viernes, 28 de febrero de 2025

El trabajo como espacio de desarrollo personal y de la identidad; Por Gonzalo Baza.

    No es novedad para ninguno de los lectores de este pequeño texto como estamos inmersos en un momento de profundos cambios sociales, algo que no es único de nuestro tiempo sino del tiempo en sí, y que Heráclito ya sintetizó en la popular sentencia “ningún hombre puede cruzar el mismo rio dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos” allá por el 500 A.C aproximadamente. Pero es cierto que la automatización, la inteligencia artificial y la transformación digital están redefiniendo el ámbito laboral a pasos agigantados en los últimos años, lo que ha obligado a las empresas a replantearse consciente o inconscientemente el sentido mismo del trabajo y, de manera similar a como volvieron su vista hasta el punto cero de la filosofía, encontrando en los presocráticos al heraldo de los denominados tiempos VUCA, también han vuelto su mirada sobre cuestiones como la relación del trabajo y la autorrealización ya planteadas antes por la filosofía. En la actualidad, parece que hemos superado la concepción instrumental del trabajo como mero medio de vida y estamos reconsiderando una visión más profunda, que en realidad no es nueva y que podemos rastrear casi hasta el tiempo de nuestro vadeador de ríos favorito. Estos son solo algunos ejemplos de filósofos que a lo largo de la historia, de una manera u otra, han presentado los postulados que rigen a día de hoy los departamentos de recursos humanos de las empresas que han comprendido la necesidad de adaptarse a la situación actual.




Aristóteles es quizás el primero en plantear esta serie de cuestiones a través del concepto eudaimonia que bien podríamos traducir como “realización personal” o “vida lograda”. En el plantea el trabajo no como un simple medio de supervivencia sino como un medio para el desarrollo de las virtudes y la autorrealización. Visto desde la perspectiva de los recursos humanos, esto nos invita a reflexionar sobre la necesidad de ofrecer oportunidades de crecimiento personal y profesional dentro de las organizaciones empresariales. Aquellas que implementen planes de formación continua, promuevan el buen desempeño de sus equipos y fomenten esto que actualmente conocemos como liderazgo ético pueden generar espacios laborales más satisfactorios y productivos aumentando la capacitación de los empleados, permitiéndoles perfeccionar sus habilidades y alcanzar su máximo potencial dentro de la compañía.

Otro buen ejemplo podemos encontrarlo en Hegel quien a través de su dialéctica del amo y del esclavo demuestra como el trabajo no solo transforma el mundo, sino que también es una de las principales vías para el reconocimiento social y la autoconsciencia. Desde la perspectiva de los recursos humanos, esto resalta la importancia de ofrecer a los empleados autonomía y un propósito claro en sus tareas. Como en la metáfora del cantero, el trabajador debe comprender que su labor va más allá de esculpir piedras cuadradas, sino que participa de una misión superior que quizás no alcance a vislumbrar como es la construcción de la catedral que levantan las piedras a las que él da forma. Los modelos de liderazgo basados en la responsabilidad y la confianza, valor que sabemos clave, así como la posibilidad de desarrollar habilidades gracias a proyectos desafiantes permite a los trabajadores experimentar un crecimiento personal y profesional, además de un reconocimiento tanto social como dentro de las organizaciones, algo que empieza a hacerse patente en las estructuras empresariales horizontales donde los empleados tienen voz en la toma de decisiones y pueden influir en la estrategia de una empresa de la que ellos también sienten forman parte.

Por ultimo tenemos a Hannah Arendt quien diferencia entre la labor, entendida esta como las actividades necesarias para la subsistencia, el trabajo, destinado a la producción de bienes y la acción, concebidas como aquellas iniciativas que generan un cambio. Esta clasificación de las actividades humanas sugiere que las organizaciones deberían crear oportunidades para que los empleados lideren proyectos, participen en procesos de innovación y colaboren activamente en las decisiones estratégicas. La concepción actual del trabajo no lo concibe únicamente como una labor destinada a la supervivencia o a una producción de bienes sino que hace suya también la noción de generar un cambio haciendo sentir al trabajador que su desempeño tiene un impacto real a varios niveles.

En definitiva, desde el ámbito de los recursos humanos nos encontramos ante el reto de crear entornos laborales que no solo se centren en el rendimiento, sino que también promuevan el desarrollo personal, el aprendizaje continuo y la autonomía. Lo postulado por esta pequeña muestra de la filosofía del trabajo nos recuerda algo que parece habíamos olvidado, que este no solo organiza nuestras jornadas, sino que también da forma a nuestra identidad. Replantear su sentido implica ofrecer a las personas un espacio donde puedan crecer, innovar y contribuir de manera significativa, algo que en último lugar beneficia tanto a las personas como a las organizaciones.

Y tú, ¿Qué opinas?

Gonzalo Baza Prieta
Alumno del Máster en Dirección y Gestión de RRHH 2024-2025
Escuela de Negocios de la Cámara de Valladolid


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