De la forma más inesperada, un pasaje cotidiano me trae a la memoria un recuerdo de la infancia que rápidamente conecta con los temas que tratamos en este foro.
Llego a la gasolinera, abro la puerta del coche y el olor a gasolina, lejos de resultarme desagradable, me trae aquellos veranos interminables que pasaba en el taller de maquinaria agrícola en el que trabajaba mi padre. Observaba horas y horas a los mecánicos cambiando una transmisión, revisando un carburador o una caja de cambios.
Términos como delco, amortiguador, culata, cigüeñal, cárter, bujía, correa de transmisión o silentblock son para mí tan familiares como lo es una galleta para un niño.
Si preguntásemos a Carlos (mi padre) que es lo que ha hecho en sus últimos 30 años de profesión (hoy tiene 81), nos diría: “He trabajado por cuenta ajena como encargado de un taller mecánico con cinco personas a mi cargo”.
Ha sido un buen mecánico, pero seguramente no ha pensado mucho en la sólida experiencia que ha acumulado como mando intermedio. Antes estas cosas no se llamaban así.
Llama la atención la poca importancia que se daba a la preparación de estas personas que desempeñaban la complicada labor de dirigir un grupo de trabajo y alcanzar unos objetivos marcados por criterio empresarial.
Afortunadamente hoy sabemos que un mando intermedio es una pieza fundamental y relevante en una organización, por lo que realizar esfuerzos desde la empresa para potenciar su formación, respaldar y mejorar el desarrollo de sus competencias, significa sin duda, aumentar la rentabilidad del negocio.
Por lo tanto Carlos, como mando intermedio que ha sido durante muchísimos años, ha tenido que ocuparse de la coordinación de un equipo de personas, de su motivación, de conciliar los intereses del empresario con los de los clientes y los colaboradores (mecánicos), de comunicar adecuadamente, de diagnosticar problemas y de tomar las decisiones correctas, de aplicar políticas con las que muchas veces no se está de acuerdo (aunque no se note lo más mínimo), de administrar eficazmente el tiempo, de identificar necesidades, de continuar formándose para no perder credibilidad, presencia y peso específico en la organización y de potenciar y propiciar la formación de los demás.
Podríamos decir resumiendo, que como mando intermedio sus funciones han sido:
1. Dirigir un equipo de trabajo, optimizando los procedimientos, aprovechando el saber hacer de sus colaboradores.
2. Aplicar la estrategia de la dirección.
3. Fomentar unas inercias y un clima de trabajo orientado a conseguir resultados.
En definitiva, volviendo a la mecánica, podríamos decir que un mando intermedio es la Correa de Transmisión de una organización, por cuanto actúa como agente de unión de los esfuerzos, transmitiendo la política y estrategia de la dirección a sus colaboradores e impulsando a todos los miembros del equipo “suministrándoles energía”.
Aunque también podemos definirlo como el Silentblock de la organización, por cuanto se presenta como un bloque silencioso, antivibratorio, hecho de material flexible para absorber los choques y las vibraciones que se producen dentro de la organización y por tanto, eliminando “ruidos” en la unión de diferentes partes de la organización, con el objeto de conseguir una llegada a meta exitosa.
Se requiere que el mando intermedio tenga amplios conocimientos sobre su trabajo, que son los que le acreditan para ocupar ese puesto, y en ese desempeño debe desplegar todas sus habilidades para evitar que se produzcan discordancias entre la estrategia de la dirección y el desarrollo de los procesos orientados a la consecución de objetivos.
Soportan incertidumbres, grandes presiones y atienden a los intereses de sus superiores y del equipo. Por eso debe tratarse de alguien que quiera serlo, resultando negativo encomendar esa responsabilidad a personas que no se sientan plenamente identificadas con el proyecto y la filosofía de la empresa.
Si como hemos dicho los conocimientos en el desempeño de su trabajo son esenciales para acreditarle como persona que dirige a un equipo, hoy más que nunca es preciso que esos amplios conocimientos técnicos se vean complementados con el desarrollo de competencias y de su inteligencia emocional (empatía, cambio, asertividad, confianza, iniciativa y liderazgo entre otras).
Es preciso llamar la atención sobre la iniciativa de la Escuela de Negocios de la Cámara de Comercio e Industria de Valladolid de potenciar la Escuela de Mandos, que viene a satisfacer la necesidad real que tienen esas personas que desarrollan la difícil y complicada tarea de dirigir a otros, encontrando hoy el apoyo que otros, no pudieron tener y tuvieron que desarrollarse con el método “prueba y error”, tan difícil, tan caro, tan largo.
Es preciso también llamar la atención a las empresas, para que no dejen escapar la oportunidad de potenciar el valor y la eficacia de sus más importantes colaboradores:
Los Mandos Intermedios.
