Seas empresario o particular, con
el dinero que dispones o vas a disponer sólo se pueden hacer dos cosas: o se
invierte o se gasta.
En el ánimo de cualquiera está el buscar el mejor destino del dinero, que unas veces será el gasto y otras la inversión, pero la calificación del acto no depende de su intención, ni del éxito de su empleo, ni de si es más o menos correcto. Depende de lo redactado en la Ley 1514/2007, el llamado Nuevo Plan General Contable.
Se gasta en el mantenimiento de la organización, en la compra de los materiales precisos para la fabricación de lo vendido, en el suministro de energía, en el alquiler del espacio y de los equipos, incluso en el sostenimiento de la sociedad vía impuestos. Todo eso es gasto, y también es gasto lo devengado (ni siquiera pagado) a los empleados y colaboradores.
Sé que es común oír que las empresas invierten en los trabajadores, pero quiero apuntar que eso es una licencia verbal, una forma de hablar, pues la Ley de forma clara establece que el pago a los trabajadores se cataloga como gasto de la actividad (ordinario, operativo y de explotación, para más señas).
El término inversión se reserva a los desembolsos gracias a los cuales se adquieren bienes o derechos y a los que se podría enajenar, y por lo tanto no es en absoluto aplicable a las personas, que ni son bienes ni son derechos ni se pueden vender.
Cierto es que hay una mala fama del gasto, y nadie quiere ser relacionado como gasto. Pero no es siempre perjudicial: lo malo es generar un mal gasto, si existe un despilfarro.
Un gasto es adecuado si ayuda o va a ayudar a generar un mayor ingreso, pues ayuda a la supervivencia de la empresa. Los gastos de hoy pueden ayudar a generar beneficios en el futuro, del mismo modo que recortes en los gastos de hoy pueden hacer peligrar la existencia en el futuro.
La buena fama de la inversión ha hecho que en su nombre se haya despilfarrado muchísimo dinero que ahora echamos en falta para gastar en cuestiones más importantes. Y hay inversiones ruinosas, hoy tenemos miles de ejemplos, que además implican un gasto de mantenimiento o de conservación.
Quien gestiona el dinero debe ser capaz de saber si es más adecuado su destino como gasto o como inversión, sabiendo que debe ser responsable de ello y que se le pedirán cuentas: al gasto en relación con los beneficios, y a la inversión, según su rentabilidad. Me remito al post publicado en erreese.com sobre la necesidad de que los directivos sepan de economía y finanzas y a otros en el mismo sentido.
Quien recibe el dinero, debe ser capaz de saber que a cambio de esa cantidad debe aportar lo necesario para que se considere un buen gasto o una buena inversión (sólo para el caso de bienes o derechos susceptibles de enajenación).
Si nos relacionan con malos gastos o con malas inversiones, mal futuro. Si nos vinculan con buenos gastos o con buenas inversiones, futuro resplandeciente.
No me resisto a plantearlo. En esta línea de pensamiento, ¿pensáis que el tiempo se invierte o se gasta? Tic, tac, tic, tac….
Gracias Luis por tus refexiones que son siempre tan coherentes y que tanto nos hacen pensar.
ResponderEliminarEn mi modesta opinion, el "tiempo" es un intangible, y dado que es algo propio no enagenable, diriamos que se gasta.
Pero mirando desde la óptica de un tiempo "usado" en formacion, que proporcione mayor eficiencia a las personas,o tiempo "usado" en un estudio de investigacion, que da como resultado un elemento comercializable novedoso que reporte ganacias, e incluso un estudio para la optimizacion de un proceso, que de como resultado un ahorro economico, podriamos decir que esos tiempos han sido una "inversion". Todo depende del resultado futuro que se optiene de ese uso del tiempo. Si no se consigue ninguna "mejora" se "gasta" si se optiene un resultado que reporte beneficios, menor gasto o mayor eficiencia, se "invierte".
Un saludo a todos.
Pues la verdad es que me has hecho pensar, Luis.
ResponderEliminarLo primero que se me ha ocurrido leyendo tu post es que, efectivamente, estoy totalmente de acuerdo. El concepto "gasto" está enormemente denostado en sí mismo y en ocasiones injustamente. Por otra parte el concepto "inversión" quizás está sobrevalorado.
Pienso que todo es función de si ese gasto es adecuado/no adecuado, ajustado/despilfarrador (como indicabas).
¿No os parece que la analogía que plantea Luis sería equivalente para la PUBLICIDAD?. Oímos continuamente "invierta en publicidad", si bien, creo que, igualmente, se considera un "gasto" y no una "inversión" según la ley citada (el omnipresente Plan General de Contabilidad).
En cuanto a la cuestión que planteas sobre el tiempo....es muy interesante. Creo que, con esta línea de pensamiento que planteas, el tiempo sería una "inversión", si lo que vendes son "horas/hombre": generas bienes y derechos que podrías enajenar, aunque, por supuesto, no aplica a los individuos, sino a las labores que desempeñan, por ejemplo, en un proyecto.
Saludos a todos.
Buenos días Luis, a mi también me ha hecho pensar tu post...
ResponderEliminarTambién he leído los comentarios, y finalmente he creído llegar a la conclusión de que el tiempo puede ser ambas cosas: Inversión o gasto.
