sobre el fenómeno de ‘el pensamiento de grupo’, del que seguro que encontraréis ejemplos en vuestro día a día.
Imaginaos una reunión de un Comité de Dirección de una empresa. Gente muy cualificada y con gran cantidad de información a su alcance, que ha de tomar decisiones estratégicas de gran calado para el devenir de aquélla. Pues bien, ¿cómo puede ser que, en ocasiones, lleguen a tomar decisiones tan inapropiadas? El pensamiento de grupo lo que explica, dicho grosso modo, es por qué a pesar de tener mucha información y competencia dentro de un grupo, se pueden acabar tomando pésimas decisiones. Y la respuesta es simple: acaba primando más la unanimidad que la valoración exhaustiva de las alternativas.
Cuando nos encontramos ante grupos muy cohesionados con alguna deficiencia estructural (como un liderazgo autoritario) es probable que no surjan demasiadas voces discordantes que enriquezcan el debate y que de verdad apuesten por llegar a una solución óptima en lugar de a la primera que haya surgido. ‘¿Quién soy yo para llevar la contraria?’; ‘Si no se les ha ocurrido ¿será porque no es buena opción?’; ‘¡Ah! Parece buena opción así que para qué seguir pensando’; ‘Si él lo dice, que es el experto, será lo mejor’. Éstas, entre otras, son algunas de las frases que podrían pasársenos por la cabeza cuando estamos intentando llegar a tomar una decisión en un grupo y suponen un freno al crecimiento del grupo así como un lastre para la llegar a la decisión óptima.
Lo que subyace son deficiencias en el equipo que han de ser subsanadas, por ejemplo, creando:
  • confianza para que cada integrante del equipo  se sienta capaz de aportar su punto de vista;
  • tolerancia a las ideas ajenas (básica para la creatividad y la innovación, tan necesarias hoy en día en las organizaciones);
  • verdaderos líderes que fomenten la cohesión pero sin olvidar la consecución de los objetivos del modo más eficaz y eficiente posible;
  • subgrupos de trabajo que se especialicen en el análisis de algunas de las alternativas;
  • una cultura de cuestionamiento de las decisiones y de nosotros mismos, como reflejo de la mejora continua.
Desde mi punto de vista, toda opinión siempre puede ser exteriorizada con el debido respeto y apoyada en datos que justifiquen su idoneidad. No obstante, también soy consciente de que para ello hemos de tener un adecuado nivel de autoestima como para ‘atrevernos’ a exponerla aunque pensemos que puede no ser compartida, y como para ‘soportar’ que, en el fondo, efectivamente pueda ser así.
Además, ser conscientes de que formamos parte de un equipo y de que, como tal, todos tenemos voz e interés por conseguir los mismos objetivos, de que todos tenemos buenas ideas que merecen ser escuchadas o convencernos de que, cuantas más exterioricemos, mayor será la probabilidad de encontrar soluciones óptimas, son algunas de las premisas que ayudarán a minimizar el efecto del pensamiento de grupo y a aumentar la eficiencia en nuestros equipos y empresas.
Y, por lo que parece, para conseguirlo aún nos queda.

2 comentarios:

  1. Gracias por el post, me ha gustado mucho.
    Creo que éste es un campo en el que hace falta trabajo y desarrollo en los equipos y, sobre todo, en las organizaciones.

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  2. Hola amigos si quiere viajar a turquia y mas bella ciudad de turquia excursiones en estambul

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