¡Enhorabuena y suerte!
Llego a la gasolinera, abro la puerta del coche y el olor a gasolina, lejos de resultarme desagradable, me trae aquellos veranos interminables que pasaba en el taller de maquinaria agrícola en el que trabajaba mi padre. Observaba horas y horas a los mecánicos cambiando una transmisión, revisando un carburador o una caja de cambios.
Términos como delco, amortiguador, culata, cigüeñal, cárter, bujía, correa de transmisión o silentblock son para mí tan familiares como lo es una galleta para un niño.
Si preguntásemos a Carlos (mi padre) que es lo que ha hecho en sus últimos 30 años de profesión (hoy tiene 81), nos diría: “He trabajado por cuenta ajena como encargado de un taller mecánico con cinco personas a mi cargo”.
Ha sido un buen mecánico, pero seguramente no ha pensado mucho en la sólida experiencia que ha acumulado como mando intermedio. Antes estas cosas no se llamaban así.
Llama la atención la poca importancia que se daba a la preparación de estas personas que desempeñaban la complicada labor de dirigir un grupo de trabajo y alcanzar unos objetivos marcados por criterio empresarial.
Afortunadamente hoy sabemos que un mando intermedio es una pieza fundamental y relevante en una organización, por lo que realizar esfuerzos desde la empresa para potenciar su formación, respaldar y mejorar el desarrollo de sus competencias, significa sin duda, aumentar la rentabilidad del negocio.
Por lo tanto Carlos, como mando intermedio que ha sido durante muchísimos años, ha tenido que ocuparse de la coordinación de un equipo de personas, de su motivación, de conciliar los intereses del empresario con los de los clientes y los colaboradores (mecánicos), de comunicar adecuadamente, de diagnosticar problemas y de tomar las decisiones correctas, de aplicar políticas con las que muchas veces no se está de acuerdo (aunque no se note lo más mínimo), de administrar eficazmente el tiempo, de identificar necesidades, de continuar formándose para no perder credibilidad, presencia y peso específico en la organización y de potenciar y propiciar la formación de los demás.
Podríamos decir resumiendo, que como mando intermedio sus funciones han sido:
1. Dirigir un equipo de trabajo, optimizando los procedimientos, aprovechando el saber hacer de sus colaboradores.
2. Aplicar la estrategia de la dirección.
3. Fomentar unas inercias y un clima de trabajo orientado a conseguir resultados.
En definitiva, volviendo a la mecánica, podríamos decir que un mando intermedio es la Correa de Transmisión de una organización, por cuanto actúa como agente de unión de los esfuerzos, transmitiendo la política y estrategia de la dirección a sus colaboradores e impulsando a todos los miembros del equipo “suministrándoles energía”.
Aunque también podemos definirlo como el Silentblock de la organización, por cuanto se presenta como un bloque silencioso, antivibratorio, hecho de material flexible para absorber los choques y las vibraciones que se producen dentro de la organización y por tanto, eliminando “ruidos” en la unión de diferentes partes de la organización, con el objeto de conseguir una llegada a meta exitosa.
Se requiere que el mando intermedio tenga amplios conocimientos sobre su trabajo, que son los que le acreditan para ocupar ese puesto, y en ese desempeño debe desplegar todas sus habilidades para evitar que se produzcan discordancias entre la estrategia de la dirección y el desarrollo de los procesos orientados a la consecución de objetivos.
Soportan incertidumbres, grandes presiones y atienden a los intereses de sus superiores y del equipo. Por eso debe tratarse de alguien que quiera serlo, resultando negativo encomendar esa responsabilidad a personas que no se sientan plenamente identificadas con el proyecto y la filosofía de la empresa.
Si como hemos dicho los conocimientos en el desempeño de su trabajo son esenciales para acreditarle como persona que dirige a un equipo, hoy más que nunca es preciso que esos amplios conocimientos técnicos se vean complementados con el desarrollo de competencias y de su inteligencia emocional (empatía, cambio, asertividad, confianza, iniciativa y liderazgo entre otras).
Es preciso llamar la atención sobre la iniciativa de la Escuela de Negocios de la Cámara de Comercio e Industria de Valladolid de potenciar la Escuela de Mandos, que viene a satisfacer la necesidad real que tienen esas personas que desarrollan la difícil y complicada tarea de dirigir a otros, encontrando hoy el apoyo que otros, no pudieron tener y tuvieron que desarrollarse con el método “prueba y error”, tan difícil, tan caro, tan largo.
Es preciso también llamar la atención a las empresas, para que no dejen escapar la oportunidad de potenciar el valor y la eficacia de sus más importantes colaboradores:
Los Mandos Intermedios.
¡Enhorabuena y suerte!