Sábado 3 de febrero 21:15 - Un sobre, una luz, se ilumina la pantalla de tu móvil.
Un correo electrónico nuevo. Coges tu smartphone con expectación e intriga.
“¿Qué será? ¿Qué ha pasado a estas horas? Tiene que ser grave” – piensas mientras
introduces el código de desbloqueo. Lo lees rápidamente. Es un correo enviado de
manera automática. No tiene importancia.
Realmente sí que la tiene. En esos segundos en los que cogías el teléfo no móvil, te
han asaltado 4 ó 5 asuntos pendientes que dejaste el viernes en la oficina y ya no
puedes sacarlos de tu cabeza, aunque estés en ese bar con tus amigos.
El día 7 de diciembre de 2018 entró en vigor la Ley Orgánica 3/2018, de 5 de diciembre, de
Protección de Datos Personales y Garantía de los Derechos Digitales entre los que se
encuentra el derecho a la desconexión digital en el ámbito laboral. El objetivo es garantizar el
respeto del tiempo de descanso, permisos, vacaciones e intimidad personal y familiar de los
trabajadores.
Actualmente todas las personas en las organizaciones hacen uso de los teléfonos móviles para
llevar a cabo su trabajo. La posibilidad de trabajar desde cualquier sitio dota de gran rapidez y
eficiencia a la comunicación y toma de decisiones de las compañías. Sin embargo, en un entorno
tan dinámico cuesta poner punto final a una jornada laboral en la que estas saliendo de la oficina
y acabas de recibir en tu smartphone 3 correos nuevos. El trabajo ha dejado de ser presencial
definido como un lugar físico y regido por horarios, ahora son tareas crecientes que cumplir a
diario y que no cesan cuando es la hora de salida. Como ejemplo según un estudio elaborado
por InfoJobs el pasado año, el 51% de la población activa española afirma responder correos
electrónicos y atender llamadas de trabajo durante las vacaciones o fines de semana.
Todo esto se traduce en unos términos que están definiendo la sociedad del siglo XXI: estrés,
agotamiento, insomnio, ansiedad entre otros que afectan personal y laboralmente influyendo
en la motivación, en la calidad de trabajo y en el absentismo. Las generaciones Z y millenial son
colectivos especialmente sensibles a la hiperconectividad debido a que se les hace
especialmente difícil desconectarse de sus dispositivos tanto en el ámbito laboral como en el
personal.
La conciliación de horario y el compaginar la vida familiar, la reducción del estrés y la mejora en
la motivación son unos pocos ejemplos de las ventajas de poder desconectar del trabajo.
¿Qué podemos hacer para convivir con la hiperconexión?
Tras analizar el escenario que tenemos que no augura un buen futuro en un mundo cada vez
más hiperconectado, la norma que he mencionado anteriormente es un paso que abre un
montón de soluciones y sobre todo una mayor concienciación social sobre el tema.
Algunas empresas ya se han puesto manos a la obra y proponen ciertas condiciones para que
los trabajadores puedan desconectar del trabajo: cerrar todas las oficinas a una hora concreta o
la obligación de poner el teléfono móvil al salir de la oficina en modo avión son un par de
muestras que ponen en valor la importancia de la conciliación dentro de las organizaciones. Pero
aún hay mucho trabajo que hacer.
Por parte de los usuarios de esa tecnología, el hecho de ser consciente de la sociedad en la que
vivimos, y saber ser crítico con el tiempo del que disponemos y de a qué lo queremos dedicar es
clave para poder tener el control de nuestro tiempo. Tenemos que ser nosotros los que dirijamos
la relación con nuestros dispositivos, y no al revés.
Película: Todo en un día (1986)
"La vida se mueve muy rápido. Si no te detienes y miras alrededor de vez en cuando,
podrías perdértela"
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