Vale, lo confieso, tenía pensado hablar de otra cosa… pero mi condición me puede.
Os propongo un post más personal, nada académico… ¿os animáis a entrar?
Últimamente la inteligencia emocional se ha cruzado por mi vida varias veces, insistentemente. Se ha cruzado en conversaciones de cafés con alguno de vosotros, de forma sorpresiva en algunas conversaciones de cañas (y copas), en la convocatoria del taller de Pablo, en la comida del viernes con un tipo genial como Carlos… Tanta coincidencia… ¿será sólo casualidad?
Hace unos días Judit me propone que organice una dinámica sobre negociación en un Workshop para la asociación AEIPRO Joven. (Workshop es el taller práctico de toda la vida y AEIPRO es una asociación de gestores de proyectos). La definición de “Joven” de la asociación es “menor de 36”… es decir, ¡yo no debería estar allí!. Por supuesto, dije que sí… con la secreta intención de rejuvenecer.
Justo antes del taller de negociación, tienen previsto hablar de… ¡tachán!: ¡¡Inteligencia emocional!! ¿Será posible?. También digo que sí a asistir a esa confe.
Unos días antes, Judit me llama para coordinar la dinámica y me explica que han tenido un problema con el ponente de inteligencia emocional. Como mi taller era de negociación… negocio con ella hacerme propietario del tiempo de esa conferencia para ganarlo para la dinámica… a cambio de que yo hable de inteligencia emocional.
En su día, el libro de Goleman me gustó. Sencillo, divulgativo… de los que te encuentras afirmando con la cabeza mientras lo lees. Pero… ya sabéis que siempre tengo algún “pero” a mano… con el paso del tiempo sus propuestas se tornaron algo endebles. Básicamente porque te explica bien los qués y no se centra tanto en los cómos, que siempre me han interesado más.
Pensé en hablar de las inteligencias múltiples de Gardner para rebajar un poco el tono “importante” que rodea a la inteligencia emocional. Siempre bromeo con que, si uno quiere tener un éxito de ventas, puede probar a poner antónimos en el título del libro: a “Inteligencia emocional” le funcionó. (Nota: y sin embargo el “Inteligencia Política” de mi amigo y profe Pascual… ha vendido menos). Finalmente me decanté por hablar de tres inteligencias que trabajan sobre tres emociones básicas: la tristeza, la rabia y el miedo, y cómo podemos aplicar estas “inteligencias emocionales” en nuestra vida. Parece que gustó, aunque nos faltó tiempo.
Y ahora voy con lo que quiero compartir con vosotros: mis dudas. Según preparaba la charla y la dinámica pensé en adoptar una postura radical: no gestionar las emociones, no ser un “inteligente” emocional… convertirme en un “necio emocional”. Está claro que no ser capaz de “gestionar tus emociones” en ocasiones es malo. En realidad, salvo que desconectáramos buenas partes de nuestro cerebro o quitáramos partes del mismo… somos incapaces de “no sentir”. Y los sentimientos y las emociones están ahí por algo. Después de que se produce la emoción, podemos racionalizarla, ampliarla, hacer como que no existe y otras zarandajas que nuestros cerebros aprenden a hacer desde que somos pequeñitos, que es en sí, un tipo de gestión de nuestras emociones. Y eso me parece bien… incluso cuando nos hace mal y esa “gestión” nos lleva por un mal camino.
Convertirme en un necio emocional era solo un juego de extremos para ver qué ocurre… era un argumento para la reflexión… pero también una forma algo radical de entender la vida que en cierta manera me ha poseído. Imagina que te pilla el amor, así, de sopetón y de improviso… ¿Qué haría el inteligente emocional? ¿Qué haría el necio emocional?
Hay emociones ante las que bien merece la pena convertirse en necio ¿no creéis?
Os propongo un post más personal, nada académico… ¿os animáis a entrar?
Últimamente la inteligencia emocional se ha cruzado por mi vida varias veces, insistentemente. Se ha cruzado en conversaciones de cafés con alguno de vosotros, de forma sorpresiva en algunas conversaciones de cañas (y copas), en la convocatoria del taller de Pablo, en la comida del viernes con un tipo genial como Carlos… Tanta coincidencia… ¿será sólo casualidad?
