lunes, 7 de marzo de 2016

La Sociedad del Aprendizaje (Una conspiración educativa) por José Mendoza


Una y otra vez oigo que estamos en un mundo globalizado. Me temo que no llego a entender muy bien todo el alcance este concepto, pero la mayoría de las veces, intuyo que se refiere a una consecuencia de los nuevos sistemas de comunicación y transporte, que aproximan a los habitantes de este mundo, de modo que permiten compartir nuestros pensamientos y productos. Esto es aparentemente inocuo e incluso ventajoso, pero genera un malestar intenso, debido a que nos muestra las desigualdades sociales que se dan entre nosotros, no sólo en nuestro país, sino también a nivel global.

Junto a este conocimiento, se da una falta de integración social entre los países de la Tierra (podríamos también decir que a nivel nacional), hasta cierto punto natural, pues no compartimos objetivo alguno.

Por otro lado, esto de la globalización nos hace cada vez más interdependientes, queramos o no. Sin más análisis remito al que le interese el tema, al artículo de Daniel Innerarity, publicado en diario El País, el 15-2-16. En el mencionado artículo, observa que la integración social que Durkhein veía necesaria en la sociedad de las naciones del S. XIX, ahora se amplía a la sociedad global, a todo el mundo, dado que el grado de conocimiento e interacción que entonces había entre los habitantes de un país, es el que puede haber ahora entre los que habitamos los países de la Tierra.

Y aquí arranca mi preocupación. En un mundo como el que habitamos, los conflictos son cada vez más diversos y abundantes. Ante ellos, el hombre de esta época, necesita talento activo, imprescindible para salir de las situaciones desconocidas en que se ve envuelto. Llegamos a la conclusión de que en nuestra realidad, no sirven muchos de los aprendizajes adquiridos y que hasta ahora nos resolvían la situación. Cada vez es más necesario renovarlos continuamente, ¿Cómo?

Aquí empiezan las dificultades, ya que ni los habitantes de nuestro país, ni las instituciones sociales que nos orientan la vida, tienen previsto cómo afrontar la situación, porque las circunstancias son tan cambiantes y diversas, que la complejidad crece imprevisiblemente.

Pensando en estas dificultades que ya encontramos ahora y en lo complicado que se les va a poner a nuestros hijos y nietos, me llamó la atención un libro que recientemente ha publicado José Antonio Marina: “Despertad al Diplodocus. Una conspiración Educativa para transformar la Escuela… y todo lo demás”, ¿Acaso el anzuelo que me enganchó fue la coletilla del título: “… una conspiración educativa para transformar… todo lo demás”?

Es natural estar preocupado por el rumbo que toma la evolución del contexto en que vivimos, y es triste dejarse arrastrar a dónde nos lleve el oleaje sin hacer nada por nuestra parte, esperando que vengan otros que lo arreglen. También es utópico pensar que esta complejidad se reconducirá por sí sola a situaciones conocidas y que volveremos de nuevo a nuestra zona de confort. O que la evolución de la sociedad, imprevista, creciente y compleja que encontramos a diario, detendrá su “deterioro” en algún momento más o menos próximo.

El libro no traza un plan concreto para transformarnos y hacernos afines a la inesperada evolución de las pautas sociales. Será una utopía, pero apunta maneras y provoca reflexiones, confiando en que la educación facilite a las personas a sortear los escollos del camino. 

Basando su confianza en la educación de las personas, ve necesario un comportamiento personal e institucional, que influya en todos los ámbitos de la vida del hombre. Provocar este cambio de comportamiento no es sencillo y de ahí que nos anime a todos a colaborar en la conspiración educativa. Recordad que la educación es lo que ha hecho al hombre.

El autor advierte que los cambios en un sistema complejo, como es la sociedad, no se consiguen con leyes, ni con refuerzos de fronteras, ni con bombas más o menos precisas y controladas, como pretenden muchos de los gobiernos actuales. 

En un sistema complejo, los efectos y las causas se invierten y revierten, hasta acabar influyendo todo en todo. Nada es simple y no podemos esperar una respuesta concreta ante un estímulo específico.

