jueves, 19 de julio de 2012

ANTE UN LIMÓN, ¡LIMONADA! por HELENA ZUZAMA

Éste puede ser uno de los lemas más repetidos entre los blogs que publican contenido sobre motivación, RRHH, Psicología, Coaching, Autoayuda y todas las variables que se nos puedan ocurrir.

Sin embrago, considero fundamental tener en cuenta esta reflexión en nuestro día a día, más aún en esta época de incertidumbre económica, malas noticias, etc. Complicaciones que, en definitiva, ponen nuestra vida un poco más gris.

Está alimentado de dos reflexiones:

La primera de ellas, basada en la experiencia de la que suscribe. Estas tres próximas semanas he de pasarlas en varios hoteles repartidos por la geografía española, con todo lo que ello implica: echar de menos a los míos, hacerme a la almohada de la cama, acabar hablando sola con la televisión, etc. Es lo que implican las estancias en hoteles por motivos de trabajo. ¿O no?

Desde mi punto de vista, otra manera de verlo es la siguiente:

  • Descubrir qué nuevo accesorio en el kit de bienvenida han incluído los comerciales en los baños de las habitaciones,
  • Posibilidad de observar la interacción entre los demás huéspedes en la cafetería o en la recepción haciéndote casi invisible.
  • El último (y para mí el más importante): Comenzar el día con un copioso desayuno de las delicias del buffet.
La otra reflexión a la que hacía mención es fruto de la lectura del libro “EL Hombre en busca de sentido” de Victor Frankl, conocido por muchos de vosotros en el que, de un modo parecido a Braveheart, habla de que el último bien que se nos puede arrebatar a las personas es la capacidad de elección.
Creo que con más frecuencia de la debida, caemos en la trampa del lenguaje:    “Las cosas están fatal”, “No puedo”, “No tengo elección”….

Si consideramos que somos lo que hacemos y que el lenguaje interviene en nuestra realidad y esa realidad se transforma en hábito, resulta fácil entonces sumirnos en la Profecía Autocumplida.

Entre las poderosas herramientas de Coaching, el Reencuadre de Contenido es una de mis favoritas por su aplicación en el día a día.

Ante alguien que nos regala un limón, nos encontramos con dos opciones:

A/ “¡Carmba!, yo quería una naranja, tiene más vitaminas y es más dulce. El limón me agria el estómago…”

B/ “¡Fantástico! De este modo podré hacer una pequeña limonada y saciar esta sed fruto del calor!”

Por muy compleja que sea la situación que tengamos delante, estoy segura de que siempre hay un reencuadre de contenido posible a realizar. En ocaciones será más evidente que en otras y habrá situaciones en las que lo descubramos a posteriori. No importa; podemos extraer ese conocimiento para el fututo.

Creo que vale la pena pararse a pensar un par de minutos de qué otra manera puedo observar esa situación que ahora veo como negativa y sin posibilidad de aprendizaje para tratar de extraer la parte positiva o el aprendizaje que nos aporte.

Para algunos ésta puede ser una visión demasiado optimista o poco realista de la vida, pero en lo que creo que si que coincidirán conmigo es que es mucho más práctica y enfocada al futuro que es donde de verdad tenemos posibilidad de cambiar las cosas.

 Y vosotros, ¿Ya tenéis identificada vuestra limonada?

1 comentario:

  1. Gracias Helena.
    Caer en la espiral positiva o negativa te refuerza enormemente en lo que crees. Pero pienso que existe un punto de inflexión muy concreto entre las dos espirales en el que tú no eres el absoluto y único dueño. En estos tiempos he conocido demasiadas personas que pensaban y difundían las ideas que propones y ahora han caído en profundas crisis de las que se hubieran reído en otros tiempos.
    A veces, en esos momentos críticos, o para salir del agujero un poco de ayuda profesional no estaría mal.
    Yo por ahora limonada, gracias.

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