El título es llamativo e
interesante ¿verdad? Si en lugar de éste título al más puro estilo Guía Rápida de Salvación, hubiese sido
algo así como “El estrés es una respuesta natural, no te obsesiones con
eliminarlo”, ¿habría sido igual de atractivo? Creo que no, pero es posible.
Publicidad engañosa: Si esperabas encontrar una guía rápida para
eliminar tu estrés te pido disculpas, sólo era un reclamo (en primer lugar, tal
metodología no existe. En segundo lugar, es imposible). Puedes no seguir
leyendo. Si te interesa saber un poquito más de tu respuesta de estrés te animo
a que continúes.
LA DEMONIZACIÓN DE LA ANSIEDAD
Gracias a los continuos mensajes
pro-felicidad (ser feliz es gratis; Keep
calm and enjoy; el arte de no amargarse la vida…) se está creando una
especie de obsesión hacia la respuesta de estrés que para nada está
beneficiando al desarrollo de la misma. Si observamos el número de trastornos
diagnosticados y clasificados en las principales Guías o Manuales Diagnósticos
de los Trastornos Mentales (de uso clínico), éste ha ido ascendiendo de forma
exagerada en los últimos 20 años. De hecho, prácticamente no hay un trastorno
que no esté relacionado o en el que no aparezcan respuestas propias de estrés y
de ansiedad (hasta la depresión se relaciona con una respuesta de estrés
crónico previo en muchos casos). Uno de los principales problemas es que las
personas son cada vez menos tolerantes a tales respuestas y no aceptan que
aparezcan. Esta demonización de la respuesta de estrés, lejos de ser
beneficiosa, está causando una especie de plaga y, sin duda, favoreciendo la
cronicidad de una respuesta que es, por qué no decirlo, natural.
Un estudio realizado
por Keller, Litzelman y cols. (2012), en la Universidad de Wisconsin, refleja
lo que estoy intentando transmitir. Su estudio consistió en hacer una encuesta
a más de 30.000 estadounidenses durante 8 años. En ella le preguntaban algo así
como ¿Cuánto estrés ha experimentado en
el último año?; y también: ¿Cree que
el estrés es perjudicial para su salud? Finalmente acudían al registro de
fallecidos de los EEUU…
Y aquí viene la bomba: aquellas
personas que habían informado niveles de estrés muy altos en su último año
tenían un 43% más de probabilidades de
morir que el resto de participantes. Si bien, este aumento sólo se daba en
aquellas personas que habían respondido de manera positiva a la segunda
pregunta (¿Cree que el estrés es
perjudicial para su salud?). Aquellos que habían respondido de manera
negativa a la misma eran, casualmente, el grupo con menor tasa de mortalidad,
incluso aunque sus niveles de estrés indicados estuviesen entre los más altos.
¿Quiere esto decir que pensar que
mi estrés es negativo para mí puede aumentar la probabilidad de que así sea?
Exacto. Esta conclusión tiene su lógica en la obsesión de este tipo de personas
por eliminar su respuesta de estrés cuando ésta aparece. De esta forma, son
aquellas soluciones que ellas mismas tratan de poner en marcha las que se
acaban convirtiendo en el problema. Y aquí hay millones de ejemplos: Al alumno
le genera una gran ansiedad exponer un tema en público. Evita exponer. A corto
plazo se alivia pero a largo plazo su miedo aumenta (incubación del miedo) y percibe
el hecho de exponer como más peligroso. Repite su respuesta de evitación y ya
tenemos una clave interesante. Su solución de evitar el problema se ha
convertido en el problema.
LA PROPUESTA
Si este es tu caso, o te recuerda
a algo, te propongo una cosa. Piensa y analiza en qué te afecta tu respuesta de
estrés y hasta qué punto lo que tú haces con ella te está impidiendo conseguir
tus objetivos profesionales o vitales. Piensa qué es lo que has hecho hasta
ahora ante esa respuesta y qué efectos ha tenido, a corto y a largo plazo. Si a
largo plazo no ha servido de nada y se sigue manteniendo tu nivel de estrés
piensa que no es una respuesta que te está ayudando. Analiza si esa respuesta,
además, te está impidiendo a conseguir tus objetivos, si está creciendo y, por
el contrario, está haciendo tu vida más pequeña. En ese caso, es obvio que
necesitas un cambio de conductas.
Si tu respuesta de estrés no está
afectando a tu vida personal o profesional, ni a tu desarrollo en ninguna de
las dos áreas, piensa que tu respuesta de estrés es normal. Puede que incluso
te esté ayudando a ser más eficiente. Sigue enfrentándote a esas situaciones
para que tus recursos de afrontamiento vayan creciendo, y con ellos, tus
creencias de autoeficacia.
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