Pobre Felipe. Procrastinador
con sus deberes, agobiado por ello, sólo le queda regodearse en su angustia
porque no ha sido capaz de centrarse en el presente y en sus obligaciones. Y
así hace él: divaga y divaga en su mundo paralelo hasta que la conciencia le
hace trizas y se encuentra hecho polvo pero, sobre todo, con el trabajo sin
hacer.
Me temo que todos en algún
momento nos hemos sentido como Felipe. Sabemos que tenemos cosas que hacer y,
sin embargo, no sabemos ni cómo ni por qué, de repente se nos aparecen unos
seres despreciables y desconsiderados que nos alejan de nuestro objetivo. Son
los “ladrones de tiempo” (recuerdos,
tareas pendientes que nos vienen a la cabeza, proyectos futuros, llamadas,
redes sociales, whatsapps, reuniones que se nos van de las manos, el
frigorífico, etc.) que nos desconectan de nuestras acciones y metas, nos quitan
energía para ser productivos y nos desmotivan por “no dejarnos” hacer lo que
deberíamos (¡cómo nos gusta echar balones fuera!).
No centrarnos en lo que estamos
haciendo aquí y ahora tiene fundamentalmente 3 causas: bien una clara falta de interés o motivación por realizar nuestra tarea (traducida
en pereza o desgana), bien tal carga de trabajo o de ideas que nos
desborde y no sepamos por dónde empezar, o bien una falta de recursos sobre cómo hacerlo (léase “miedo” a no saber cómo
llevarlo a cabo como nos gustaría). Y si a esto le sumamos una escasa capacidad de concentración…
apaga y vámonos.
¡Y es que nos resulta TAN fácil
encontrar excusas para no
hacer, que si las vendiera me haría de oro! Frases del tipo “tengo que […],
pero […]”, “intento […]”, “es que/hay que […]”, o hacer cualquiera de las
múltiples cosas que aparecen en el magnífico vídeo que ya publicó José Mozo en
su post Bob
Esponja Procrastina (comer, prestarle atención a una mascota, llamar por
teléfono, mirar por la ventana, enredarnos con las pequeñas cosas, pensar en el
futuro…), siempre están ahí acechando para robarnos nuestro tiempo y minorar
nuestra productividad.
¿Qué podemos hacer al respecto? Desde
mi punto de vista, lo principal para evitar
la dispersión (si es que para ti es un problema) sería la desconexión
del mundo exterior. Porque sí, se puede vivir sin mirar teléfono/correo/redes
sociales/etc. cada 5 minutos. Quizás al principio sientas “mono” de ello pero…
nadie dijo que fuera fácil.
Puedes crear el hábito de centrarte
en lo que tienes que/debes hacer. Para ello necesitarás ser consciente de que
necesitas ese cambio (racionalizar), querer llevarlo a cabo (encontrando una
emoción que te mueva hacia ello) y pasar a la acción. Normalmente nos quedamos en el primer paso o a
medio camino en el segundo. Por eso, quizás tenga que ser un poco brusca, pero si
tengo que darte una razón contundente a la par que obvia que te haga moverte sí
o sí hacia ello aquí la tienes (AVISO:
puede herir tu sensibilidad): “Si no eres productivo/competitivo, te vas a
la calle”. (Te lo dije).
Hay múltiples herramientas para
luchar contra las pérdidas de tiempo. No obstante, una de las últimas
tendencias en mejora de la productividad y en la optimización de la procrastinación
(porque en ocasiones es bueno y necesario posponer determinadas tareas) es la
técnica del GTD
(Getting Things Done – “Dejar las Cosas Hechas”) que, a grandes rasgos, lo que
promueve es trasladar (y revisar) todas las tareas a listas físicas o
recordatorios, identificando las próximas a realizar y permitiendo liberar
nuestra cabeza (que NO es una agenda) para saber lo que tenemos que hacer en
cada momento y cuánto le podemos dedicar a ello.
Yo he de reconocer que durante
mucho tiempo he sido bastante “Felipe” sobre todo a la hora de estudiar.
Siempre obtenía resultados buenos pero a costa del estrés de hacer las cosas a
última hora. Es cierto que hay gente que trabaja mejor bajo presión pero, si
eres uno de ellos, ¿te merece la pena ese agobio para sacar el trabajo adelante
sólo por no ser más constante? Seguramente Felipe nos diría que no, pero no sé
por qué también presiento que él lo volvería a hacer. Será porque es “humano”…
Muy acertado tu post, Susana. Sólo añadir que solemos procastinar las tareas que son más importantes y hacer primero las no relevantes o que tienen cierto carácter de prioridad. Yo aprendí esta palabra con el libro de J.A. Marina y la verdad es que tiene bastante razón, al igual que tu post!
ResponderEliminarMuy acertado y muy útil, escrito con mucha fluidez. Me ha gustado mucho, Susana.
ResponderEliminarGracias, Jesús
Me ha venido fenomenal el post de Susana. Tengo un montón de cosas que hacer hoy y me faltaba una excusa para distraerme.
ResponderEliminarEs broma.
Gracias Susana, muy bueno.
Interesante el tema de la procrastinación que Susana nos ha propuesto con su estilo agil y claro. Todos somos un poco Felipes.
ResponderEliminarAlbert Ellis lo llama "pereza dilatoria". Y él dice que lo mejor para afrontarla es crear hábitos y rutinas. Cuenta que el médico le aconsejó hacer deporte, algo que él odiaba. La única forma de forzarse a hacerlo es incluirlo en la jornada diaria personal: tres días a la semana de 3 a 4, natación.
Y cuando nos resistimos a hacer algo porque no nos gusta, ponte a ello durante 5 minutos y verás cómo no lo dejas hasta que lo terminas.
Gracias Susana por tu post.
Rafa Cano
Me ha gustado un montón. Pones claros los problemas y como actuar :-)
ResponderEliminarMuchas gracias a todos por vuestras palabras y por dar el paso y "comentar". Me alegro de que os haya gustado ;)
ResponderEliminar¡Gran post y estupenda viñeta!
ResponderEliminarYa me lo decía mi madre: 'no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy'. Pero es cierto que ProcRastinar (atención a la R habitualmente olvidada) es más breve :-)
Siguiendo el hilo: mejor que las rutinas (que sólo ayudan a 'diluir' el dolor de la tarea no apetecible), recomiendo técnicas de gestión de tiempo (i.e. pommodoro technique, ...) ; generan una más agradable sensación de productividad/avance.
Pero creo fundamental: el 'keep goal in mind' si tienes algo que hacer es porque deseas llegar a algún lado; no dejes de perderlo de vista. Felipe seguro que quería acabar de estudiar (y de ahí la tarea 'deberes') porque pensó que la vida laboral iba a ser mejor y dotarle de más autonomía e independencia (clásico -inocente- lema infantil).
Si no encuentras alineación entre la tarea y un objetivo 'estratégico' no la hagas; tal vez es una tarea desperdicio 'cometiempo' de la que librarte ;-)
Totalmente de acuerdo, Ignacio. Es mucho más importante preocuparse por las tareas que se hacen, que por las que NO se hacen. Hacer por hacer no es productividad. Si nos preocupásemos más por la eficiencia, tal vez habría que hacer menos para conseguir lo mismo.
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