¿Si pudiésemos retroceder en el tiempo y borrar acontecimientos históricos difíciles para el hombre lo haríamos?
Resulta complicado, casi imposible, poder responder tajantemente a esta pregunta. A medida que me lo planteo, me van surgiendo cada vez más dudas e inevitablemente las relaciono con mi propia existencia. E instintivamente me cuestiono: “¿Qué sería de mí sin todas las dificultades que he atravesado a lo largo de mi vida? ¿Habría llegado a ser la persona que hoy en día soy?”. Probablemente tampoco encontraré una respuesta a esta pregunta pero, si algo tengo claro, es que los acontecimientos que percibimos esencialmente negativos en nuestra vida presente, pueden otorgarnos aprendizajes cuyas consecuencias serán positivas en nuestra vida futura.
Actualmente, y como muchas veces hemos experimentado en épocas anteriores, la humanidad está atravesando un momento de caos. Una gran parte de nosotros se siente limitada, vacía, impotente, desesperanzada, apresada entre unas paredes que nos recluyen, desconectada de una realidad incierta.
Por otro lado, otra gran parte de la población ha sido puesta en jaque. La situación ha sido tan intensa y repentina que ha obligado a muchos a sacar su mejor versión hasta la extenuación. Obligados a rendir por encima de sus posibilidades, forzados a mostrar una imagen externa que muchas veces no se corresponde con las vivencias internas, exigidos a adaptarse a una lucha constante contra el miedo y la incertidumbre.
Faltan las palabras a la hora de hablar de las víctimas que han sufrido esta guerra de primera mano. Los auténticos guerreros de primera fila: todos aquellos que han perdido a un amigo, a un abuelo, a un hermano, a un ser querido. Todos aquellos que se han ido, para mí, son los auténticos héroes, aquellos que han batallado a pesar de que la contienda haya concluido en una amarga derrota.
Así, nos aferramos a la idea de despertar pronto de este mal sueño, de esta pesadilla, pues, tal y como reza la expresión “después de la tormenta llega la calma”, esto pasará, desaparecerá, y tan sólo pervivirá en nosotros a modo de triste recuerdo. Y aquellas personas cansadas y heridas recuperarán la calma, aquellas detenidas y desesperanzadas encontrarán de nuevo su propósito. El equilibrio se restaurará y obtendremos algo que perdurará para siempre: lo aprendido.
Por último y en lo que a mi campo se refiere, destacó la inteligencia emocional por encima de otros aprendizajes porque, en mi opinión, esta pequeña parte de la historia mundial nos ha forzado a ser mejores personas (que quizá es algo que nos hacía falta), el miedo nos ha unido y la solidaridad ha sido el resultado, la calma ha sido arrebatada y el valor de los pequeños momentos, restablecido. ¿Qué sería de nosotros sin todas las piedras en el camino?
“Vive como si fueras a morir mañana. Aprende como si fueras a vivir para siempre” Mahatma Gandhi (1869-1948)
Buenas tardes,
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu reflexión sobre esta época que nos ha tocado vivir, incluso me a ayudado a mejorar mis pensamientos en esta dura etapa de confinamiento.
Gran trabajo.
Saludos,
Muchas gracias, un saludo
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