Vaya por delante que solo se trata de una reflexión personal, sin ningún ánimo de ser exhaustivo ni conceptualmente riguroso. Muchos de los que nos dedicamos a esto de “los recursos humanos” nos quejamos con frecuencia de que “nuestros jefes” realmente no nos entienden y lo analizan todo bajo la óptica del resultado a corto plazo. ¿Tenemos razón o son ellos los que no valen?
En las últimas semanas he leído varios artículos sobre la gestión de los CEO y direcciones generales de las empresas españolas durante este momento de crisis y coincidían en suspender, de forma global, su gestión. Por supuesto, hay numerosas excepciones de empresarios de éxito incluso durante esta “tormenta perfecta” en la que estamos inmersos. No seré yo quien me aventure a apoyar tal calificación de suspenso, pero sí coincido con algunas de las afirmaciones críticas de estos artículos.
Muchas de las organizaciones en las que trabajamos, pequeñas o grandes, se comportan de manera esquizofrénica, con un discurso “oficial” que insiste en que las personas y la innovación son dos de los pilares sobre los que se asienta su estrategia competitiva futura. Pero, ¿hacemos algo dentro de las organizaciones para fomentar e impulsar esa innovación o para mejorar la capacidad de nuestros equipos como línea estratégica para competir?
Innovación. ¿Funcionan nuestras empresas con modelos que alientan y recompensan la creatividad, experimentación e iniciativa, o más bien con criterios conservadores, poco tolerantes con el error y con dificultades para gestionar a las personas creativas?
¿Se habla en estos tiempos de invertir en el desarrollo de las personas o más bien de reducir los costes de personal? ¿Podemos afirmar que no son los costes de personal la partida “estrella” para ver dónde podemos “quitar”? Y eso que ambas cosas no son incompatibles. De hecho, en mi humilde opinión, lo malo no es esa revisión de costes, sino la forma miope de llevarla a cabo, sin ninguna reflexión sobre sus efectos sobre la capacidad competitiva en el medio y largo plazo. Los factores básicos de decisión son el coste anual del empleado y el coste de la salida. Pocos son los casos que conozco donde se plantea cómo incidirán esas decisiones en la moral y, por tanto, productividad de los que se quedan, en el conocimiento que se pierde o en el coste de reposición de determinadas funciones de la organización que ahora no son estratégicas. Pero si no son estratégicas, ¿por qué estaban ya?
¿Y no creéis vosotros que es complicado que las personas que han pilotado nuestras organizaciones de forma exitosa en tiempos de bonanza generalizada es muy complicado que puedan hacerlo en estos tiempos de crisis si, según el “séptimo hábito de Covey”, no afilan su sierra? Y no tanto porque estamos en un ciclo regresivo, sino porque estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma económico caracterizado por la globalización y el cambio acelerado y continuo, un mundo multipolar en el ámbito de mercados, clientes, talento y recursos naturales. No se puede gestionar las empresas del S. XXI con líderes y modelos del S. XX.
Pero no podemos eximirnos de culpa y pensar que eso asunto de los “jefes” y de los Consejos de Administración. Para eso estamos nosotros. Los responsables de Gestión de Personas podemos y debemos hacer mucho por mejorar la situación. ¿Cómo? Elevando nuestro discurso al ámbito de negocio y de los resultados, facilitando una “visión más global”, ejerciendo de conciencia de los CEO y directores generales para sacarles del estricto ámbito del corto plazo y la supervivencia. Nuestro lenguaje tiene que ser el de los resultados económicos y de negocio vamos a generar. Las iniciativas de innovación y personas son el cómo, pero hay que vender “el qué vamos a conseguir” con números, aunque a veces sean solo aproximados.
Os invito a polemizar. ¿Quién son realmente los que tienen mayor carga de culpa? ¿Los CEO y Consejos de Administración que se centran en sobrevivir para garantizar el mañana o los responsables de gestión de personas que no tienen la influencia suficiente para dedicar recursos a construir el futuro?
En las últimas semanas he leído varios artículos sobre la gestión de los CEO y direcciones generales de las empresas españolas durante este momento de crisis y coincidían en suspender, de forma global, su gestión. Por supuesto, hay numerosas excepciones de empresarios de éxito incluso durante esta “tormenta perfecta” en la que estamos inmersos. No seré yo quien me aventure a apoyar tal calificación de suspenso, pero sí coincido con algunas de las afirmaciones críticas de estos artículos.
