El experimento de los monos y los
plátanos
En
cierta ocasión se llevó a cabo el siguiente experimento de comportamiento. Se
colocaron 6 monos en una jaula, en el centro de la cual se encontraba una
escalera que permitía alcanzar un racimo de plátanos que colgaba del techo. En
cuanto uno de los monos intentaba alcanzar los plátanos, se les rociaba a todos
con agua helada lo cual hacía que desistiera de su intento. Este proceso se
repitió tantas veces cómo intentos por alcanzar los plátanos realizaron los
monos. Finalmente, cuando alguno de los monos intentaba alcanzar los plátanos,
eran sus propios compañeros los que le impedían acercarse a la escalera a base
de golpes hasta que el mono desistía de su intento.
Llegados
a este punto, se saca uno de los monos de la jaula y se introduce otro que
evidentemente no había participado previamente en el experimento. Al poco de
entrar en la jaula, el mono intenta encaramarse a la escalera para tomar los
plátanos, pero en cuanto se acerca a la escalera, sus compañeros le agreden a
golpes ante la posibilidad de una ducha helada. El nuevo mono no entiende nada,
pero tras varios intentos se da cuenta de que no se puede acercar a los
plátanos a menos que desee ser vapuleado.
En
este momento, se saca de la jaula otro de los monos que empezaron el
experimento y se introduce uno que tampoco tiene ningún conocimiento del
funcionamiento del mismo. Igual que en el caso anterior, el mono intenta
agarrar los plátanos y cada vez que lo intenta, todos sus compañeros de jaula
se abalanzan sobre él para impedírselo. La nota curiosa es que el mono que
introdujimos a mitad del experimento y que no tiene la experiencia de haber
sido rociado con agua helada también participa en la agresión aunque sin saber
porqué. Para él, simplemente, no está permitido acercarse a la escalera.
Poco
a poco se van sustituyendo todos los monos que comenzaron el experimento por
otros que no han experimentado en ningún momento el hecho de haber sido
rociados con agua helada.
Cuando
se sustituye el último mono de la jaula, el comportamiento de los simios
continúa igual, a poco que el nuevo mono intenta acercarse a la escalera es
vapuleado por sus compañeros, aunque llegados a este momento, nadie sabe porqué
ya que ninguno de ellos ha sido rociado con agua helada. Se ha establecido una
regla: "Está prohibido subir por la escalera y quien lo intente se expone
a una represión por parte del resto del grupo".
Quizás
sea verdad que en ocasiones los monos reflejan un comportamiento casi humano, o
quizás seamos los humanos los que en ocasiones nos comportamos como monos.
Cuántas veces hemos
oído la siguiente frase: “En esta empresa las cosas siempre se han hecho así”……
…. Y NO SOMOS CAPACES DE SUBIR POR LA ESCALERA PARA COGER LOS PLATANOS.
Espero
que el experimento haga reflexionar sobre lo que hacemos o no hacemos.
Me gusta mucho el experimento que nos cuentas, Luís, y cómo lo usas como metáfora para cosa que pasan entre personas en las organizaciones.
ResponderEliminarAhora bien, yo quiero darle la vuelta y poner el foco en la cara positiva de la misma moneda. Las valores de una organización (o de un familia) también se transmiten y aprenden como en el experimento de los monos.
Un ejemplo: Un culé manifiesto como yo, admira una serie de valores instaurados en el madridismo, como el espíritu de lucha, el sacrificio, la competitividad,... Desde luego ninguno de los jugadores de ahora vieron jugar o jugaron con Di Stefano y, esteremos de acuerdo, al menos el 95% del público que asiste al Bernabeu tampoco vio jugar a la "saeta rubia", sin embargo, en este caso, los jugadores se mueven acorde a esos valores ya instaurados (aunque no los vivieran en primera instancia) y los "monos" de la grada sólo "vapulean" a los "monos" del césped... si no suben a por el plátano (sin segundas con lo de "monos" :-P).
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