“En economías en recesión y en tiempos de crisis, los trabajadores tienen menos oportunidades de encontrar un nuevo trabajo. Sin embargo, simplemente porque los empleados tengan menos opciones, los empresarios no deberían desconectar el “botón” de la motivación, la implicación, la satisfacción laboral y la retención. Las organizaciones que no valoren y realicen medidas para favorecer la implicación y retención de sus empleados, se están durmiendo en los laureles, y confían en que la economía se encargará de todo. Estas empresas, en cuanto las economías se recuperen, verán incrementar sus ratios de rotación voluntaria (abandonos) de un 5 a un 50%, y esto sucederá de un día para otro”.
Esta afirmación no es mía, pertenece a Mark Murphy, directivo de Leadership IQ, una importante consultora norteamericana. Y, personalmente, estoy totalmente de acuerdo. Es más, precisamente los trabajadores que antes abandonarán la empresa serán aquellos más valiosos, más cualificados, que por ser más empleables, tendrán mayores posibilidades de buscar un nuevo trabajo, sobre todo, si durante este periodo de crisis no han estado satisfechos con la gestión y trato recibido de su actual empresa.
Y, las empresas, ¿son conscientes de esta situación? Mi percepción personal es que no. Tengo la impresión de que, el foco empresarial se centra en el corto plazo, en sálvese quien pueda, y en el que el fin justifica los medios. La cuestión es, que, a veces, podemos diseñar los medios y buscar fórmulas que satisfagan los intereses de empresa y empleado, tanto en el corto como en el largo plazo. Esa es la apuesta de la retención. Pero no de una retención, llamémosla “obligada”, aquélla en la que el entorno no ofrece ninguna oportunidad de cambio, y al trabajador no le queda otra que permanecer en su empresa; sino de una retención “implicada”, aquélla en la que los empleados deciden que quieren permanecer y pertenecer a su actual empresa, independientemente de que el entorno le pueda ofrecer otras posibilidades laborales.
Además, en los tiempos actuales, debemos ser concientes de la existencia de una alta tasa de rotación encubierta, es decir, de empleados que les gustaría abandonar la empresa pero no pueden. Esta situación deriva en baja satisfacción laboral, baja implicación y, por ende, baja productividad. Justo lo contrario de lo que necesitan las empresas en tiempos de crisis. En esos momentos es cuando más se debería promover el apoyo, implicación, creatividad y sobreesfuerzo voluntario del capital humano.
Mi aportación personal en este foro es hacer un llamamiento, dentro del ámbito de la gestión de recursos humanos, hacia la utilidad de las prácticas orientadas a la retención. Creo que puede ser una apuesta muy útil para el presente y, sobre todo, para el futuro de nuestras empresas. Para ello, las empresas cuentan con un abanico muy amplio de posibilidades; y no sólo un alto salario. Cada vez, tenemos mayor constancia de que la retribución es un factor que atrae mucho (captación de empleados), pero que retiene poco. Diversos estudios académicos y empresariales señalan otras actuaciones mucho más eficaces para lograr la retención e implicación de los empleados, como por ejemplo: diseño enriquecido de puesto, formación, conciliación vida laboral-personal, participación del empleado, comunicación interna, relaciones informales con otros empleados, soporte y apoyo del supervisor, equidad retributiva, evaluación del desempeño, justicia percibida en los procedimientos, trabajo en equipo, etc...
Esta afirmación no es mía, pertenece a Mark Murphy, directivo de Leadership IQ, una importante consultora norteamericana. Y, personalmente, estoy totalmente de acuerdo. Es más, precisamente los trabajadores que antes abandonarán la empresa serán aquellos más valiosos, más cualificados, que por ser más empleables, tendrán mayores posibilidades de buscar un nuevo trabajo, sobre todo, si durante este periodo de crisis no han estado satisfechos con la gestión y trato recibido de su actual empresa.
Y, las empresas, ¿son conscientes de esta situación? Mi percepción personal es que no. Tengo la impresión de que, el foco empresarial se centra en el corto plazo, en sálvese quien pueda, y en el que el fin justifica los medios. La cuestión es, que, a veces, podemos diseñar los medios y buscar fórmulas que satisfagan los intereses de empresa y empleado, tanto en el corto como en el largo plazo. Esa es la apuesta de la retención. Pero no de una retención, llamémosla “obligada”, aquélla en la que el entorno no ofrece ninguna oportunidad de cambio, y al trabajador no le queda otra que permanecer en su empresa; sino de una retención “implicada”, aquélla en la que los empleados deciden que quieren permanecer y pertenecer a su actual empresa, independientemente de que el entorno le pueda ofrecer otras posibilidades laborales.
