Son muchas las cuestiones que se abren en torno al debate de qué competencias definen a un empleado eficiente. ¿Cuáles son los conocimientos, comportamientos, actitudes y valores necesarios para desempeñar con eficacia un trabajo?
Mejor no tener en cuenta la teoría de Lawrence Peter, el famoso pedagogo y catedrático de la Universidad del Sur de California que en 1969 formuló el "Principio de Peter", que viene a decir que las personas que realizan bien su trabajo son promocionadas en las organizaciones a puestos de mayor responsabilidad, hasta que alcanzan su nivel de incompetencia. De este modo, los ascensos acabarán por estancar a las personas competentes en puestos donde ya no podrán serlo.
A pesar de su origen satírico, el principio de incompetencia de Peter, es una realidad que puede afectar enormemente al rendimiento de un trabajador y, por ende, a los resultados de su compañía.
Es por esto que las empresas, para promocionar a un empleado, no deben tener en cuenta el buen desempeño en cargos inferiores, sino las competencias para realizar un cargo superior.
Por esto, los programas de desarrollo que se implanten, deben pivotar sobre tres dimensiones: La gestión de uno mismo, la gestión de los demás y la gestión técnica.
La gestión sobre uno mismo, tiene que ver con el autoconocimiento y el manejo de las emociones. El autoconocimiento es el primer paso para el crecimiento. Ya lo decía Aristóteles "Conocerse a sí mismo es el principio de toda sabiduría". Los mandos deben aprender a identificar e interpretar sus emociones y las de los demás. Trabajar sobre esto les va a llevar a mejorar en competencias como Capacidad de Adaptación, Tolerancia a la Frustración, Actitud Positiva y Autoconfianza.
Con respecto a la gestión sobre los demás, podemos destacar que el equipo y los pares pasan a ser los verdaderos protagonistas. Desarrollar competencias como Liderazgo, Comunicación y Gestión de Equipos es imprescindible para que los mandos consigan grupos más cohesionados, con un objetivo claro y que esto revierta en conseguir los resultados.
En cuanto la gestión técnica, es la indiscutible estrella en las organizaciones donde lo que importa son los resultados. Para ilustrar esta dimensión me gusta recordar la historia que Tom Peters cuenta de un curso sobre productividad donde los ejecutivos que participaron sólo tuvieron que escribir en un papel una frase: "¡Anota cada día 3 cosas importantes y HAZLAS!".
Estaríamos hablando del desarrollo de competencias imprescindibles para un buen mando como son la Gestión del Tiempo, la Planificación y Organización y la Toma de Decisiones.
En definitiva, es necesario que las empresas trabajen sus programas de desarrollo de personas desde esta triple perspectiva, ya que ignorar o desatender alguna sin el desarrollo y la formación exigida, producirá un mando o directivo incompleto. Y es imprescindible abrir la puerta a la conquista de las emociones como elemento exponencial que contribuye al crecimiento personal y profesional.
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