Hace unos días Judit me propone que organice una dinámica sobre negociación en un Workshop para la asociación AEIPRO Joven. (Workshop es el taller práctico de toda la vida y AEIPRO es una asociación de gestores de proyectos). La definición de “Joven” de la asociación es “menor de 36”… es decir, ¡yo no debería estar allí!. Por supuesto, dije que sí… con la secreta intención de rejuvenecer.
Justo antes del taller de negociación, tienen previsto hablar de… ¡tachán!: ¡¡Inteligencia emocional!! ¿Será posible?. También digo que sí a asistir a esa confe.
Unos días antes, Judit me llama para coordinar la dinámica y me explica que han tenido un problema con el ponente de inteligencia emocional. Como mi taller era de negociación… negocio con ella hacerme propietario del tiempo de esa conferencia para ganarlo para la dinámica… a cambio de que yo hable de inteligencia emocional.
En su día, el libro de Goleman me gustó. Sencillo, divulgativo… de los que te encuentras afirmando con la cabeza mientras lo lees. Pero… ya sabéis que siempre tengo algún “pero” a mano… con el paso del tiempo sus propuestas se tornaron algo endebles. Básicamente porque te explica bien los qués y no se centra tanto en los cómos, que siempre me han interesado más.
Pensé en hablar de las inteligencias múltiples de Gardner para rebajar un poco el tono “importante” que rodea a la inteligencia emocional. Siempre bromeo con que, si uno quiere tener un éxito de ventas, puede probar a poner antónimos en el título del libro: a “Inteligencia emocional” le funcionó. (Nota: y sin embargo el “Inteligencia Política” de mi amigo y profe Pascual… ha vendido menos). Finalmente me decanté por hablar de tres inteligencias que trabajan sobre tres emociones básicas: la tristeza, la rabia y el miedo, y cómo podemos aplicar estas “inteligencias emocionales” en nuestra vida. Parece que gustó, aunque nos faltó tiempo.
Y ahora voy con lo que quiero compartir con vosotros: mis dudas. Según preparaba la charla y la dinámica pensé en adoptar una postura radical: no gestionar las emociones, no ser un “inteligente” emocional… convertirme en un “necio emocional”. Está claro que no ser capaz de “gestionar tus emociones” en ocasiones es malo. En realidad, salvo que desconectáramos buenas partes de nuestro cerebro o quitáramos partes del mismo… somos incapaces de “no sentir”. Y los sentimientos y las emociones están ahí por algo. Después de que se produce la emoción, podemos racionalizarla, ampliarla, hacer como que no existe y otras zarandajas que nuestros cerebros aprenden a hacer desde que somos pequeñitos, que es en sí, un tipo de gestión de nuestras emociones. Y eso me parece bien… incluso cuando nos hace mal y esa “gestión” nos lleva por un mal camino.
Convertirme en un necio emocional era solo un juego de extremos para ver qué ocurre… era un argumento para la reflexión… pero también una forma algo radical de entender la vida que en cierta manera me ha poseído. Imagina que te pilla el amor, así, de sopetón y de improviso… ¿Qué haría el inteligente emocional? ¿Qué haría el necio emocional?
Hay emociones ante las que bien merece la pena convertirse en necio ¿no creéis?
Interesantísimo post, con el cual me siento totalmente identificado , el ser humano (no utilizo la palabra hombre para referirme al ser humano , gracias Luis Poveda ) es racional es lo que nos diferencia de los animales , pero no todo se puede racionalizar , tus emociones y sentimientos no se pueden reprimir , no puedes elegir tus sentimientos y si los reprimes acabaras frustrado , muchas fortunas se han hecho gracias a una intuición o un presentimiento , apostando por empresas difíciles en las que nadie creía , yo soy de los que opinan que el que no arriesga no gana , que mas vale decir perdí pero lo intente que pensar durante mi vida “ y si hubiera hecho esto“ y si…….como dice el personaje de Tom Cruise en Risky Business “Sometimes you've just got to say, what the F***k!
ResponderEliminarJa,ja,jaaaa genial Javi.
