A nadie le gusta ser mandado, de hecho normalmente consideramos un estilo directivo colaborativo y participativo como el mejor frente a uno autoritario. Una orden sin más de carácter autoritaria genera, muchas veces, al igual que la tercera ley de Newton, una crítica de igual fuerza en sentido contrario independiente mente de que se cumpla o no.
Partiendo de esta premisa, ¿cómo consideramos a un jefe novato? Nuevos líderes que son percibidos dentro de la compañía, por una u otra razón: educación, edad…, con poca autoridad. En la medida en la que un nuevo jefe sea percibido por su equipo de trabajo como una referente se convertirá en un líder de más o menos calado dentro del grupo. Pongamos la situación de un jefe experimentado y por tanto con autoridad reconocida, éste puede permitirse establecer un liderazgo más participativo antes que directivo (entendiendo directivo como autoritario) sin embargo hasta qué punto un nuevo jefe puede delegar tareas sin perder autoridad? O simplemente el mero hecho de delegar tareas ya confiere la seguridad del liderazgo? La cuestión de fondo sería la de establecer bajo qué parámetros un jefe es sentido como líder, cuando tiene el respeto de su grupo y por tanto puede centrarse en establecer un estilo de liderazgo participativo. Desde mi punto de vista un estilo autoritario, en principio, denota o bien una falta de autoridad informal o bien una falta de confianza en las personas que le rodean mientras que un estilo de dirección participativo es al contario. Sin embargo el riesgo de que una persona poco considerada por su grupo de subordinados delegue tareas sin un liderazgo puede hacer que sencillamente pierda el control de su ámbito de actuación, qué hacer por tanto si eres un recién llegado a un organización o puesto donde no se te conoce? Desde mi punto de vista, algo tan complicado como comunicar y trasmitir, no confundir con justificar o dar explicaciones. Ahora bien, he partido de la base de que un estilo de liderazgo participativo es mejor que uno autoritario, pero, y si un líder autoritario fuera más efectivo que uno que fomentara la participación? Qué elegiríamos? Acaso no preferimos un líder que nos lleve a los objetivos fijados independientemente de su estilo de mando? Hasta qué punto? Las variables a determinar serían el valor que le damos a la participación en la toma de decisiones frente y el valor que le damos a la consecución del objetivo o dicho de otra manera cómo aportamos más a la organización, prefiero ser el capitán del equipo subcampeón o el eterno suplente del equipo campeón… dependerá del entrenador?
Buenas reflexiones Eduardo.
ResponderEliminarComo casi todo en la vida, no creo que todo sea blanco o negro, sino distintas gamas de grises y colores.
En mi opinión no son escalas comparables la de la antigüedad con la del estilo de liderazgo. Creo que son variables diferentes y por tanto no son extremos opuestos de una misma serie. Podemos encontrarnos con jefes novatos autoritarios (o no) y con jefes senior con un estilo participativo (o no).
Por último, respecto al eterno debate de qué estilo es mejor, creo que depende: todos conocemos actividades, entornos y situaciones donde no es una cuestión de elegir, sino de tomar el modelo óptimo en cada caso, como apuntas en tu artículo.
Muchas gracias por tu entrada.
Me ha encantado la 3ª ley de Newton!! ;-)
ResponderEliminarYo pienso que un jefe, ya sea novato o experimentado, no perderá el reconocimiento de su equipo, ni su liderazgo, por utilizar un estilo de dirección participativo, siempre que sepa ESCUCHAR y TOMAR DECISIONES (y, dicho sea de paso, asumir las consecuencias de éstas) en base a la información recibida y a sus conocimientos y experiencia personal.
Es inteligente rodearse de personas competentes y buenas, y apoyarnos en ellas, no sería, por tanto, inteligente no dejarles participar en las decisiones importantes o cotidianas de la empresa, departamento, área, unidad o ente que se lidere.
El jefe será percibido como "no líder" si tras la obtención de información no sabe tomar una decisión, y se le ve titubeante. Si hoy dice X y mañana dice Y en función de lo que le dicen, ...
Un aspecto que nunca debemos olvidar es la comunicación. Y en concreto me refiero a explicar (entendido como argumentar, que no dar explicaciones ni justificar) el por qué de las decisiones tomadas, sobre todo cuando no se alinean con las opiniones e informaciones obtenidas por parte del equipo. De lo contrario nos encontraremos con el típico: "¿Para qué nos pregunta si luego hace lo que le da la gana?" que fomentará a posteriori la falta de participación (voluntaria) del equipo.
Saludos…