Se ha hablado recientemente del coach.
Laura (la autora del post y compañera mía) decía: “Quizás el coaching sea una
buena manera de visionar nuestro DAFO para darnos cuenta de nuestras
debilidades o carencias en nuestras competencias y encontrar vías de mejora y
ser conscientes de nuestras habilidades y fortalezas para sacarles provecho y
conseguir potenciarlas […]”. Y es cierto. Esa es una de las principales
características del Coaching o entrenamiento personal, o como se le quiera
llamar. Pero, por qué es importante para
una persona encontrar sus debilidades y fortalezas. La respuesta no es para
ser mejores y rendir más (en sí mismo, quiero decir) sino para ser felices. Y ahora explicaré el por
qué de todo esto.
Seligman habla del estado psicológico
de felicidad conocido como Good Life (usemos el inglés para dar nombre a la
idea, como dice Álvaro Retortillo, a causa de ese complejo de inferioridad que
padecemos los españoles, y que hace que usar un término inglés, como en el caso
del coach sea algo más vendible, más
no sé, cool): Este “estado de la
buena vida” se refiere al bienestar que experimentamos cuando hacemos las cosas
bien y tenemos éxito. La cosa es simple, las
personas disfrutamos haciendo aquello que se nos da bien y este bienestar hace
que tendemos a repetir esa conducta exitosa. Obviamente, esto se relaciona
directamente con aquello de identificar nuestras fortalezas y potenciarlas,
entre otras cosas, para ser felices.
No hace mucho pregunté a mi equipo de
Baloncesto, donde me llaman “psicólogo deportivo”, por qué jugaban al
baloncesto. Todos ellos respondieron lo que os imagináis: «porque me gusta». «Pero
¿por qué os gusta?», les pregunté. Esta pregunta generó un poco más de dudas.
¿Por qué me gusta jugar al fútbol o al baloncesto? ¿Por qué me gusta trabajar
en lo que trabajo... si es que me gusta? Una de las respuestas, la más importante,
está relacionada con esto que en psicología positiva llaman “good life” y que
nosotros podríamos llamar también éxito.
Éxito dentro de la autonomía, pero
éxito. En general, a los alumnos de
“letras” no se les daba muy bien eso de las matemáticas, por lo que acabaron
deduciendo que no les gustaban los números. Aquel al que cuando jugaba al
fútbol le llamaban “paquete” acabó por dejarlo y se pasó al pádel.
Volviendo a mi labor en el baloncesto,
observé un dato relevante, un problema que no debe tener ningún coach y que yo
tuve, y es tratar de trabajar la
motivación antes que el éxito. Antes
de motivar a alguien a emprender una tarea debemos asegurarnos de que sabe
realizarla con éxito, de que tiene la capacidad de realizarla bien. Por
eso, cuando tratemos de ejercer de motivadores en nuestro trabajo, lo primero
que debemos preguntarnos es:
¿Qué
tareas realizan las personas que quiero motivar? ¿Qué habilidades necesitan? Y
lo más importante ¿Las tienen?
Una vez que la respuesta sea positiva
tendremos abierto para trabajar el maravilloso camino de la motivación, pero
hasta entonces debemos abstenernos.
Buenos días Juan,
ResponderEliminarEn primer lugar decirte que estoy de acuerdo en eso de que nos motiva más aquello que nos gusta o nos resulta más fácil, porque nos cuesta menos esfuerzo alcanzar el éxito.
En lo que no estoy tan de acuerdo es en que sólo podemos encontrar motivación en lo que se nos da bien. De hecho, un claro ejemplo de esto ocurre en las relaciones personales. Normalmente nos enamoramos o nos gustan más aquellas personas que en un primer momento no nos ponen las cosas fáciles o cuando las circunstancias no son las más favorables. Nos gusta el reto.
Aunque no sea lo más habitual, hay personas a las que si las matemáticas no “se les da bien”, se esforzarán más para aprobar y encontrarán motivación en esa satisfacción personal que obtendrán al aprobar finalmente la asignatura, que será mayor que la de aprobar una asignatura que nos resulta más fácil.
Volviendo al tema de la motivación, creo que se puede motivar a una persona en las dos situaciones, tanto si se le da bien como si no.
En mi opinión, los límites son, al fin y al cabo, los que uno mismo quiera ponerse.
Un abrazo y feliz lunes,
Helena.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarMe encanta tu post Helena! Efectivamente, no sólo podemos encontrar motivación en lo que se nos da bien, pero sin embargo, si una cosa se nos da mal y no obtenemos beneficio por ella nos hará sentir frustración (como dice Cristina) y no nos “atraerá”. Ahora bien, eso no significa que no nos motive, sólo que no sentimos un afecto positivo hacia esa actividad. Si la tarea no te gusta en absoluto pero tras su realización te pagan una pasta, obviamente estarás motivado en la tarea, pero no en la tarea "per se" sino motivado por conseguir la recompensa. De esto ya sabemos que las recompensas tangibles como el dinero tienden a disminuir la motivación intrínseca mientras que las verbales o intangibles como los elogios no lo hacen (Anderson, 1976), por lo que, si lo que se busca es motivar en la tarea propiamente dicha, lo ideal es acompañar al contingente económico con una recompensa intangible, obviamente recompensar siempre que la persona haya realizado con éxito la tarea. Por este motivo, éxito y motivación van y deben ir íntimamente ligados el uno al otro.
