“En casa del herrero, cuchillo de palo.”
“Dime de qué presumes y te diré de qué careces.”
Sí. He de confesar que estos refranes
y lo que implican, me molestan. Si algo he aprendido últimamente es a apreciar
y aplicar la coherencia. Intento
evitar disonancias entre lo que pienso, siento, digo y hago. Pero igual que me
lo aplico, valoro mucho (y cada vez más) que quienes me rodean también lo
hagan. Me gusta ver que la gente cumple con sus funciones y su palabra y hasta
yo misma me doy cuenta del efecto positivo que tiene sobre mí que lo hagan,
porque me hace ponerme las pilas y, por lo menos, intentar corresponder.
Así de simples somos. Tendemos a imitar las conductas de
quienes nos rodean y no solemos aprovechar este poder para liderar, para
transformar nuestro entorno y para hacer de él algo mejor.
Y es que líderes
que no predican con el ejemplo, no son líderes. Por lo tanto, no existe liderazgo sin ejemplo pues
¿cómo inspirar a la gente y sacar lo mejor de ellos mismos si existen disonancias
entre lo que se nos pide y lo que vemos hacer? Tan sólo se nos estarían dando
razones que argüiríamos como excusas
para “no hacer”. Y eso se nos da muy bien.
Pero que esto
no nos lleve a error: dar ejemplo no es sólo una responsabilidad de alguien que
ostenta un puesto jerárquico superior, sino que es una responsabilidad de todos
y tú tienes el poder. Ya lo decía Gandhi: “Seamos el cambio que queremos ver en el
mundo”. Puede sonar pretencioso pero yendo paso a paso no parece
imposible y esa, posiblemente sea la razón para, por lo menos, ponernos manos a la obra e intentarlo. Y hoy, no mañana, que nos conocemos ;)
Lo que
verdaderamente me sorprende es que, a estas alturas de la película, no tengamos
estos aprendizajes bien enraizados si ya en tiempo de los romanos existían latinajos que destacaban el poder de la
propia acción y señalaban la tendencia innata a la reciprocidad que tenemos las
personas:
“Do
ut des (doy para que des)”
“Facio ut facias (hago para que hagas)”
Al fin y al
cabo, si tomando nosotros la iniciativa con el tiempo obtenemos resultados a
nuestro alrededor (ya sea en forma de actitudes o conductas) sin necesidad de
pedir (y obviamente ni hablamos de mandar), quizás debamos aplicárnoslo.
Y aquí es donde entra en juego
otro concepto clave: el COMPROMISO.
El valor de la palabra dada.
Es verdad: “Las palabras se las lleva el viento”. Terrible
es que te prometan y luego no cumplan, pues juegan con tus expectativas y el
desencanto es luego mayor. Lidiamos con frustraciones, enfados, tristezas, y
minamos la relación de confianza que tenemos con quienes nos rodean. Feo es que ocurra en el día a día, y no menos
feo es que ocurra en el ámbito laboral.
Por todo lo anterior, cuanto más
lo pienso más lo confirmo: ¡todo son ventajas! Ser y dar ejemplo (que no es lo mismo), así como cumplir con la palabra dada, mejora:
·
Nuestra imagen y reputación (por lo tanto, de
cara a terceros).
·
Nuestro autoconcepto y nuestra autoestima.
·
Nuestra “auctoritas”
como líderes frente a la “potestas”
propia de los mandos.
· La confianza que depositan los demás en nosotros
fortaleciendo las relaciones interpersonales de la naturaleza que sean.
· Consecuentemente, nuestro nivel de influencia
sobre nuestro entorno y nuestras posibilidades de cambiarlo.
· Y cuando batimos la mezcla, obtenemos un clima
de trabajo más saludable y mucho más eficiente.
Así que recuerda:
“Con la palabra, conmueves. Con el ejemplo, arrastras.” Es ahí donde está la diferencia.
Estimada Susana,
ResponderEliminarMe siento mejor después de leer este escrito tan bonito.Tengo la sensación de que eres la mujer que un hombre necesita.Gracias por este regalo.