EliminarTodos los grandes empresarios que conozco son más soñadores que gestores. Y todos han soñado en grande. (A muy pocos les habría confiado mi dinero ;-D). La racionalidad la aplican para hacer realidad su sueño... que como todos los sueños buenos, es emocional y algo loco.
A veces no estoy tan seguro de que seamos animales tan racionales como pensamos. De hecho, creo que muchas veces somos predeciblemente irracionales y otras impredeciblemente racionales... Eso nos hace sorprendentes e interesantes.
Gracias por compartir tus pensamientos!!
Me parece muy bueno el post, y se me ocurren pinceladas relacionadas con el mismo:
ResponderEliminarEn primer lugar, creo que las emociones y los sentimientos no se pueden controlar, reprimir o racionalizar. Creo que en todos los cerebros aparecen. Unas personas no tratan de esconder dichas emociones y otros las ocultan, pero en ambos casos surgen.
En segundo lugar creo que el futuro de las empresas va por aquí, por generar productos y marcas que generen sentimientos, emociones y experiencias en el consumidor. En el pasado se centraron en crear productos con una mera utilidad, creo que esta finalidad ya está agotada hoy en día.
Pongo un ejemplo, el tabaco es uno de los productos con mayor demanda inelástica que existe porque la persona que fuma está enganchada debido a los fuertes componentes adictivos del tabaco. Imaginaos en un futuro una marca que cada vez que compres un producto suyo, éste genere en tu cerebro un sentimiento o una sustancia que te haga adicto a él, y no sea perjudicial para la salud jajaja. ¿No creéis que el futuro pasa en parte por cuestiones cómo ésta?
Gracias Borja.
EliminarRealmente ya está pasando esto que comentas. La tasa de éxito de nuevos productos es sólo de un 5%. Sin embargo, cuando se trabaja en vincular el producto a una emoción (y con ello se consigue una marca) o con una nueva experiencia de cliente o usuario la tasa de éxito sube de forma considerable.
Ahora... me parece tremendamente inquietante eso de que una marca sea capaz de generar sustancias en el cerebro... pero pensándolo bien: ¡¡Ya lo hacen!!
Un buen ejemplo de publicidad "emocional" y exito lo tienes con el Ipad, a parte del snobismo de los "manzaneros", pero si te fijas sus anuncios buscan la parte emocional del consumidor y sin mencionar ningún detalle técnico tienen más exito que los de sus consumidores.
ResponderEliminarPues sí... y ¿has visto como venden el nuevo iPhone? Haciendo fotos a una niña y redimensionando y girando la foto y quitándole los ojos rojos de forma muy muy sencilla...
Eliminar...pero para los más auditivos si que dicen que la cámara tiene nosecuantos megapixeles... ja,ja,jaaa son unos maestros.
Un abrazo amigo!!!
Por cierto Pencho soy yo. La Carda ;)
ResponderEliminar¡Hala¡, rompiendo los esquemas, como siempre. Y haciendo pensar, también como siempre.
ResponderEliminarUna buena reflexión, no es nada desacertado el ponerse en el extremo opuesto, de esa manera puedes ver con perspectiva las emociones, tanto las tuyas como las de los demás, que es lo que nos falla más a menudo de lo que queremos admitir. A veces, ser irracionalmente emocional nos puede dar más pistas que al gestionar nuestros sentimientos de modo políticamente correcto. Lo cierto es que no lo somos, ni siquiera superficalmente. ¿Notamos cuando el otro te habla educadamente pero por dentro está deseando acogotarte?. ¿Se nos nota cuando nos pasa a nosotros?.
Todos somos "consumidores razonables" pero cuando siempre picamos. Quienes trabajamos con estrategias de marketing lo sabemos y lo utilizamos. Podemos pensar que es inmoral hacerlo, mi experiencia es que si te esfuerzas por ser ético y respetuoso y no tratas a las personas como tontos, suele funcionar.
Puede que la clave esté en que como dices "somos incapaces de no sentir" de no dejarnos arrastrar, (como yo ahora, no he podido resistirme a escribir).
Un abrazo.
Ja,ja,jaaa Luís Mi, tu irracionalidad (que no puedas resistirte a escribir), me encanta!