Muchas de las organizaciones en las que trabajamos, pequeñas o grandes, se comportan de manera esquizofrénica, con un discurso “oficial” que insiste en que las personas y la innovación son dos de los pilares sobre los que se asienta su estrategia competitiva futura. Pero, ¿hacemos algo dentro de las organizaciones para fomentar e impulsar esa innovación o para mejorar la capacidad de nuestros equipos como línea estratégica para competir?
Innovación. ¿Funcionan nuestras empresas con modelos que alientan y recompensan la creatividad, experimentación e iniciativa, o más bien con criterios conservadores, poco tolerantes con el error y con dificultades para gestionar a las personas creativas?
¿Se habla en estos tiempos de invertir en el desarrollo de las personas o más bien de reducir los costes de personal? ¿Podemos afirmar que no son los costes de personal la partida “estrella” para ver dónde podemos “quitar”? Y eso que ambas cosas no son incompatibles. De hecho, en mi humilde opinión, lo malo no es esa revisión de costes, sino la forma miope de llevarla a cabo, sin ninguna reflexión sobre sus efectos sobre la capacidad competitiva en el medio y largo plazo. Los factores básicos de decisión son el coste anual del empleado y el coste de la salida. Pocos son los casos que conozco donde se plantea cómo incidirán esas decisiones en la moral y, por tanto, productividad de los que se quedan, en el conocimiento que se pierde o en el coste de reposición de determinadas funciones de la organización que ahora no son estratégicas. Pero si no son estratégicas, ¿por qué estaban ya?
¿Y no creéis vosotros que es complicado que las personas que han pilotado nuestras organizaciones de forma exitosa en tiempos de bonanza generalizada es muy complicado que puedan hacerlo en estos tiempos de crisis si, según el “séptimo hábito de Covey”, no afilan su sierra? Y no tanto porque estamos en un ciclo regresivo, sino porque estamos asistiendo al nacimiento de un nuevo paradigma económico caracterizado por la globalización y el cambio acelerado y continuo, un mundo multipolar en el ámbito de mercados, clientes, talento y recursos naturales. No se puede gestionar las empresas del S. XXI con líderes y modelos del S. XX.
Pero no podemos eximirnos de culpa y pensar que eso asunto de los “jefes” y de los Consejos de Administración. Para eso estamos nosotros. Los responsables de Gestión de Personas podemos y debemos hacer mucho por mejorar la situación. ¿Cómo? Elevando nuestro discurso al ámbito de negocio y de los resultados, facilitando una “visión más global”, ejerciendo de conciencia de los CEO y directores generales para sacarles del estricto ámbito del corto plazo y la supervivencia. Nuestro lenguaje tiene que ser el de los resultados económicos y de negocio vamos a generar. Las iniciativas de innovación y personas son el cómo, pero hay que vender “el qué vamos a conseguir” con números, aunque a veces sean solo aproximados.
Os invito a polemizar. ¿Quién son realmente los que tienen mayor carga de culpa? ¿Los CEO y Consejos de Administración que se centran en sobrevivir para garantizar el mañana o los responsables de gestión de personas que no tienen la influencia suficiente para dedicar recursos a construir el futuro?
A mí no me gusta nada la palabra "culpa" -creo que sólo debería usarse en los juicios- pero me fascina la palabra responsabilidad.
ResponderEliminarY luego está lo que yo opino sobre lo que planteas, Raúl. Para mí es clara la máxima de que a mayor "nivel" mayor responsabilidad. Pero más cristalina para mí es aún mi propia filosofía de vida, en la cual yo soy el máximo responsable de lo que me pase, para bien o para mal. Y es ahí donde me alineo al 100% en el discurso de tu penúltimo párrafo. Es mucho más sencillo tirar balones fuera y eludir la responsabidad personal, pensando que no es "mi resopnsabilidad" hacer ciertas cosas, que realizar un esfuerzo continuo por mejorar las cosas que están a nuestro alcance (porque no están tan lejos como podemos verlas).
Yo creo que el Director de RRHH ha de dar ya un salto para influir en la estrategia de la empresa o sino serán los demás departamentos los que den el salto al de RRHH.