EliminarVolviendo a lo que propones, en tu ejemplo dices “Normalmente nos enamoramos o nos gustan más aquellas personas que en un primer momento no nos ponen las cosas fáciles o cuando las circunstancias no son las más favorables. Nos gusta el reto”. Y es así, nos gusta el reto, pero si en el reto nos sale todo mal, ten por seguro que no habrá motivación de ningún tipo. De hecho, cuando estás detrás de esa persona que te gusta, lo pasas mal, estás en tensión, y es cuando por fin la “tienes” cuando estás contento y experimentas eso de “nos gusta el reto”. En el caso que propones de las matemáticas es muy parecido. Dices, “hay personas a las que si las matemáticas no “se les da bien”, se esforzarán más para aprobar y encontrarán motivación en esa satisfacción personal que obtendrán al aprobar finalmente la asignatura, que será mayor que la de aprobar una asignatura que nos resulta más fácil”. Si analizas tu ejemplo, la felicidad que experimenta la persona no es mientras está realizando ejercicios de matemáticas y éstos le salen mal sino cuando los realiza y finalmente acaba consiguiendo sus objetivos que es realizar bien los ejercicios o aprobar la asignatura de matemáticas, pero sin éxito no hay felicidad y sin felicidad (o reforzamiento) no hay motivación. Aunque bueno, técnicamente lo que motiva no es el reforzador en sí mismo, sino la expectativa del reforzador (hay que ser muy cuidadosos con esto). Como dice Bandura, lo que motiva al individuo es la expectativa de eficacia de resultado (la creencia de la persona de que tras hacer una conducta obtendrá un beneficio: social, interno (placer) o tangible como el dinero) y le expectativa de eficacia personal (creencia de la persona de que es capaz de realizar la conducta con éxito). Según éste autor, ni no existen estas expectativas, raramente habrá conducta, pero claro, es una teoría.
Desde mi punto de vista, entiendo que la felicidad o placer es el reforzador más potente que existe y que hace que deseemos volver a realizar una tarea (buscar “vía dopaminérgica”).
Por último, un ejemplo interesante de por qué cuando una persona fracasa constantemente pierde la motivación lo encontramos en el experimento de “indefensión aprendida” del propio Seligman. Que gustosamente resumiría pero acabaría bloqueando el blog por esta piedra de Obélix que estoy escribiendooo ;)
Muy buena respuesta Juan, me convences y estoy de acuerdo contigo. Creo que motivar siempre puede ser útil, aunque las condiciones en un primer momento sean desfavorables; pero lo cierto es que si intentamos y fracasamos en algo que desde un principio no pensábamos poder conseguir, seguramente nos cueste más volver a intentar, o directamente lo dejemos por imposible.
EliminarSimplemente reitero una frase que tú mismo comentas y es que en el fondo todo esto son TEORÍAS, y aunque la realidad siempre puede ser diferente, lo cierto es que esto se cumple en demasiadas ocasiones. Tienes toda la razón.
Querido Juan, un parentesis antes de entrar en el tema propio de tu post: es cierto que hay una invasión de términos en ingles cuya utilización añade un plus en la persona, pero al mismo tiempo, resulta que nuestro idioma está siendo más universal que nunca, está en pleno auge; creo que también está habiendo una invasión de términos en español en otros países, lo que ocurre es que nosotros al ser españoles no somos conscientes y no lo damos valor.
ResponderEliminarEn la película, En busca de la felicidad, Will Smith nos da un buen ejemplo de lucha por hacer que las cosas mejoren y con mucha motivación para ir superando los obstaculos que la vida le presenta. En mi opinión y según nos vienen transmitiendo en el Master, las habilidades si no las tiene, se puede trabajar en ello para adquirirlas, pero claro hay algo muy importante, siempre que su adquisición nos proporcione felicidad o al menos cierto de grado de satisfacción. Un ejemplo muy ilustrativo lo tenemos en nuestra vida familiar cuando los padres con su mejor intención de que nos labremos un porvenir, se empeñan en que sus hijos sean médicos, abogados o electricistas porque ellos lo son y quieren que continúe la saga o bien porque les hubiera gustado serlo. Los hijos si no son muy rebeldes o todavía no tienen la madurez suficiente, lo aceptarán y adquirirán conocimientos, habilidades, pero probablemente tambien adquieran un alto grado de frustación si eso no es lo que ellos deseaban hacer. La frustración desmotiva y la desmotivación impide hacer cualquier tarea de forma óptima aunque tengas o hayas adquirido las habilidades. Tú como psicologo, de esto estoy segura que sabes mucho más que yo; yo sólo expongo la experiencia de la vida. Un abrazo, Cristina
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