CONTEXTO
Desde mi experiencia generando y
cohesionando equipos, la más importante savia se puede obtener de un grupo de
personas es su Confianza. La dificultad añadida que vengo sorteando es hacerlo
en entornos con mucha Incertidumbre y en condiciones que no facilitan
precisamente su cohesión; lidero
proyectos de corta duración (normalmente inferior a un año), en un sector de alta rotación (Desarrollo de
Software, I+D) con una inercia innovadora y renovadora tremenda. Además las
circunstancias sectoriales y locales distan mucho de las óptimas en Gestión de
Recursos Humanos; y trato con personal
con el ánimo minado por mensajes pesimistas sobre la crisis económica.
En tal contexto, el mayor reto al
que me enfrento, es generar la confianza necesaria para que se pueda llegar a
generar sinergia entre los miembros del equipo, condición casi imprescindible
para la competitividad laboral.
RECETAS
La Receta que uso para ello es
simple; tienen pocos ingredientes y son bien conocidos, pero al parecer
lamentablemente poco habituales:
Sinceridad. La gente está tan acostumbrada a que les
mientan abiertamente que con frecuencia he encontrado expresiones de asombro
cuando la aplico. Es un arma que retorna su inversión a medio plazo y que
requiere de una constancia y exquisitez extremas; Demostrar veracidad, sinceridad, y
transparencia (hasta donde se deba) es básico, e implica perseverancia; sólo a través suyo se puede
obtener confianza y sortear los recelos que (erróneamente) aprendemos en
nuestro camino a la ¿madurez?
Comprensión. Lo primero
que comparte cualquier equipo es que está compuesto de ¡personas! Esto ya
otorga un fondo de cosas en común; de virtudes (inteligencia, humor…) y de
defectos (miedos, prejuicios…), especialmente cuando el equipo apenas se
conoce. ¿Y si estuvieses en el lugar del
prójimo y bajo sus circunstancias? Comprensión no quiere decir 'todo vale' si
no que se puede entender cualquier punto de vista (¡empatía!)... aunque en
ocasiones deba corregirse, por el bien común.
Aceptación. Todo el mundo da lo mejor de sí. Pero existe
una peligrosa costumbre de aparentar tener más capacidad de la real; se
confunde tener el arrojo suficiente para
afrontar retos con no solicitar ni la formación necesaria, ni las medidas de
contingencia para los riesgos que los nuevos retos siempre conllevan. Estamos acostumbrados a hacer malabares 'sin
red' y muchas veces el riesgo que asumimos no es el quiere asumir la
organización o el proyecto en que se participa.
Negación. Si no se
reconocen los errores (empezando por los propios) es difícil que el equipo
salga de la inercia social de inculpar a terceros de las responsabilidades
propias. Todo buen gerente requiere de la capacidad de decir NO ante aquello a
que debe negarse; cambios de alcance inapropiados, conductas inadecuadas,
influencias negativas... Se debe empezar
por la auto-censura y esto incluye también la de la organización cuando se
transmiten órdenes en las que no se cree; acatando las directrices incómodas,
pero posicionándose sinceramente (y con total respeto), asumiendo que en un
grupo siempre habrá cosas que gusten más que otras.
Pertenencia. Si el ser
humano es un animal social y en un equipo tenemos diversas personas, parece
lógico dejar un espacio para cada cual. Hay que valorar los diferentes aspectos
que cada uno puede aportar, librándose de prejuicios y fomentando las
oportunidades; dejando claro cuáles son y qué límites tienen; de esa forma se
construye la identidad grupal.
Protección. Los equipos
necesitan un espacio de trabajo. No se puede permitir que le ‘llueva’ todo lo
que sucede en el exterior. Esto no debe malinterpretarse con actitudes
paternalistas y protectoras, pero es cierto que el gestor debe marcar una
barrera y o bien protegerla con su poder e influencia o bien compartir esta
responsabilidad con parte de su equipo (i.e. interlocutores con directrices,
responsables de riesgos, …).
Ilusión. Me refiero a ese
sentimiento del que gozamos en nuestra infancia y nos castran en nuestra
educación; Hay que reavivarla. Si se tiene un objetivo común (por eso estás en una organización) por muy pueril que
sea (¿obtener dinero?¿trabajar menos horas?¿salvar el mundo?) hay que centrarse
en él y compartir esa ilusión, encontrando objetivos comunes al grupo. Es
posible que estos objetivos no sean los principales del proyecto/organización;
pero en realidad son el espíritu del equipo, al que recurrir a ellos los
momentos duros.