Para mí la RESPONSABILIDAD es una gran palabra, aunque no pienso que tenga el mismo significado para todos las personas. Uso, sufro y disfruto de la misma filosofía que Félix al respecto.
ResponderEliminarMuchas veces hemos debatido sobre la eterna pregunta de si el líder nace o se hace. La traslado a la cultura empresarial, la gerencia RESPONSABLE, la política de recursos humanos...¿Nace o se hace?.
Hola Raúl,
ResponderEliminarme gusta tu reflexión, y comparto mayoritariamente tu planteamiento. Quiero añadir un punto más: Cómo seleccionamos a esos CEO o directivos, cómo gestionamos esos perfiles, como directores de RRHH.
Lo cierto es que para llegar a ser Director General hay muchos caminos, uno es montar tu empresa, y en ese caso, responsables son en la medida de que implican a más personas, pero al final, creo que es justo reconocer que lo hagan bien o mal, ellos han generado esas oportunidades.
Luego están los fichajes. En esta situación de prisas, cuántas veces pasa que, reduciendo coste de personal, gastas mucho dinero en fichar a una persona de la que piensas que va a resolverte los problemas, y que pocas veces esto tiene buen resultado, casi siempre por las prisas.
Lo cierto es que una persona no puede cambiar una organización fácilmente, la exigencia es máxima, y la mayoría de las elecciones al más alto nivel se hacen por relaciones hacia el exterior. Acaba siendo una casta, con poca rotación, y es que estos fichajes con experiencia no se encuentran con facilidad, y su enfoque es a corto plazo, para justificar su salario.
Y luego está la promoción interna, el desarrollo de carrera. Si consigues quitarte los complejos de trepa, demostrar que puedes ser profeta en tu tierra, tus mentores te dejan crecer y a no tener miedo de que te muevan la silla, y a no estar guardando tu espalda, entonces, si puedes ser un CEO con la orientación adecuada. La realidad es que nuestros directores suelen estar a la altura de sus compañías.
Un abrazo
David
Buenos días, Raúl y resto de participantes, me gustaría apuntar algunas ideas sobre este muy interesante debate:
ResponderEliminar- las personas son el activo más importante de la empresa, pero eso no implica que sean las mismas ni siempre. De ahí la importancia de mostrar nuestra "ventaja competitiva".
- si es un activo, ¿se puede calcular su rentabilidad? ¿y compararla? ¿Cómo saber si eres rentable? ¿Se debe comparar con otro trabajador?
El gestor de personas(o Director de RRHH, el matiz es muy importante)si quiere llegar a ser CEO debe conocer aspectos tales como posicionamiento, valor añadido, ventaja competitiva, EBITDA, rentabilidad, apalancamiento, deuda, dividendos, etc.
¿Por qué? Porque lo requiere quien manda, la propiedad, los accionistas.
Espero que pronto lleguen más Dtores de RRHH a la cúpula de las empresa, a ser CEOs (Cano, del BBVA es una excepción). Eso sí, habrá que hablar el lenguaje de la propiedad...
Saludos, Luis Sendino
- Es muy interesante lo que comenta Luis sobre la "ventaja competitiva". Creo que deberíamos añadir más ventaja competitiva a nuestras personas para que sean siempre las mismas.
ResponderEliminar- Sobre el cálculo de la rentabilidad, si las personas son activos de una empresa, etc. me gustaría comentar que todavía no se puede realizar porque los contables aún están en pañales, se siguen realizando contabilidades de la época de Taylor. Pero no os preocupéis seguro que algún día a alguien se le ocurre algo que funcione. "En verdad os digo que la magia de las personas, la sinergia, el empuje, y su corazón son muy rentables económicamente y esto no se puede contabilizar con simples números". (Suena pelín bíblico ¿no?).
- Para los Directores de RRHH que llegan a CEOs os canto un bolero "creo que la distancia es el olvido....".
Interesante debate, gracias por permitirme ser utópico, pero para realidad ya tenemos esta crisis.
Agradezco vuestros comentarios y me alegro de haber generado debate. Era lo que buscaba. Estoy de acuerdo con la apreciación de Félix sobre culpa y responsabilidad....pero, ¿no es cierto que es más políticamente incorrecto lo de culpa y genera más polémico? De eso se trataba....
ResponderEliminarRaúl