Durante mis años como estudiante de Educación Infantil escuché hablar sobre el “efecto Pigmalión” o profecía auto-cumplida. Rosenthal, 1965, utilizó este término para referirse a “las creencias que una persona tiene sobre otra persona pueden llegar a influir en el rendimiento de la segunda”. En su día, cuando un profesor nos lo mostró en la carrera de educación, lo presentaba como un efecto negativo que causa un maestro cuando se tienen prejuicios sobre un alumno determinado o grupo, de forma que, las expectativas del maestro llegan a cumplirse.
A lo largo de este último año he vuelto a escuchar que hablaban sobre el Efecto Pigmalión, pero esta vez no estaba referido al sector de la Educación sino al mundo empresarial. En este caso, el efecto se enfoca de manera positiva, es decir, el líder puede generar motivación y consecución de objetivos dentro de su equipo cuando las expectativas que él tiene sobre el mismo son positivas, de esta manera aportará a los colaboradores la motivación necesaria para alcanzar los objetivos más difíciles consiguiendo que exista un fuerte deseo de alcanzar metas.
En las personas existe un “instinto” de etiquetar al resto, cuando un mando superior etiqueta a un empleado como alguien no capaz de ciertas cosas, entre o no en sus competencias, esto terminará influyendo al empleado, sin que se le haya dicho explícitamente, de manera que crea que no es capaz de realizar determinadas tareas. El jefe o mando intermedio puede utilizar lo denominado efecto Pigmalión como una herramienta de motivación hacia los empleados, es decir, cuando el jefe irradia positividad y cree en cada uno de sus empleados llegará un momento en el que al sugerir una tarea complicada a uno de sus colaboradores este captará que se le ha enviado porque es válido para realizar ese trabajo.
Desde Recursos Humanos es importante tenerlo en cuenta y saber trasmitírselo a los líderes de nuestra empresa, no solo por la motivación que se genera en el equipo para la consecución de objetivos, sino porque también es importante tenerlo en cuenta al realizar la evaluación del desempeño. El efecto Pigmalión puede influir directamente en esta evaluación o en cualquier otra, de manera que se recopile solo aquella información que justifique la impresión que se tiene sobre un determinado colaborador.
Todos somos genios, pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil.
– Albert Einsten
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