Objetividad. Es cierto que como los evaluadores somos
personas, es difícilmente alcanzable. Fuera prejuicios. Cada perspectiva debe
ser respetada, pero en caso de disputa o debate, los hechos siempre ayudarán a
acelerar el reencuentro de posturas y la senda constructiva.
Responsabilidad. Lo mejor
es instaurarla por demostración; Cuanta más responsabilidad se demuestre, más
se obtendrá como respuesta del equipo y sus individuos. Si la organización y la
dirección son responsables y cumplen sus compromisos, marcan la senda a seguir.
En múltiples ocasiones las organizaciones se plantean retos inalcanzables y los
directivos se sobre-saturan de responsabilidades inabordables en su totalidad.
Esa conducta errónea es imitada por los trabajadores, ayudando al fracaso
global. Hay que separar lo más claramente posible compromisos de retos;
asegurando los unos e ilusionando con los otros.
Nunca se deberían confundir “nos gustaría” con “nos comprometemos a”. Hay que vigilar de cerca la formulación del objetivo en el momento de establecerlo (corrección incluida si no es preciso y adecuado), y no tras su evaluación (¡demasiado tarde!).
Nunca se deberían confundir “nos gustaría” con “nos comprometemos a”. Hay que vigilar de cerca la formulación del objetivo en el momento de establecerlo (corrección incluida si no es preciso y adecuado), y no tras su evaluación (¡demasiado tarde!).
Atribución. A todos nos
gusta ser halagados. Una regla tan sencilla como no anotarse méritos ajenos sin
reconocer/atribuir su autoría. El plural de modestia está bien para ciertas
cosas, y ayuda a crear piña, pero también hay que personalizar, especialmente
cuando representamos al grupo ante terceros; debemos remarcar sus méritos
distanciándonos de las medallas.
Excelencia. A todos nos
gusta ejercer lo mejor que sabemos y mejorar. Sin embargo la realidad del
contexto de las tareas casi nunca permite ejercer de esa manera. Un profesional
responsable debe saber regular el grado
de calidad de su trabajo adecuándolo a la circunstancia. Pero igualmente un
buen directivo debe valorar y apoyar el esfuerzo del profesional por la línea
de la mejora continua, en su continuo reciclaje, y compartir los esfuerzos y
logros alcanzados.
MANTENIMIENTO
Pero el auténtico Santo Grial de
la Confianza es su Mantenimiento. Cuesta mucho trabajo, esfuerzo y tacto
ganarla; pero es muy fácil de perder. Si
no se tienen unos valores firmes y se defienden continuamente (incluso dando en
aquellas circunstancias en que no puedan ser respetados al 100%), todo el
esfuerzo habrá sido en vano y la inversión realizada no retornará.
Para mantener la confianza se
requiere de un proceso de reflexión continua. Los equipos son organismos vivos
que requieren de su re-adaptación diaria. Para ello la herramienta esencial es
la comunicación y el feedback. El equipo requiere de tiempo de reflexión sobre
sus necesidades; en ese foro debe usarse la crítica constructiva y razonada (a
las que no estamos suficientemente acostumbrados), buscando cierto equilibrio
en las decisiones que se tomen.
CONCLUSIÓN
Este Camino a la Confianza trata de
múltiples formas evitar la senda tradicional: el Miedo. Una vez que se comienza
a utilizar el Miedo, es difícil salir de esa inercia y no es la mejor manera de
obtener todo el potencial de un recurso tan complejo como el cerebro humano.
Frente al miedo (he llegado a oír la palabra
‘pánico’ de la boca de un compañero) es verdad que nuestros instintos de
supervivencia se azuzan, llegando a generar en ocasiones soluciones muy
ingeniosas… pero no siempre óptimas, ni sostenibles, sino efectivamente de
emergencia’.
No digo que sea un Camino fácil,
pero como decía el maestro Zen “el miedo no es más poderoso; sólo más rápido,
más seductor… y si te adentras en él por siempre te atrapará”.
La gestión de equipos sin el
miedo introduce una refrescante novedad para muchos de sus integrantes, tanto
que puede generar una adicción positiva y llevar a resultados fantásticos
inesperados a priori.
Resumiendo: si quieres generar
confianza en un equipo… llévalo por el camino de la luz y procura no
abandonarlo, en toda circunstancia: sentiréis que la unión sí hace la fuerza.
Enhorabuena por el post, Nacho. Me parece fundamental trabajar el concepto de confianza, como también el esfuerzo por generar un compromiso compartido entre los integrantes del equipo. Todo ello apoya la generación de sentimientos de interdependencia y fomentan el establecimiento de sinergias.
ResponderEliminarGracias por tus aportaciones.
Un abrazo!