Relaciono el uso del tiempo a inversión cuando soy más eficiente, es decir, cuando en menos tiempo consigo mas cosas, por tanto, podría decir que he rentabilizado mi tiempo. Sin que ello implique necesariamente un beneficio.
Y en otras ocasiones, o en la misma, además obtengo un beneficio, una ganancia para mí, económica o de cualquier otra naturaleza. Si gasto relaciona a beneficio, entonces gastamos el tiempo, en este caso bien.
Y, no nos engañemos, también puedo no hacer ni obtener nada y el tiempo sigue corriendo...
Así que puedo tanto invertir, como vender o malgastar mi tiempo.
Creo que lo importante es tomar consciencia de cómo usamos nuestro tiempo y la pregunta que realmente debo responder es: ¿para qué quiero usar el tiempo del que dispongo en cada momento?; ¿quiero invertirlo o gastarlo? Ya sea gastándolo bien o mal, que a veces también viene bien...Y se me viene a la cabeza il Dolce Far niente...
Buen fin de semana a todos.
Buenas tardes Luis,
ResponderEliminarHe reflexionado sobre tu post y se me ha ocurrido extrapolar las inversiones y gastos para la mejora de una empresa a las inversiones y mejoras en … mí misma, con un sencillo ejemplo.
Si considero mi formación (actualmente el máster de Recursos Humanos y Desarrollo Personal) como una inversión en mí misma, tendría que considerar que los cursos para renovarme y actualizarme ¿serían un gasto?, porque entendemos que un responsable de recursos humanos debe estar actualizado en cuanto a leyes contables y laborales, aplicaciones informáticas, recursos para sus empleados, nuevas técnicas y sistemas de formación y comunicación entre otras cosas.
Además añado otra reflexión, una vez realizados los gastos necesarios para la actualización de los conocimientos, ¿lo consideraríamos como un incremento de la inversión?
Todo esto… ¿repercutirá en la cuenta de resultados de mi empresa, es decir, en mi misma?
Sin duda, creo que sí.
En este caso, si el resultado es positivo, significaría que los ingresos obtenidos tras la recibir la formación son mayores que el tiempo y el dinero invertido, bien por una mejora en el puesto de trabajo o un incremento en el salario.
Si el resultado es negativo, se traduciría en que los ingresos obtenidos han sido inferiores a la inversión en tiempo y dinero realizados.
El debate se abre en la toma de decisiones, ya que, cuando inicias una inversión no sabes realmente la rentabilidad que te va a reportar, aunque hay que tener en cuenta los gastos asociados a ella y verlos con antelación para ser conscientes de si podremos asumirlos o no y si estamos dispuestos a arriesgarnos ante esa incertidumbre.
Gracias por tus reflexiones.
Un saludo a todos
En mi opinión, si hacemos las cosas bien, lo que a priori pudiera ser un "gasto" en personal, podría convertirse en una inversión para la Organización; si formamos a personas, pero no gestionamos adecuadamente su conocimiento, cabe la posibilidad de que la empresa pierda todo lo "gastado" en ello. Pero si gestionamos adecuadamente el conocimiento que poseen las personas que forman una organización, ésto sin duda será no sólo una inversión, sino la mayor ventaja competitiva que la empresa pueda tener en el largo plazo.
ResponderEliminarGracias Luis por tu reflexión.
Un abrazo.
Arancha Rodríguez (Máster RRHH 2012-2013)
“Gastar” el tiempo es, per se, una pérdida.
ResponderEliminarNuestro “tiempo” vital es un recurso escaso, y podemos gastarlo en ver pasar la vida, o invertirlo en familia, en amigos, en hacer un viaje, leer un libro o escuchar una canción. Los réditos serán la felicidad, la amistad, la tranquilidad o la cultura, u otros resultados.
Si monetizamos el tiempo, invertir nuestro tiempo en formación, con la esperanza de un futuro profesional que nos reporte un medio de vida y una estabilidad económica, será un activo intangible que aparecerá en nuestro patrimonio. En ese sentido nuestro CV refleja nuestro patrimonio intangible.
Si hablamos del tiempo en términos económicos, y por tanto de la disyuntiva gasto/ingreso, es porque estamos mercantilizando el concepto, y nos situamos en el mercado de bienes y servicios o en el mercado laboral. En este caso, para el sujeto (empresa, organización o individuo) será también un recurso escaso que deberá destinar en función de sus obligaciones, necesidades y objetivos.
Así, el tiempo destinado a la formación generalista de los trabajadores será un loable concepto retributivo, y un gasto en sí mismo para la empresa.
Por el contrario, el tiempo en acciones formativas para la adquisición y mejora de competencias profesionales que dedica una empresa a sus trabajadores, con un retorno directo o indirecto en su cuenta de resultados, será una inversión, y aunque en términos contables y fiscales, en aplicación de la normativa, se recoja como gasto en su Cuenta de Pérdidas y Ganancias, en la Memoria de las Cuentas Anuales debería quedar reflejado este concepto.
Desde los departamentos de RRHH, se ha de hacer hincapié en que las empresas recojan estas actividades en su Memoria Anual, poniendo en valor los tiempos y recursos que la empresa dedica, no sólo como retribución a los empleados, sino también como parte inherente de su cultura organizativa, de su estrategia competitiva, o de su innovación en el conocimiento.