Además, en los tiempos actuales, debemos ser concientes de la existencia de una alta tasa de rotación encubierta, es decir, de empleados que les gustaría abandonar la empresa pero no pueden. Esta situación deriva en baja satisfacción laboral, baja implicación y, por ende, baja productividad. Justo lo contrario de lo que necesitan las empresas en tiempos de crisis. En esos momentos es cuando más se debería promover el apoyo, implicación, creatividad y sobreesfuerzo voluntario del capital humano.
Mi aportación personal en este foro es hacer un llamamiento, dentro del ámbito de la gestión de recursos humanos, hacia la utilidad de las prácticas orientadas a la retención. Creo que puede ser una apuesta muy útil para el presente y, sobre todo, para el futuro de nuestras empresas. Para ello, las empresas cuentan con un abanico muy amplio de posibilidades; y no sólo un alto salario. Cada vez, tenemos mayor constancia de que la retribución es un factor que atrae mucho (captación de empleados), pero que retiene poco. Diversos estudios académicos y empresariales señalan otras actuaciones mucho más eficaces para lograr la retención e implicación de los empleados, como por ejemplo: diseño enriquecido de puesto, formación, conciliación vida laboral-personal, participación del empleado, comunicación interna, relaciones informales con otros empleados, soporte y apoyo del supervisor, equidad retributiva, evaluación del desempeño, justicia percibida en los procedimientos, trabajo en equipo, etc...
Estoy totalmente de acuerdo con tu entrada Celia. No es lo más habitual en estos tiempos defender una política de RRHH que fidelice a largo plazo a los empleados. El mercado de trabajo es amplio y el empresario puede pensar que mejor una política que rebaje los costes de personal. No se piensa en el medio o largo plazo, ni efectivamente en los efectos perversos que producen los ERES en las personas que se quedan. Por otra parte los costes de personal no es la variable más determinante de la contabilidad en la mayor parte de las empresas.
ResponderEliminarEn mi experiencia he observado que las empresas que han optado por políticas de reducciones, reingenierías radicales, etc. han hecho negocio en el corto plazo, pero han ignorado lo que han perdido.
Totalmente de acuerdo también. Me parece clave el llamamiento que haces, Celia, y también coincido con la percepción de José.
ResponderEliminarAdvierto que voy a caminar un poco por la frontera del "topic" que se trata en el post, con idea de abrir la reflexión aún más.
Ayer participé en una jornada, en la Cámara de Comercio de Madrid, sobre RSC y Gestión de la Diversidad (tema que me apasiona, como mencioné en el post publicado aquí hace un mes aproximadamente). Uno de los participantes, tratando el tema de la Diversidad Generacional, comentaba que cualquier país se necesita algo más 2,2 hijos por pareja para que la sociedad se reponga y sea competitiva a todos los niveles. En nuestro país no hemos llegado a esa cifra desde nuestro tardío baby-boom.
Esto significa que, en el próximo lustro, la masiva salida de mayores del mercado laboral y la escasa entrada de jóvenes (por las razones demográficas mencionadas) propociará una renovada "guerra por el talento".
Desde mi punto de vista, dos pueden ser las claves para estar bien preparado para esa nueva "guerra por el talento":
-Desde la posición del profesional altamente empleable(generaciones ´75 y posteriores): trabajar, arriesgar y formarse a tope. Tal vez incluso emprender (sí, he escrito "emprender") para ser él mismo un "captador" de nuevo talento.
-Desde la posición de las empresas: la ventaja competitiva a la hora de atraer talento residirá en la capacidad de ofertar una "experiencia de trabajo" adaptada y alineada con las expectativas diferenciadoras de las distintas generaciones (no es lo mismo la generación X, que la generación Y. Se distinguen a nivel de motivaciones, anhelos, preferecias, etc.)
Espero que esta reflexión resulte de vuestro interés.
Yo he trabajo en una empresa en la que el Director General me dijo que para él la existencia de una alta rotación era buena, principalmente porque se supone que cuando entras en un trabajo nuevo, y más aun en los tiempos que corren en la que el trabajo es escaso, entras con muchas ganas de aprender y de implicarte en la empresa (para él esto supone que no te importa trabajar 12 horas seguidas), el error está en que en cuando los trabajadores pasan esa primera fase de emoción por haber encontrado un empleo y te das cuenta de que no se valora ni se compensa ese esfuerzo la gente se marcha de esa empresa, por lo constamente tiene gente que estar formando gente y nunca nadie llega a dominar el trabajo como para realizarlo eficazmente. Desgraciadamente en este pais muchos tienen esa mentalidad y hasta que eso no cambie no podremos competir en el mercado global.
ResponderEliminar