“No puedes enseñar a los empleados a sonreír. Tienen que sonreír antes de contratarlos” Arte Nathan.
Una máxima muy interesante dentro del mundo de la selección de personal para las empresas bien podría ser la anterior. El grado en el que influye la actitud a la hora de ir a una entrevista, las sensaciones que la persona candidata transmite a aquella que entrevista, mucho más tienen que decir incluso que las aptitudes que vengan expuestas en el currículum.
Claro, la formación y habilidades influyen. Desde luego. Pero tienen que (o deberían) ir acompañadas por una buena forma de expresar esas cualidades internas, anímicas… ¡porque todo ello va a ir a parar al negocio! Tanto lo bueno como lo malo.
Hay muchas formas de enfrentarse a una entrevista, por ambos bandos, pero concentrémonos en el que nos atañe. Realizar una entrevista es una labor crucial para la empresa. Es el mecanismo de criba más importante, la forma de encontrar talento más directa. Pero también va asociada a dificultades, como pueden ser la subjetividad, la falta de experiencia, de preparación, o incluso tener un mal día.
Todas se pueden paliar, todo se puede entrenar. Por ejemplo, la subjetividad se puede encauzar añadiendo más agentes a la parte entrevistadora (otro profesional de RRHH, miembros del equipo o departamento para el cual va a ir destinada la persona candidata); la falta de experiencia… sólo hay una forma de entrenarla; respecto a la preparación, puede estar influida por muchos factores, no solo el no haber planificado bien la estructura de la entrevista, no haber estudiado al candidato/a exhaustivamente… todo puede ir en contra de todo lo que hayamos preparado, cada entrevista es un mundo, con lo cual se podría decir que una forma de paliar este déficit de preparación podría ser… ¡tener mucha experiencia!; en cuanto a tener un mal día (habrá algo más humano…), cada uno tendrá su manera de verlo, pero respirar profundamente y recapacitar, o echar todos los males, en sentido figurativo, activo, o a gusto del consumidor, y conseguir separar esos sentimientos de lo que viene a ser el momento de la entrevista, puede ayudar a reconducir el trámite.
SI bien hay infinidad de dificultades y momentos que pueden dificultar este proceso, hay que generar cierto ‘callo’. Y hay que recordar que también hay que dejar que los que menos experiencia tengan a la hora de hacer estas labores puedan desarrollarla, ya que practicar es, aunque no la única, la mejor forma de entrenar.
Una buena entrevista puede dejar ver la facilidad con la que un candidato/a puede asimilar nuestros valores, con qué rapidez y ganas va a poder adaptarse al puesto de trabajo, cómo incluso puede influir en el ambiente y clima laboral. No sólo tenemos que ver a la persona que tenemos delante (o personas, en caso de dinámicas de grupo, por ejemplo), sino conocer también a la gente que tenemos detrás, y que van a ser futuros compañeros y compañeras del conjunto de habilidades, valores, congruencias e incongruencias que estamos dejando entrar en nuestro trabajo.
“Cuando la gente va a trabajar, no deberían dejar sus corazones en casa” Betty Bender.
Muy interesante, e invita a reflexión. La frase final es magistral.
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