Estamos ante un nuevo paradigma en nuestra sociedad: la crisis, la globalización y la tecnología están precipitando cambios que requieren de una nueva estrategia de posicionamiento para las empresas y, por ende, para sus empleados.
El cambio es el paradigma de este nuevo siglo. Hace cinco años no existían las tablets y hoy hay más de 200 millones de terminales que nos hacen mucho más eficientes. Hace cuatro años desentrañar el ADN de una persona costaba 50.000 €; hoy cuesta menos de 3.000 y pronto será una prueba médica más.
Nuestra sociedad, nuestras empresas y nuestros empleados necesitan el cambio y la transformación, y para que se logre, me permito exponer algunas reflexiones:
1.- Transformar las empresas y las personas es ir un paso más allá de adaptarse. Supone evolucionar hacía nuevas formas de hacer las cosas de manera más eficiente. Para ello el punto de apoyo fundamental es la cultura empresarial, la visión y los valores.
Mientras aumenta nuestra esperanza de vida, disminuye a gran velocidad la de nuestras empresas. Las empresas han pasado de durar una media de 67 años a 20.
Y es curioso que las empresas que son capaces de sobrevivir más tiempo, son las familiares. Los expertos aluden a que la razón es porque se rigen por valores. Parece que este apoyo en los valores es clave para mantenerlas unidas y para explicar su mayor longevidad.
Los valores de una empresa impactan en la cohesión y el compromiso, no sólo para empleadores y empleados, sino para los diferentes stakeholders implicados.
2.- Los managers de la compañía tienen que ser verdaderos agentes de cambio. Deben ser los motores y conocer que todo cambio en cualquier proceso va ligado a un cambio en los hábitos de las personas. Ya lo decía Aristóteles, "Somos lo que hacemos día a día. De modo que la excelencia no es un acto, sino un hábito".
3.- La comunicación debe ser clara, abierta y transparente. Todos los implicados deben conocer hacía donde va la transformación y el mensaje debe ser común a todos, de modo que se logre impregnar el "Rememos en la misma dirección". Además, se deben explicar los beneficios del cambio. Hay una tendencia a asociar el cambio a dolor y pérdida, pero todo cambio, sin excepción, tiene un beneficio y hay que explicitarlo.
Esa estrategia de posicionamiento para las empresas y para sus empleados, de la que hablaba al inicio, pasa por conocer que estamos en la era de la innovación, del management 2.0., de la búsqueda de modelos de negocio centrados en el cliente, del trabajo colaborativo, del liderazgo transparente y emocional y de los objetivos claros y compartidos.
Definitivamente no estamos en una época de cambios, sino en un cambio de época. Y cuanto antes nos subamos al carro de la transformación, antes llegaremos a la meta. Hay que trabajar la actitud transformadora. El cambio es una constante y es bueno. Hay que adaptarse a vivir en constante transformación y a trabajar en permanente incertidumbre.
Y como dicen los entusiastas del "Feng Sui", a veces es necesario tirar lo viejo para hacer sitio a lo nuevo.
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