¿Qué es lo que podemos hacer en un sistema? La idea es generar contextos en los que se aumenten las probabilidades de que suceda algo que pretendemos. Y en esto de los contextos complejos, todos los que los vivimos podemos (y debemos) colaborar.

El problema no es fácil, empezando porque desconocemos en qué sentido tenemos que evolucionar, para responder a lo que se nos viene encima. No sabemos lo nuevo que tenemos que aprender para dar respuesta a la próxima situación que se nos presente: ¿Quién decide los programas de aprendizaje? En el libro referido, Marina propone una nueva ciencia, que se ocupe de estar alerta constantemente a los cambios, para proponer los saberes que den posible respuesta a las nuevas circunstancias. Respuestas orientadas por una razón compartida. Esto de razonar sobre los problemas de forma constante, justifica un sistema educativo que proporcione la educación que se requiere en condiciones cambiantes. 

Al cabo, si el hombre ha llegado hasta aquí, se lo debe al talento, talento que equivale a la razón práctica aplicada en cada momento, a resolver los problemas que nos encontramos. 

Pasaron ya los tiempos de calma, en los que el aprendizaje adquirido en unos pocos años, normalmente de la juventud, valía para orientarse el resto de la vida. Ahora ese aprendizaje ha de ser la preparación para una educación permanente, que se mantenga a lo largo de toda la vida.

El libro de Marina propone crear un sistema educativo (no sólo escolar), compuesto por muchas instituciones a modo de centros neurálgicos que respondan a las necesidades del hombre en la sociedad actual. En estos centros, el ciudadano tiene ocasión de adquirir una educación permanente, ya que vive y actúa en algunos (o en muchos) de ellos. Por eso el libro, después de los dos primeros capítulos a modo de introducción, en los que anuncia lo complejo de la solución, junto a lo que otros países y empresas han puesto ya en marcha, dedica cinco capítulos, a cada uno de los cinco centros neurálgicos, cinco instituciones, en los que ve posible la educación del hombre.

Él los llama motores del cambio, y son:

  •         La Escuela
  •         La Familia
  •         La Ciudad
  •         La Empresa 
  •         El Estado

Con esto recoge todos los ámbitos sociales en los que desarrollamos nuestra vida y termina con un epílogo en el que presenta los grupos de trabajo activos de nuestro país.

En el libro, a pesar de que se proponen acciones para todos y cada uno de los motores del cambio, se nota una tendencia en la que subyace la preocupación por los docentes.

Sabiendo que en nuestro foro nos leen muchos líderes de equipos, y convencido de que en el núcleo del liderazgo está el papel de pedagogo, he querido recomendar la lectura de este libro a todos, y principalmente a los que se preocupan del desarrollo de las personas.

¿Acabaremos siendo conspiradores educativos?


3 comentarios:

  1. Arancha Rodríguez García7 de marzo de 2016, 10:50

    Estimado José:

    Es cierto que estamos viviendo una época de cambio social en lo que a la educación se refiere; las enseñanzas recibidas en nuestra adolescencia académica no son , ni mucho menos, suficientes para poder afrontar las situaciones que hoy se nos presentan.
    Muy de acuerdo contigo en que la EDUCACIÓN hace al hombre, y por ello debemos darle la adecuada atención que merece.

    En mi opinión, si queremos ser mejores personas, no debemos de dejar nunca de "esculpir nuestra propia escultura", y por ello debemos estar atentos a la evolución de las sociedades, para reorientar y reconducir nuestra educación hacia competencias mas acordes con los tiempos que vivimos.
    Un saludo
    Arancha Rodríguez

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  2. Magnífica entrada Pepe. Estoy contigo en todo lo que recoges. La metáfora de conspiradores educativos me encanta. Esta es la función de los responsables de Recursos Humanos dentro de las organizaciones, así como de los consultores organizacionales con enfoque del Desarrollo Organizacional centrado en los valores humanos. Refuerzo lo que comenta Arancha de "esculpir nuestra propia escultura". Lo primero para ser un conspirador educativo es ser ejemplo y reflejo de los valores verdaderos puestos en crisis por una buena parte de la sociedad de hoy.

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  3. Muchas Gracias José. Un placer, siempre, leerte

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