EliminarVeo que nos hemos escorado mucho al marketing, y en tu caso lo veo más que razonable porque eres un experto en ello. A mi no me parece inmoral aprovechar el conocimiento del comportamiento humano. Al fín y al cabo se les está proporcionando lo que quieren y les hace felices...
Otra cosa es que aprovecharamos ese conocimiento para hacer daño. Eso siempre me ha parecido inmoral e inaceptable. Y cuando viene de profesionales del comportamiento: monstruoso. Me acuerdo de aquella habitación 101 en la que explotaban tus temores buscando tu sometimiento o tu alienación... brrrrrr ¡¡qué miedo!!
Un abrazo LuísMi, gracias por pasarte!!
Hola Pencho,
ResponderEliminarreconozco que a mí me está pasando últimamente lo mismo con la gestión de emociones, me voy topando con el tema a cada paso. En la ponencia de nuestro encuentro FPempresa en Toledo salí fascinada con la ponencia de Roberto Aguado (robertoaguado.com) sobre la gestión emocional. Yo que creía conocer algo sobre el tema tras leer a Goleman, Daniel Pink, ... qué va, ¡cuánto que aprender! qué importantes las emociones, somos pura emoción, por mucho que avancemos en conocimientos. Creo que cuánto más ganaría esta sociedad si, de verdad, fuésemos un poco más emocionalmente inteligentes (valga el antónimo)
Elena
Hola Elena,
EliminarNo puse referencia a Roberto y a lo que venís trabajando en los centros sobre inteligencia emocional, porque me parecía demasiado. Con Roberto estuve compartiendo café en la comida y me pareció un tipo estupendo. Me perdí su taller y me habría encantado disfrutar en él... pero ya sabes que andaba con alguna de mis movidas sobre emprendedores con Inma la de La Laboral de Gijón ;-)
Símplemente siendo conscientes de lo importantes que son las emociones en nosotros es un primer gran paso... que algunas habéis dado.
Un fuerte abrazo!! y gracias por comentar!!!
Gracias Pencho por este incitante post, cuya temática me encanta, y por el guiño-mención que me haces en el texto del mismo.
ResponderEliminarLlevo un par de días queriendo contribuir a tu entrada, desde la firme intención de no hacerlo de manera académica y racional. Voy a intentar contestar desde "lo emocional" sin soltar muchos nombres o referencias. A ver si lo consigo y de paso aporto alguna línea de debate adicional al interesante tema.
Desde mi humilde punto de vista, muchas de las claves actuales en esta temática no está en las emociones como tal (¿cuáles son, y no son, las emociones básicas humanas?) o en su origen (la amígdala cerebral y su comportamiento). Está claro que experimentamos diversos pensamientos y emociones. Somos seres humanos (como dice Javier) y ambos elementos son parte de nuestra realidad.
Dicho esto, voy con uno de los puntos interesantes que yo veo en el post y que reside en esa afirmación que escribes: "los sentimientos y las emociones están ahí por algo". No puedo estar más conforme con eso y parece que eso es, precisamente, lo que frecuentemente se nos olvida.
Las “emociones” (reacciones biológicas, energéticas y fisiológicas de duración más o menos breve) tienen una función que no siempre somos capaces de aprovechar. Los “sentimientos” suelen ser las explicaciones que damos a nuestras emociones a través de los pensamientos (ahí entra la racionalización). Y los “estados”, terceros en este “ménage à trois”, representan la vivencia, que viene acompañada por una sensación agradable o desagradable, dedicada a perpetuar algo que en su origen generó una emoción particular que, por lo general, no suele estar ya presente.
Previa a la función social que destacan los textos especializados es importante no ser necios en el reconocimiento de la cantidad de información que nos aporta una emoción. Es cierto que no podemos dejar de sentir (aunque más de uno se empeñe en disimularlo) pero, ¿qué hacemos con lo que sentimos? Si negamos sistemáticamente nuestras emociones nos convertimos en analfabetos emocionales. Por seguir con la metáfora, podremos dar un vistazo al periódico de nuestra vida sin saber muy bien cuáles son aquellas noticias que requieren de nuestra atención, nos pueden afectar (positiva o negativamente) o es interesante que compartamos.
Reconocer nuestras emociones, ya no hablo de equilibrarlas inteligentemente (menos aún de controlarlas -horrible palabra casi siempre, pero más aún en el ámbito de las emociones-), nos regresa a nuestra auténtica humanidad (los animales, ¿pueden reconocer sus emociones?. Algunos simios superiores sí que son capaces de resolver problemas lógico-racionales sencillos). Tras ese reconocimiento, ya vendrá su expresión, que es harina de otro costal y que puede que no siempre corrija lo que está mal o nos ayude a mantener lo que está bien… Pero esa ya es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión.
Saludos. Un abrazo.
Pues genial Pablo
EliminarAlgunos apuntes al hilo de tu respuesta, que me parece súmamente sugerente.
Hablas de las claves actuales del tema... ¿por dónde van? Sería interesantísimo que nos lo compartieras (¿quizás elevado a la categoría de post?).
Para mi un "inteligente emocional" es aquella persona capaz de hacer varias cosas con las emociones: primero obviamente reconocerlas, pero despues "gestionarlas" de alguna forma. Incluso la gestión inconsciente de las emociones podría considerarla un modo de inteligencia emocional. Al "necio emocional" le podría dar también la habilidad de reconocer de manera cierta sus emociones... aunque para merecer el calificativos de "necio" no haga gestión en absoluto de ellas. Aquí ya podemos tener un primer debate (no digo un debate contigo sino un debate abierto): ¿el reconocimiento de las emociones es un signo de inteligencia? La verdad es que no tengo respuesta clara, pero como ves tampoco me importa para mi argumento principal que va enfocado a la gestión emocional.
Segundo debate: ¿Qué significa eso de equilibrar las emociones? (que no deja de ser un tipo de control de las mismas) ¿Es bueno hacerlo?. Porque ese control, o equilibrio, da por supuesto estados buenos y malos, sentimientos buenos y malos y emociones buenas y malas... asunto que sería un tercer debate ¿son malas las emociones que generalmente nos hacen sentir mal?.
En definitiva, que tengo más preguntas que respuestas al respecto y sigue en pie mi crítica a Goleman... que no dá respuestas claras (que yo recuerde) a estas cuestiones y si da por supuestas determinadas condiciones de contorno que creo que hay que examinar previamente.
Un lujo tener tus comentarios por aquí.
Un fuerte abrazo
Qué puedo añadir que no se haya dicho ya? Aunque sea ingeniero, este tema siempre me ha encantado. Ya lo conocía en el I Máster de DiP y cada día en el trabajo, en la comunidad de vecinos, en el metro, en el bus, en el súper, con los amigos, por la noche ... me doy más cuenta de lo importante que es ser consciente de tus emociones, controlarlas y reconocerlas en los demás.
ResponderEliminarLa pieza que no termino de encajar es lo de ponernos en el papel de necio. Qué conseguiríamos con este enfoque? Para qué?
Lo que te he dicho tantas veces ... qué pena que estando en MAD no pueda asistir a ningún seminario/charla/congreso/'sermón' de los tuyos. :)
Un saludo.
Querido amigo anónimo... al que llamaré Rubén ;-)
EliminarPues mira, yo creo que la mayoría de nosotros queremos ser "necios emocionales" para las emociones que nos hacen sentir bien e "inteligentes emocionales" para las que nos hacen sentir mal.
Cuando disfrutas de la alegría del que te quieran cuando estás enamorado es poco probable que dejemos que ningún "inteligente emocional" entre a chafarnos ese momento... por ejemplo con la anticipación de la pérdida... imagínate a tí mismo diciéndote: "si, si... ahora estás muy alegre... pero prepárate... que esto se terminará tarde o temprano" o "no te dejes llevar... que más dura será la caida" o cosas así.
Mi tesis es que es tan malo ser demasiado inteligente como demasiado necio y sin embargo hablamos de ser inteligentes y "controlar" el efecto de las emociones negativas, pero no de las positivas... y pongo como ejemplo extremo qué pasaría si fueramos necios emocionales también con las emociones negativas...
Pero vamos, lo dejo solo apuntado entre líneas en el post que es solo para pensar en voz alta y saludar a los viejos amigos.
Un abrazo!!
Informamos que esta entrada ha tenido, hasta hoy (una semana después de su publicación), un total de 279 visitas.
ResponderEliminarPues guay!
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