Siempre me ha llamado la atención la fragilidad
de la función de recursos humanos en la organización, que no acaba nunca de
consolidarse del todo a pesar de la importancia que todo el mundo reconoce a
las personas.
Por una parte me sorprende la dificultad para
asentar un nombre, unas veces como si fuera una carencia de identidad y otras
innova tantos nombres que hace dudar de su reputación: Dirección, área,
departamento, servicio o negociado, gestión, administración,..., de asuntos
sociales, de organización y recursos humanos, de personal, del talento, de
competencias, de formación y desarrollo, de personas, de medios, ...
Por otro lado, la inclusión en un mismo saco de
aspectos bipolares, dicotómicos y contradictorios, como caras opuestas de una
misma moneda: lo laboral y lo humano; el contrato legal y el contrato
psicológico; lo higiénico y lo motivador; la norma y la visión; el puesto y el
rol; las competencias y la innovación; el desempeño y la formación y el desarrollo;...
que juntos no se llevan bien y conviene separarlos
Además, en la jerarquía de necesidades evolutivas
de la organización aparece siempre tarde. Primero está el vender; luego el
producir o prestar servicios; y luego la administración (pero esto se suele
sacar fuera, porque no forma parte del negocio). Solo cuando el grupo es más
importante que el negocio, aparece la necesidad estratégica de la función de
personas: el talento, el liderazgo, el compromiso, la coordinación, el cambio,
el futuro y la innovación. Los aspectos positivos de la función, como la
formación y el desarrollo, y las funciones directivas de personas de la línea
de mando, como la comunicación, la motivación y el liderazgo, solo aparecen en
organizaciones donde el grupo es más importante que el negocio. Aquí estamos
menos.
Por todo esto, la implantación en las pymes y en
la administración, por ejemplo, no pasa mucho más allá de las relaciones
laborales y contratos, administración pura y dura, incluso de la formación que
dícese entonces profesional.
Y si alguna vez hicimos algo, cuando viene la
crisis, todo se queda en lo que era, en la administración, en datos y números,
en recortes, pocas veces en personas, que tienen la capacidad de renacer de sus
cenizas.
Como profesionales de esta función estamos a la
deriva, nuestra aportación no pasa de lo higiénico, no llegamos a ser ni
críticos ni estratégicos para el negocio.
Además, muchos de los negocios están más basados en el
aprovechamiento de la oportunidad del carbonero que en la elaboración de un
océano azul.
En tiempos de crisis se nos caen los proyectos de
excelencia, de desarrollo, del talento. ¿Cuántas organizaciones conocéis que
apuesten por la formación, por la innovación, por las personas? Algunas pocas,
que pelean por la adaptación a la oportunidad de mercado o por la
internacionalización. Algunas que han comprendido que el mercado ha cambiado
tanto que hay que reinventarlo, que hoy la mayoría de los negocios son nuevos o
cambiados, diferentes.
¿Qué podemos aportar de valor a esta situación,
los profesionales de esta función de personas?
Tenemos nuevas generaciones que culturalmente
están en mejores condiciones para entender los cambios. Y gente con
experiencia, en algunas batallas, que conocemos
la naturaleza humana. Y otra vez aparece la levedad de lo humano, la
dualidad de las personas, lo viejo y lo joven, lo desfasado y lo nuevo, lo
conocido y lo emergente.
Tiempos de crisis, porque no vemos salida, porque
no vemos claro cuál es nuestro papel, porque también nos atenaza el miedo, esa
emoción paralizante que lo invade todo.
Ahora es cuando es más necesario apoyar a las
personas, para que desarrollen autoconfianza y diseñen nuevas visiones de
futuro. Pero no solo desde las emociones, que las emociones son frágiles, sino
desde la reflexión y la generación de
ideas, que te hacen sentir firme y te orientan a la acción. Visiones nuevas,
basadas en la creatividad e innovación, que pueden crear empresas donde el
grupo y las ideas son más importantes que el negocio. Esa empresa permanecerá,
se adaptará y liderará el mercado.
Cuando pienso en la innovación, me vienen a la
memoria un inglés y un irlandés, que allá por el 1837, en Ohio, se dedicaban a
fabricar velas y jabones y hoy todos usamos
algún producto de P&G, empresa, siempre deseada, que ha sido mundialmente escuela de
directivos y empresarios.
La función de personas puede ser estratégica, más
allá de la administración, comunicando visiones, liderando necesidades, motivando logros,
generando ideas y modelando emociones, coordinando procesos,...
¡Fragilidad del ser humano, que encierra a la vez
lo mejor y lo peor que puede darse!
Esto es un foro. Es mi opinión. Los que estamos
cerca de esta problemática, ¿Qué otra cosa podemos hacer?