Avanzamos ya con paso firme por
el siglo XXI. La sociedad ha evolucionado, las relaciones entre las personas
han cambiado. Se han diluido convencionalismos, y esa visión estratificada y
compartimentada en la que se basaba la comunicación interpersonal en siglos
precedentes al nuestro, ha desaparecido.
Sin embargo, en las empresas,
sobre todo en las pequeñas empresas, la jerarquía predomina como un valor.
Ancladas en maneras de gestionar que no se ajustan a los nuevos paradigmas, ven
pasar los años sin modificar su estructura y su gestión. Quizá porque siempre
se ha hecho así, o porque cuesta cambiar la manera de hacer las cosas, hemos
acabado consolidando la idea de que el jefe manda y el empleado obedece. Sin
matices. Eso es lo que se espera del mando, y del empleado.
Hasta bien entrado el
siglo XX se han gestionado los recursos monetarios, los medios de producción,…
y los recursos humanos, entendidos éstos
como fuerza del trabajo, como un recurso más de la empresa, valioso sí, pero un
recurso más.
Ejemplo de no liderazgo |
El empresario asumía el
deber sagrado de velar por sus trabajadores, por su bienestar, como un buen
padre de familia, decían, dicen todavía muchas normas. Y eso con un sentido
paternalista, como una obligación moral que asumía por su condición de
empresario. Y al empleado se le exigía fidelidad como actitud. (Fidelidad deriva de la palabra en latín, fidelitas, y su
significado es servir a un dios).
Constatamos que la sociedad en la que vivimos ya no es la
misma, los valores han cambiado, y al trasladar la manera de relacionarnos,
de pensar y de vivir, al ámbito de la empresa, se produce un desajuste.
Diversos estudios han
demostrado que la mayoría de los empleados cambian de trabajo por causa de un
mal jefe o por la falta de un proyecto motivador, antes que por una retribución
no ajustada a sus expectativas.
Por ello es urgente y
necesario evolucionar. Las personas no pueden gestionarse como un recurso más,
las organizaciones que deseen crecer, ser más competitivas, deberán potenciar
las competencias de liderazgo de sus directivos. Ya no sólo se trata de tener
más conocimientos del funcionamiento de los mercados, o conocimientos
financieros, o de marketing,… la inevitable profesionalización de los
empresarios, directivos y mandos pasa por exigir a estos perfiles las
habilidades propias de un líder.
Ya no es posible
gestionar personas. En el siglo XXI hay
que liderar personas. Se
gestionará la política salarial, los tiempos de trabajo, la selección de
personal o la retención de talento, eso sí se gestiona.
Ejemplo de liderazgo |
Las nuevas relaciones en
el ámbito del trabajo se basan en el liderazgo, entendido éste como la
capacidad para influir en la forma de ser de las personas o en un grupo de
personas determinado, haciendo que este equipo trabaje con entusiasmo, en el
logro de metas y objetivos.
Las organizaciones que
no evolucionen hacia este nuevo marco relacional, pagarán cara su inadaptación
a los nuevos tiempos, sus índices de productividad no serán competitivos y
finalmente desaparecerán, con o sin crisis, con o sin resultados económicos
positivos.
El poder de la dirección, de los mandos, viene dado por su
jerarquía. Poseen el monopolio del control, que ejercen para que se haga su
voluntad debido a su posición.
La autoridad, en cambio, consiste en conseguir
que esos mismos trabajadores, realicen esas mismas tareas voluntariamente, sólo
porque ese mando se lo ha pedido debido a su influencia personal. Esta diferencia
entre poder y autoridad ya fue analizada por Weber al sentar las bases de la
Sociología como estudio científico.
Y la autoridad viene dada por el liderazgo. Si se consigue que el
poder esté investido de autoridad (el poder se tiene, la autoridad hay que
ganársela), estaremos avanzando en la dirección correcta.
La abrumadora responsabilidad del líder en el
ámbito laboral es crear el ambiente en el que los empleados pasarán muchas
horas de su vida trabajando. Tiene por ello una dosis de vocación y mucho de
trabajo individual. La indiferencia, o incluso la frivolidad, de muchos jefes
ante esta responsabilidad, es una gran barrera para la competitividad de las
empresas.
Liderar trabajadores, éste es el verdadero revulsivo
que nuestras empresas necesitan para avanzar en la verdadera innovación
organizacional, acorde con los nuevos tiempos, y soporte y palanca de cambio en
el crecimiento económico.
El líder deberá tener la habilidad necesaria para orientar a los trabajadores en la
dirección previamente determinada, inspirando
valores de acción y anticipando escenarios de desarrollo. La habilidad para
fijar objetivos, su seguimiento, y la capacidad de dar feedback, integrando las
opiniones de los otros son la base para construir los nuevos proyectos a través
de un buen liderazgo.
