Al igual que los demás animales, debemos dedicar una gran parte de nuestra existencia a buscar los recursos necesarios para vivir; las casas, los automóviles… no aparecen por arte de magia…Sin embargo no hay fórmulas que nos digan cuánto tiempo debe trabajar una persona.
Parece, por ejemplo, que los cazadores – recolectores primitivos dedicaban no más de 5 horas al día a lo que hoy nosotros llamaríamos trabajar (buscar refugio, fabricar herramientas, etc). Ocupaban según nos dicen el resto del día conversando y descansando con el grupo. Mucho han cambiado las cosas ¿verdad?No sólo ha varíado la cantidad de trabajo, sino también, la calidad del mismo.
Dice un proverbio italiano: “il lavoro nobilita l´uomo, e lo rende simile alle bestia”, “el trabajo ennoblece al hombre y lo convierte en un animal”.La idea es que algo tan necesario y vital como es el trabajo, puede ennoblecer o convertir en un animal (ruego sea bien entendida la comparación) a un ser humano.
Qué abismal puede ser la diferencia en la satisfacción general de una persona valorando si lo que hace para vivir es agradable o no. Cuando a Freud se le pidió su receta para felicidad, dio una respuesta corta: “trabajo y amor”. Dejemos el amor para el corazón y vayamos al trabajo. Éste puede ser aburrido o interesante, incluso en posiciones sin responsabilidad, más rutinarias como las de producción, por ejemplo.
Porque no todos somos iguales, no todos tenemos las mismas aspiraciones ni expectativas. Y en este punto entra en juego un “líder de personas”, un “encargado de lo humano”, un “responsable de atender al empleado”, un HR Manager. Él será el encargado de influir en quienes tienen el poder para lograr que un trabajo ennoblezca a un hombre, para que lo que hace para vivir forme parte de la receta de su felicidad.
Esa quizá debiera ser la esencia de la responsabilidad de un responsable de RRHH, de humanos más que de recursos. Sin perder la perspectiva de la eficiencia económica y el ansiado beneficio, será el encargado de dotar de un plus añadido emocional a todos los procesos de RRHH, desde la selección hasta la salida de un empleado.
¿Por qué no intentar que ocio, amor y trabajo estén armoniosamente integrados? ¿Poder rebatir aquello de que el trabajo debe ser siempre menos agradable que el ocio libremente elegido? ¿Utopía? Tajantemente no. No es preciso ir a ejemplos mundiales de grandes compañías que hacen soñar con poder trabajar para ellas. Tenemos cercanos ejemplos, quizá menos publicitados, de empresas que son reconocidas como a “great place to work”. Empresas que trabajan para el objetivo del resultado económico con las personas, que hacen reales medidas de conciliación, que se preocupan por conocer las expectativas de sus trabajadores para hacerlas reales en formación, en compensación, en flexibilidad. Que comparten la información de los procesos, que comunican, que fomentan la participación.
Imprescindible, por tanto, un responsable de RRHH que se convierta en el “médico” que receta el trabajo para lograr la felicidad.
¿Os apuntáis a serlo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario