Desde que somos pequeñitos hemos tenido una sombra sobre nosotros que
se ha encargado de decirnos lo que es válido y lo que no, y lo que es peor,
para lo que somos válidos y para lo que no, sin importar los sueños que nos
pueden hacer dejar atrás.
Cierto es también que hay cualidades innatas
que pueden hacer que seamos mejor en unas cosas que en otras, pero, ¿no es
posible desarrollar esa parte que puede faltar para ser los mejores en algo?
Vale, hay sueños y sueños. Yo siempre he sido consciente de que midiendo 1.60
no iba a ser una gran estrella del baloncesto, pero no es lo mismo que lo
pensemos nosotros, a que alguien te lo diga desde fuera, puesto que se acaba
convirtiendo en un hándicap que se va haciendo más grande, haciendo que tú te
sientas más pequeño.
Volviendo a eso de los sueños. Siempre quise
ser azafata. A medida que me hacía mayor me fui dando cuenta de que a pesar de
que me encantaba viajar y se me daban muy bien los idiomas, eso de la altura
iba a suponer un problema que no iba a ser fácil de solucionar.
Pensando ahora desde la perspectiva de los
RRHH, si tuviera que hacer el proceso de selección para una azafata de vuelo y
encontrase a alguien como yo en la oferta, sería consciente de que tendría que eliminarla
del proceso por una cuestión de altura a pesar de que me sintiera identificada
con ella. Cuando nos enfrentamos a puestos de trabajo generalistas (en los que
pueden existir pocas diferencias entre los conocimientos de unos candidatos y
otros) posiblemente tenderíamos a descartar por un tema físico o de
personalidad y no por currículum, puesto que podríamos encontrar a muchos con
las mismas características.
Algunos pueden entender esta posición como
algo cruel, pero hay que saber ponerse en la posición de la empresa, puesto que
en el fondo todo es un negocio y sabemos que es lo que más vende, la imagen. Por
ello se afirma que “una persona normal tiene que enviar más del doble
de currículums que una
atractiva para que una empresa le responda”
Pero, ¿dónde
está el límite? Pongamos que en el proceso de selección anterior es
imprescindible tener un alto nivel de inglés, francés y alemán. Al realizar el
primer filtrado eliminaríamos a todos aquellos que no cumplen estos requisitos.
Lo más lógico sería continuar valorando habilidades o conocimientos que
ampliasen el conjunto del currículum, sin embargo, en muchas ocasiones aquí es
dónde importa más el factor físico o personal. ¿Qué valoramos más, una persona con 3 cm más y una cara bonita o
aquella que sabe hablar 5 idiomas?
Yo creo que la clave está en saber encontrar el equilibrio (tanto en el
ámbito profesional como en el personal) Si lo enfocamos desde el punto de vista
de RRHH, tenemos que saber identificar "el aquello" que más vamos a valorar a la
hora de realizar la selección y ser fieles a ello y a nuestra propia ética profesional (a pesar de
la mayor o menor experiencia todos tenemos una). Desde el punto de vista
personal, todo radica en saber sacarnos el máximo partido, siendo conscientes
de nuestras limitaciones reales y buscar aquello que haga que nuestros defectos
no se tengan en cuenta, es decir, saber diferenciarnos.
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