“El liderazgo es una cuestión de
inteligencia, honradez, humanidad, coraje y disciplina… Cuando uno tiene las
cinco virtudes todas juntas, cada una correspondiente a su función, entonces
uno puede ser un líder”. Sun Tzu. El arte de la
guerra
Motivar e inspirar confianza es la clave. La inteligencia
social es la capacidad de optimizar al máximo la relación con las personas,
sacando lo mejor de cada una de ellas, generando el mínimo nivel de rechazo y
consiguiendo los mejores resultados.
Y tú, ¿mandas, gestionas o lideras?
Muy buena reflexión. Los senderos del éxito pasan por crear confianza. un bso.cruz
ResponderEliminarGracias Maricruz. Sembrar ilusión y generar confianza son las mejores armas para alcanzar objetivos, y son las bases de un buen liderazgo.
ResponderEliminarEnhorabuena Nieves, muy buena reflexión. Considero que la frase de Sun Tzu, resume perfectamente el nuevo modelo que en un futuro tendrán que adoptar las Compañías en el ámbito de RRHH, sabiendo liderar, de manera inteligente, humana y honrada unido todo ello al coraje y la disciplina, pero siempre producido desde la confianza que tiene que dar el líder, así como la pasión necesarios para llevarlo a cabo!!!
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un beso. Yure.
Gracias Yure. El pensamiento taoísta de Sun Tzu en la gestión de conflictos, aboga por la diplomacia y el cultivo de las relaciones como algo esencial. Prácticas sin duda necesarias en el ámbito de las relaciones laborales y que reflejan las competencias de un líder.
ResponderEliminarMuy buena reflexión Nieves, estoy totalmente de acuerdo con la última frase "La inteligencia social es la capacidad de optimizar al máximo la relación con las personas, sacando lo mejor de cada una de ellas, generando el mínimo nivel de rechazo y consiguiendo los mejores resultados". La idea de ir a trabajar y dejar la cabeza en aparcamiento con el casco de la moto,porque así lo requerían sus jefes está obsoleta. Esa frase de "A ti no te pagamos para pensar" debería haber pasado a la historia.
ResponderEliminarUn beso. Ana
Gracias Ana. Goleman en su libro "La inteligencia social" recoge muy bien este concepto. Me encante la metáfora que propones de "dejar la cabeza en el aparcamiento con el casco de la moto", muy gráfica de lo que sigue ocurriendo en muchas empresas, y por eso hago una reflexión sobre la evolución de las relaciones que se establecen en mundo laboral.
ResponderEliminarBuena entrada Nieves, la verdad es que supone un cambio de paradigma, desde pequeños en la escuela hasta en las organizaciones, la diferencia entre poder y liderazgo marca la diferencia en una buena dirección. Sin embargo en ocasiones nos encontramos con personas cuya búsqueda principal es el poder, no el liderazgo. Tenemos un gran trabajo por delante para influir en nuestro entorno más cercano y poco a poco lograr hacer crecer personas, aunque sólo sea un poquito, eso ya cuenta.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias. El primer paso es caer en la cuenta, tomar conciencia de esta realidad, y analizar nuestra actitud personal. Sólo a partir del conocimiento del valor que aportan las personas, podremos crear argumentos para el cambio, y acercarnos al concepto de liderazgo.
EliminarMuy buena reflexión Nieves. Las empresas necesitan líderes que motiven a los trabajadores. Es dificil encontrarlos, pero como dices, el primer paso es tomar conciencia de la realidad y anallizar nuestra actitud personal. ¿Y los trabajadores? ¿En algunos casos no necesitan más una autoridad que un líder?
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias Ana. El líder tiene autoridad. Es la autoridad que le da el liderazgo, mucho más efectiva que el poder jerárquico. Lo explica muy bien James Hunter en el libro "La paradoja". Por otra parte, el estilo de liderazgo no es único, depende del entono y de las personas a las que dirige. El buen líder se adapta a las personas para conseguir los objetivos a alcanzar.
EliminarMe parece un articulo muy bueno y hoy en desuso en la mayoría de empresas llámense esa falta de liderazgo.
ResponderEliminarMe parece muy oportuno la diferencia entre poder y autoridad que tantas veces se confunde y que tan necesario es aplicar correctamente, creo que históricamente ya lo indicaba el emperador Augusto, luego muy bien, trasmites las ideas por escrito tan correctamente como cuando hablas. Un abrazo.
Gracias Serafín, por tus palabras y por asomarte a este foro de opinión. La importancia de evolucionar en las maneras de gestionar ya fue recogida por el divino Augusto durante su gobierno. Hoy sabemos que el liderazgo es complejo y tiene distintos enfoques: Zenger y Folkman identifican las competencias y su interacción para un desempeño efectivo en "El líder extraordinario".
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