jueves, 16 de octubre de 2014

LAS BUENAS PERSONAS. LAS ORGANIZACIONES BUENAS, por RAFAEL ACEVES

Comprendo que en este mundo cada vez más tecnológico y monitorizado se intente medir y controlar todo con cifras que posteriormente se puedan interpretar (IPC, PIB, Informe PISA, tasa de desempleo, nº de afiliados a la SS, horas de absentismo/año, % de productividad por empleado y mes, etc.).
Sin embargo, hace unos días, me alegré al escuchar a un amigo empresario una frase que se superponía a cualquier cifra o dato. 

Comentó textualmente: Yo sólo contrato a “buenas personas”. 

Mi amigo posee los suficientes conocimientos para medir, testar y comprobar los conocimientos y capacidades de los candidatos a un puesto de trabajo. Estoy seguro de que, además, lo hizo. Pero, por encima de todo, valoró a los que son “buenas personas”.

Lo primero que uno se pregunta es cómo puedes definir o percibir esta “cualidad de cualidades”, y pese a todo, le entendí claramente. El hecho de que exista algo intangible en la continua previsibilidad de las clasificaciones que se da a las personas cambiaba la perspectiva. El factor HUMANO es lo que valoró por encima del resto y estoy seguro de que ha acertado. 

En el ámbito deportivo, principalmente en los deportes de equipo, los informes más valorados por los Directores Deportivos son los referidos a los comportamientos de los jugadores en sus actitudes HUMANAS (relación con los compañeros, compromiso con el club, responsabilidad y cumplimiento de la normativa, implicación, etc.).

Curiosamente, si se repasan las noticias de un equipo de fútbol con muy buenos o muy malos resultados, la mayoría de ellas se refieren a contenidos motivacionales y de clima interno. Es decir, que los malos o buenos resultados, se interpretan desde una perspectiva HUMANA, ni técnica, ni táctica, ni física, como correspondería a la lógica de un deporte. 

Para ver el ejemplo contario, podemos ver la famosa escena de la película Glengarry Glen Ross, en la que los resultados económicos pasan por encima de todos los demás condicionantes personales (disculpad el lenguaje del protagonista de la escena pero ésta merece la pena). Ver enlace: GLENGLARRY ROSS.

Para conocer en profundidad a las Organizaciones también valoramos si éstas son “buenas personas”. Es más, ellas mismas quieren demostrarlo con las cada vez más potenciadas RSC/RSE. Su imagen exterior influye sobremanera en sus resultados económicos y la percepción que tenemos de ellas (ya hemos visto el cambio de Ryanair en pocos meses, por ejemplo). 

Sin embargo, al igual que con las personas, no va a ser suficiente con esto. 

La empresa debe de ser igual desde dentro, con arreglar la fachada no es suficiente. Es imprescindible una cultura empresarial donde se valore al trabajador desde esa perspectiva humana que hemos comentado. Y ¿por qué?. Porque el que verdaderamente tiene el poder de cambiarlo todo es el consumidor. Éste posee una información cada vez más concreta de las empresas, que surge incluso de los propios trabajadores o ex trabajadores. Éstos denuncian públicamente condiciones laborales que no son adecuadas o todo lo contrario, que existen esos valores y se potencian verdaderamente.

Por lo tanto, a las organizaciones no les queda otra alternativa que poner en funcionamiento una RSC creíble, honesta y que verdaderamente esté impregnada en toda su estructura.

“Mejor que con palabras, la sinceridad se muestra con acciones”
  William Shakespeare

2 comentarios:

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  2. No puedo estar más de acuerdo con lo que dices, Rafa. Creo que, en la vida, nada hay más rentable que rodearse de buena gente. Como tú.

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