Hoy quiero contaros una historia.
Érase una vez, una empresa en calma. Aparentemente todo marcha bien; no faltan los clientes, no hay quejas de los trabajadores, y en principio, todo lo previsto sale adelante.
Un buen día, y sin nada que haga presagiar lo que va a ocurrir, un trabajador (concretamente uno de los más eficientes e indispensables), presenta su carta de dimisión. Decide abandonar porque ha encontrado un trabajo mejor, uno que le llena más, mejor pagado o que cumple con sus deseos internos de cambiar de aires.
En realidad, ésta no es una historia cualquiera. Se trata de una historia con la que podría identificarse casi cualquier empresa, ya que la mayoría ha pasado por una situación parecida en algún momento de su existencia. ¿Y qué ocurre cuando esto pasa? En la mayoría de los casos, el pánico.
Al igual que pasó con los caballos en el lago Ladoga (Leer historia), muchas empresas están en un estado de sobrefusión. Aparentemente están en calma, pero una minucia puede suponer un gran cambio si no sabemos gestionarlo a tiempo.
Cuando un trabajador se va de nuestra empresa, se lleva con él muchos conocimientos adquiridos en el desempeño del trabajo, muchos “trucos” obtenidos con la experiencia, una forma única y personal de hacer las cosas... Y aunque éste trabajador sea sustituido rápidamente, si no hemos sido previsores, se llevará con él una parte muy valiosa que la nueva persona tardará en alcanzar.
Para evitar este tipo de situaciones, la gestión del talento se hace indispensable.
Es como aprender a cocinar. Puedes aprender desde cero, leyendo libros de cocina o probando a añadir diferentes ingredientes viendo el posterior resultado. Terminas aprendiendo y puedes llegar a ser un gran cocinero, sí; pero lo harás más rápido si observas y apuntas los “pequeños trucos de la abuela”, que ella aprendió previamente con la experiencia. Partirás de una base más completa.
Apliquémoslo a nuestras organizaciones. No perdamos el talento, fijémonos en quién hace cada tarea, cómo la hace, cuál es el valor que aporta a su puesto y cómo ha resuelto situaciones negativas o problemas que hayan surgido. Tomemos nota de ello.
De esta forma, no sólo obtendremos un gran aprendizaje por escrito que mostrar a la nueva persona que se incorpore (en el caso de que la que desempeña ese puesto se vaya), si no que también nos ayudará a conocer mejor a quien desempeña el puesto de trabajo, y nos daremos cuenta de lo importante (o no) que es esa persona para nuestra empresa.
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