Estamos en días de líderes y liderados. Líderes que despliegan sus mejores prácticas dialécticas y su telegenia con el objetivo de movilizar a sus simpatizantes.
Pero también son días de liderados que, unos resignados y otros ilusionados, reciben un verdadero bombardeo de información sobre proyectos, promesas de futuro, errores del pasado, todo ello aderezado con las aportaciones en los medios de los creadores de opinión, maestros en hacer posible que el gato siempre caiga de pie.
No me detendré demasiado en los líderes, que lo son por méritos propios, porque conocen el oficio y como líderes saben generar entusiasmo, ilusión, participación.
Lo que sí es cierto es que los liderados a veces descuidan los criterios por los que los valoran. Conviene recordar que un líder es una persona que en lugar de poder, tiene la autoridad que le han dado; y esa autoridad es dada por haber tenido la capacidad de generar confianza, de promover ilusión y motivación, de fijar los objetivos y describir claramente el modo de lograrlos y por lo tanto, debemos ser eficientes a la hora de escoger a qué persona vamos a confiar ese “cetro”.
Pero también son días de liderados que, unos resignados y otros ilusionados, reciben un verdadero bombardeo de información sobre proyectos, promesas de futuro, errores del pasado, todo ello aderezado con las aportaciones en los medios de los creadores de opinión, maestros en hacer posible que el gato siempre caiga de pie.
No me detendré demasiado en los líderes, que lo son por méritos propios, porque conocen el oficio y como líderes saben generar entusiasmo, ilusión, participación.
Lo que sí es cierto es que los liderados a veces descuidan los criterios por los que los valoran. Conviene recordar que un líder es una persona que en lugar de poder, tiene la autoridad que le han dado; y esa autoridad es dada por haber tenido la capacidad de generar confianza, de promover ilusión y motivación, de fijar los objetivos y describir claramente el modo de lograrlos y por lo tanto, debemos ser eficientes a la hora de escoger a qué persona vamos a confiar ese “cetro”.
Para mí, una de las actitudes que debe mostrar un líder (también un político) es la coherencia, es decir, la actitud lógica y consecuente con una posición anterior.
La coherencia es uno de los pilares fundamentales del liderazgo. Me atrevo a decir que la coherencia es un distintivo del líder incluso en el fracaso y la ausencia de ésta le desacredita incluso en momentos de éxito.
A veces para evaluar a un líder se habla más del color de su corbata (por decir algo) que de coherencia, por eso pienso que es tiempo ya de que madure un poco el criterio que los liderados aplican para escoger a su líder y empecemos a exigir a los grandes líderes lo que exigimos a cualquier persona con un puesto de responsabilidad sobre otras, que vayan perdiendo peso las emociones ancestrales, las ideas preconcebidas y rancias, y vaya ganando posición el análisis de las competencias exigidas a un buen gestor, las que exigiríamos a un buen director.
Deberíamos conceder el liderazgo a quien promueva un clima organizacional saludable, a quien destaque el esfuerzo como condición indispensable para conseguir objetivos, a quien demuestre que ha sido perseverante y acredite coherencia, a quien es capaz de sacar de todos lo mejor y de unirlos haciendo que evolucionen como un verdadero equipo.
Por el contrario deberíamos cuestionar la capacidad de liderazgo a quien tiene dificultades para transmitir la visión de un proyecto, o ni siquiera lo describe, a quien hace de la crítica sin fundamento su discurso, a quien no es coherente y al que echa mano del miedo para conservar la posición.
Hoy por hoy, a un líder político no se le exige ser coherente, aunque es bien cierto que los hay, pero no olvidemos que somos los liderados los que otorgamos el liderazgo y por tanto es necesario que afinemos el criterio para acertar en la elección.
La coherencia es uno de los pilares fundamentales del liderazgo. Me atrevo a decir que la coherencia es un distintivo del líder incluso en el fracaso y la ausencia de ésta le desacredita incluso en momentos de éxito.
A veces para evaluar a un líder se habla más del color de su corbata (por decir algo) que de coherencia, por eso pienso que es tiempo ya de que madure un poco el criterio que los liderados aplican para escoger a su líder y empecemos a exigir a los grandes líderes lo que exigimos a cualquier persona con un puesto de responsabilidad sobre otras, que vayan perdiendo peso las emociones ancestrales, las ideas preconcebidas y rancias, y vaya ganando posición el análisis de las competencias exigidas a un buen gestor, las que exigiríamos a un buen director.
Deberíamos conceder el liderazgo a quien promueva un clima organizacional saludable, a quien destaque el esfuerzo como condición indispensable para conseguir objetivos, a quien demuestre que ha sido perseverante y acredite coherencia, a quien es capaz de sacar de todos lo mejor y de unirlos haciendo que evolucionen como un verdadero equipo.
Por el contrario deberíamos cuestionar la capacidad de liderazgo a quien tiene dificultades para transmitir la visión de un proyecto, o ni siquiera lo describe, a quien hace de la crítica sin fundamento su discurso, a quien no es coherente y al que echa mano del miedo para conservar la posición.
Hoy por hoy, a un líder político no se le exige ser coherente, aunque es bien cierto que los hay, pero no olvidemos que somos los liderados los que otorgamos el liderazgo y por tanto es necesario que afinemos el criterio para acertar en la elección.
Gracias Javier por las aportaciones que expones. Me ha parecido muy interesente la idea de que el líder puede diferenciarse con una característica como es la coherencia. Irremediablemente enlazo/vinculo coherencia con valores, algo bastante deficitario en la sociedad actual. ¿Puede ser porque los líderes no trasmiten estos valores o los que los trasmiten están relegados social y mediáticamente?
ResponderEliminarYo cuando oigo hablar de líderes o de liderazgo en el contexto que tú señalas Javier, el político en una campaña electoral, simplemente me parece una operación de marketing, pues no veo apenas conductas de liderazgo en esos supuestos "líderes".
ResponderEliminarNos lo intentan vender, pero no todos compramos.
Por cierto, gran pregunta la que plantea Rafa.
Buena pregunta Rafa, gracias por las lecturas y los comentarios.
ResponderEliminarAntes de liderar personas el verdadero LIDER debe ser capaz de liderarse a si mismo. Una vez conseguido sólo se transmite en el brillo de los ojos y se materializa en pasión, pasión por lo que se hace y se dice. "Los liderados" que le siguen no sólo conocen el proyecto, sus valores y su coherencia (todo esto puede ser ficticio) la emoción y la pasión es mucho más difícil de falsear.
ResponderEliminarMe ha gustado la entrada.
Informamos que esta entrada ha tenido, hasta hoy (una semana después de su publicación), un total de 169 visitas.
ResponderEliminar