jueves, 7 de marzo de 2013

HAWTHORNE Y PIGMALIÓN por MANUEL PORRÚA

El efecto Hawthorne es una forma de reactividad psicológica por la que los sujetos de un experimento muestran una modificación en algún aspecto de su conducta como consecuencia del hecho de saber que están siendo estudiados, y no en respuesta a ningún tipo de manipulación contemplada en el estudio experimental”.
El efecto Pigmalión es uno de los sucesos que describe cómo la creencia que una persona tiene sobre otra puede influir en el rendimiento de esta otra persona”.
Es decir, por el simple hecho de prestar atención a una persona, a lo que hace y a cómo lo hace, podemos conseguir trasladarle un efecto automotivador que redundará en una mejora de su productividad.

Y, por el simple hecho de que un jefe se forme una opinión favorable de su colaborador y le trate de acuerdo a ella, éste exhibirá un alto desempeño en sus funciones siendo su rendimiento más alto, a la vez que efectivo.
Ummmm, así que… ¿tratas bien a tu colaborador, le haces ver que para ti es importante el que esté ahí, que note que tienes una imagen suya positiva, y eso redunda en que éste es capaz de desarrollar sus funciones a plena satisfacción de ambos?

¿Y tú te lo crees?

Pues vaya, yo sí. Yo sí me lo creo. Y me lo creo porque se trata de algo simple. Y sencillo. Y muy coherente. Pero me lo creo principalmente porque recientemente lo he constatado en primera persona.
Hace poco un colaborador de mi área me decía que quería solicitar el cambio a otra unidad de la empresa. ¿Motivo? ¿No le gustaba lo que hacía? ¿No se veía preparado? ¿No estaba a gusto con sus compañeros? ¿Con su responsable directo? No, realmente sí que le gustaba, había estudiado para ello, no tenía nada en contra de él, simplemente, no se sentía reconocido. Pensaba que se había convertido en alguien “transparente”.

Para tirarse de los pelos. Estaba a punto de perder a un valioso colaborador que me sería muy difícil sustituir y todo por no haber sabido transmitirle precisamente eso. Que era un valioso colaborador.
¿Mi reacción?

Bueno, en primer lugar abrirle las puertas. Si alguien no está a gusto contigo, considero que en la medida de las posibilidades que tengamos, es mejor dejarle el camino expedito. Ahora bien, no sin antes explicarle por qué consideraba que sería una buena decisión el que continuara en mi área. Y le expliqué el plan de acción para los próximos años. Y le expliqué cómo encajaba en él.
¿Resultado?

Le gustó, se vio implicado, visionó un futuro en el que su papel era importante para la organización.
Solo que… seguramente llegué tarde.

4 comentarios:

  1. Hola Manuel, gracias por tu post y por tu humildad compartiendo esta situación, tu reflexión y el aprendizaje que todos podemos extraer.
    Estoy totalmente de acuerdo con lo que expones, por experiencia propia (como subordinada) y porque todo esto no hace más que corroborar el principal resultado de la investigación de mi tesis doctoral (2011): el factor más potente para retener a los empleados "altamente cualificados", "empleados con talento" es, precisamente, el apoyo del supervisor junto con el reconocimiento y la participación. Ahí es nada ¿verdad?

    Creo que este post es muy acertado para inducir una pequeña reflexión en todos sobre lo que podemos hacer en nuestro día a día.
    Saludos,
    Celia Martín

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  2. la teoría del refuerzo positivo. Está claro.
    Sí en educacion funciona, también debería funcionar en el mundo del trabajo.¿no?
    Y efectimavente, coincido con Manuel en que, el problema es que nuestros lideres suelen darse cuenta de ello tarde...

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  3. Manuel, me encanta tu post, no sólo por el tema que tratas si no por la forma en que lo haces. Me he sentido identificada, por suerte lo he hecho con "ser transparente" en primera persona y no en haberlo hecho en mi equipo de trabajo. Digo por suerte porque convivo mejor con esto que con la posibilidad de que yo pueda hacer sentir a alguien así. Como líder tu trabajo empieza por escuchar, sentir y vivir junto al equipo sin perder nunca la dirección hacia el resultado u objetivo que la empresa persigue. Soy un mando intermedio y por tanto he de ver el arbol y el bosque. Suelo definirme como el hilo conductor invisible del negocio del que soy responsable. La actividad de la unidad productiva la realiza el equipo, sacan adelante el trabajo sin mi pero ahí estoy yo detrás para todo lo que se tuerce. Con el tiempo, mucho esfuerzo y dedicación he conseguido el refuerzo positivo que también comentais a través de los subordinados lo cual, cuando es de verdad, puede llegar a ser mucho más gratificante :)

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