En el salvaje oeste, allá por el siglo XVIII se popularizó la venta de pociones de efectos cuasi mágicos, denominadas Snake Oil.
Las propiedades atribuidas al Snake Oil eran incontables. Era la piedra filosofal de la salud.
Fórmulas mágicas para la salud, recetas alquímicas para conseguir metales nobles a partir de materiales innobles, dietas milagrosas para adelgazar en un mes, aprender idiomas en 1.000 palabras, manuales para aprender a liderar… En definitiva, fórmulas mágicas para conseguir el éxito se repiten a lo largo de la historia.
Siempre hay quien quiere ganar un buen dinero vendiéndolas y siempre hay algún ingenuo que las compra. Adivino que hay un buen pellizco del PIB moviéndose por estos derroteros. Así que si me permitís intentaré hacer fortuna haciéndome eco de mi receta mágica para el éxito: El trabajo duro.
Bueno, en realidad no es mía la receta. La he descubierto, como una aparición en un programa de radio.
Hoy, como acostumbro, iba al trabajo escuchando una emisora de radio que emite en Inglés. En un momento del programa, el presentador del mismo, hizo un elogio al trabajo duro mediante una cita que rezaba lo siguiente: early to bed and early to rise makes a man healthy, wealthy and wise.
A continuación bromeó con su operador de radio, indicándole públicamente que él cumplía con las primeras premisas del adagio: se acostaba temprano para poder madrugar y tener la emisora abierta a las 06:00 a.m. e incluso gozaba de salud y sabiduría, aunque no de una buena situación de riqueza económica, ya que trabajando por cuenta ajena es difícil esperar que uno se haga rico.
Creo que en el mismo momento en que terminó la broma, el presentador que además era el jefe del operador y dueño de la emisora, se debió dar cuenta de que quizás a su empleado no le había resultado demasiado gracioso la mención a su estado financiero e hizo un hábil requiebro, para quitarle hierro al asunto.
Mencionó a Amancio Ortega y recordó que éste había trabajado más de veinte años por cuenta ajena, antes de convertirse en fundador de "su conocido grupo empresarial", y posterior 4ª fortuna del mundo. Añadió que sin duda esos veinte años trabajando para otros, aprendiendo los secretos de la profesión, madrugando todas las mañanas para ir al tajo, y el posterior trabajo duro de crear una empresa y hacerla progresar, habían sido las claves del éxito de Amancio.
Para terminar de arreglar la broma lanzada en el aire sobre su subordinado, el presentador anunció el break antes de las señales horarias de las 08:00 am, lanzando un reconocimiento público al operador de radio, mencionado que dicha radio era el bebé engendrado por el mismo operador – It´s your babe - dijo. Y añadió: quien sabe si pasados unos años, no te convertirás en un segundo Amancio.
Apartando la anécdota sobre cómo gestionar la comunicación entre jefe y empleado cuando estás hablando en directo por la radio a miles de radio oyentes, ciertamente puedo compartir la personal visión de este presentador de radio y también empresario, sobre el origen del éxito de Amancio Ortega.
La mayoría podríamos estar de acuerdo en que el caso de Amancio es paradigmático, y excepcional, pero que los secretos de su éxito podrían estar al alcance de cualquiera.
Consideramos los siguientes factores de una ecuación de éxito:
- Trabajo.
- Inteligencia.
- Conocimiento.
- Dirección.
- Suerte.
Ahora juntémoslos, en la proporción necesaria. Debidamente ponderados y ordenados.
Trabajo duro y metódico, guiado por una buena inteligencia. No se trata de trabajar “a lo me cagoen”, sino de trabajar eficientemente y de manera planificada para conseguir objetivos.
A lo largo del tiempo, ese trabajo irá dando como fruto un profundo conocimiento de lo que se hace, del sector en el que se opera, entendiendo como son las interrelaciones de los operadores de dicho mercado. Provocará un conocimiento especializado.
Si aunamos a ese conocimiento especializado una cierta inteligencia que nos permita captar los huecos del mercado, las necesidades insatisfechas y como satisfacerlas de la mejor manera posible (dejándonos un sustancioso beneficio) y lo aderezamos con un poco de suerte, que siempre cuenta en la vida, podríamos tener Éxito.
Esta ecuación, que podríamos considerar de éxito individual, deberíamos elevarla a una ecuación más amplia. Podríamos hablar de inteligencia colectiva y de éxito grupal.
Cuando una organización es capaz de diseñar bien el trabajo a realizar para que cada miembro del equipo no solo trabaje duro, sino bien; eliminando todas aquellas tareas que no generan valor para el cliente, y éste no está dispuesto a pagarlas; y aquellas tareas que dan como fruto una satisfacción del cliente se hacen con cariño, desde el rigor y con el compromiso por el trabajo bien hecho, se va por el buen camino.
Cuando una organización es capaz de conseguir que cada uno de los miembros de su equipo se conviertan en auténticos especialistas de lo que hacen, sin perder de vista la perspectiva general y el horizonte al que llegar, se va por el buen camino.
Cuando una organización es capaz de conseguir incorporar el conocimiento colectivo para resolver los problemas, yo creo que se va por el camino.
Y si a esa organización le acompaña un poco la suerte, pues ya tenemos el éxito asegurado.
Podríamos concluir que el trabajo duro acompañado de las dosis adecuadas de inteligencia y suerte nos llevarán al éxito y el éxito conduce a la felicidad. Pero como ya apuntó hace unos miles de años un tal Aristóteles, la felicidad no está en la riqueza, ni en el éxito tal y como lo entendemos hoy en día. La felicidad está en la vida virtuosa. Así que acostaros pronto, madrugad, y gozaréis de salud, riqueza y sabiduría. Lo que os ayudará a ser moderadamente felices.
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