Contaba el desaparecido maestro Oriol Pujol que nuestra autoestima es como un gran saco que llenamos cada día con todo lo bueno que nos ocurre,pero este saco tiene un agujero, de manera que por la noche va perdiendo su contenido, y cada mañana necesitamos llenarlo de nuevo. Si lo hacemos desde fuera, cada mañana viviremos la angustia de tener que lograr el reconocimiento de los otros, de tener que hacer cosas para que estén contentos y nos lo den. Y si el reconocimiento no llega, el saco no se llena y nos sentirimos mal. Si nos acostumbramos a llenarlo desde dentro, seremos más independientes y podremos vivir el reconocimiento de los otros, si llega, como un regalo, pero no como una necesidad para nuestra subsistencia. Emilio
Cuánta razón hay en tus palabras amiga!! Ya que has empezado con el refranero, hay uno que dice: “lo que das, tendrás”. Es obvio, que cada uno sabemos cuáles son nuestras obligaciones/responsabilidades y que no podemos quedarnos esperando que alguien nos mueva y encima nos de la palmadita en la espalda, pero también es bien cierto que todo sería mucho más fácil y agradecido si nosotros y nuestros compañeros de viaje optásemos por ser más cooperativos.
ResponderEliminarPienso que todo se resume en la actitud que cada uno adopta frente a la vida, cada uno elige cómo vivir (cómo establecer relaciones, cómo enfrentarse a los problemas, cómo responder, cómo, cómo, cómo…) y como consecuencia qué proyectar a los demás. Para conseguir que alguien te sonría lo más efectivo es empezar por sonreírle, pero qué le vamos a hacer, los seres humanos somos muy zoquetes (perdona la expresión) y siempre nos vamos a lo fácil, a lo rápido y así nos va, estamos tan obcecados en los resultados de lo que hacemos que las formas quedan en un segundo (en ocasiones, tercero, cuarto…) lugar. Craso error, algún día nos daremos cuenta del poder que tenemos los unos sobre los otros y de que todo es mucho más sencillo, simplemente, cooperando con los demás para que todos sintamos el orgullo del trabajo bien hecho.
PD. El día que puedas explotar todo el potencial que tienes, verás la que se lía, habrá much@s que se pegarán por ti ;)
Enhorabuena por el post.
ResponderEliminarMuy bien explicado.
Refrendo que en mi experiencia laboral esto funciona ;)
Muchas gracias por vuestras palabras, Emilio, Marta y Nacho.
ResponderEliminarEstá claro que somos humanos y erramos. Metemos la pata muchas más veces de las que nos gustaría y, por supuesto, sin mala fe. Cuando eso ocurre, el reconocimiento del error y la correspondiente disculpa también habrán de ser acciones tomadas como ejemplares, siempre que no sean sólo palabras, como he mencionado anteriormente.
Para mí, la principal ventaja que tiene este sistema es que primero obtenemos beneficios en nosotros mismos (a todos nos gusta la sensación de haber hecho las cosas bien) y si, además, eso ayuda a nuestro entorno (frecuente o esporádico, familiar o laboral, próximo o lejano) y genera inercias positivas... bienvenido sea!
Felicidades Susana me ha gustado mucho. Un beso.
ResponderEliminarGracias a ti, José, como siempre ;)
ResponderEliminarSabias palabras Susana, enhorabuena por el post.
ResponderEliminarSomos seres relacionalmente construidos, por lo que la naturaleza de nuestras interacciones tiene una influencia decisiva en todo en nuestra vida. Puede que en muchas ocasiones no sea fácil seguir la máxima del "practise what you preach", pero al menos debemos intentarlo, pues como bien dices genera muchas más consecuencias positivas que negativas. Creo (al menos en mi caso) que todos caemos o hemos caído alguna vez en incoherencias de este tipo, pero también creo que luchar para reducir esa discordancia debería ser una principio básico a nivel individual y profesional.
Lo que me temo es que la maldita crisis ha tenido una influencia bastante negativa en este sentido, pues muchas veces prima el "sálvese quien pueda" sobre la coherencia y el compromiso.